La lucha de facciones burocráticas que se disputan la conducción sindical del Ferrocarril Sarmiento está a pleno. Sassia, de la lista Verde; Sobrero -el Pollo- de la Bordó; y Maturano de La Fraternidad, convergen en las internas a toda máquina tratando de sostener y ampliar el marco de nuevos negocios que vienen de la mano de las “nuevas inversiones” en el ferrocarril y el transporte en general, bajo el paraguas empresario-sindical del CATT (Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte).
La Verde, de carátula moyanista, presenta candidata propia en abierta confrontación con la lista bordó que está al frente de la conducción de la Unión Ferroviaria de la seccional oeste. La Bordó, lista de la izquierda con la carátula del FIT (Frente de Izquierda) hace alianza con Maturano, de carátula más facistoide, para competir contra la Verde.
El cruce de intereses que los distancia o los alía es idéntico a las disputas políticas por los negocios que cada facción monopolista usufructúa del Estado a su servicio.
Con verdadero desparpajo, las aparentes enemistades burocráticas y parasitarias se juntan, se distancian, se entrecruzan, se abrazan y dan la mano sobre la base del denominador común: los negocios monopolistas y las cajas del Estado a costa del bolsillo de las y los trabajadores, y de sus condiciones de explotación.
De espaldas a toda la masa de ferroviarios y sus necesidades, estas mal llamadas representaciones sindicales también disputan quién se queda al frente del control policíaco que ejercen como institución burguesa dentro de los lugares de trabajo.
Los aparatos burocráticos de las izquierdas, las derechas, los peronistas, los progresistas (todos de espaldas a la clase obrera) se confirman como buenos y eficaces garantes de los salarios bajos, de la flexibilidad laboral y de más explotación.
Ya no tienen aquí cómo disimular su oportunismo, ni sus aberraciones. Y aunque se presenten, además, como garantes políticos de la paz social en favor de su parasitismo y el de sus amos (los monopolios), la situación está signada por un escenario de resistencia con picos de lucha cada vez más expuestos y cada día más difíciles de contener. Esto pone en evidencia que cuando el abajo se mueve todo lo de arriba comienza a exponer su putrefacción.
De allí que -en medio de todo el lupanar que expresan estas internas- estas dirigencias declaman y vocean promesas y mentiras a los cuatro costados tratando de disimular un hartazgo cada vez más presente en la amplia mayoría de las bases trabajadoras.
Las promesas de pase a planta de los más de 1.000 trabajadores y trabajadoras tercerizadas de las distintas empresas son un botón de muestra de los que decimos.
Ni una de las actas firmadas a lo largo del presente año y suscriptas por Sobrero (Bordó) o por Sassia (Verde) son cumplidas. Estas demandas se ningunean y se esconden porque las empresas llamadas tercerizadas están bajo el paraguas de los monopolios y las políticas de flexibilidad que están tratando de impulsar en estos momentos, con nuevas modalidades laborales que van de la mano de los salarios bajos que se perciben.
El pase a planta representa una diferencia salarial de más del 40% a favor de las trabajadoras/res de este tipo de empresas que desenvuelven diversas actividades dentro del ferrocarril. Pero como ello afecta uno de los propios negocios establecidos (por los cuales disputan estas burocracias sindicales) todo se ningunea bajo argumentos tales como “que no es momento”, “hay que esperar”, “imaginate que preparar todo eso lleva tiempo”, y así muchas palabras más.
Lo que hasta ayer eran ilusiones (para ganar votos en favor de una u otra lista) hoy son abiertos rechazos a toda esta mugre. Las propias demandas e iniciativas de las y los trabajadores exponen sus mentiras.
Lo mismo ocurrió con los tres despedidos de los talleres de Liniers. Lo mismo frente a los acuerdos paritarios, lo mismo frente a los protocolos, lo mismo frente a los planes de persecución, hostigamiento y despidos en el presente.
En este escenario, donde lo evidente le va sacando varios cuerpos de ventaja a lo aparente, no queda lugar ni siquiera para contemplar un saludo a toda esa gentuza.
Lo único que aquí vale es la organización independiente de las propias bases trabajadoras.
La única fuerza capaz de imponer y conquistar aumentos de salarios hasta el pase a planta es la fuerza de los obreros y obreras que, profundizando la movilización, avanzando con iniciativas de acción directa, constituyendo su propia unidad como clase, enfrenten con toda decisión a la clase burguesa y todas sus formas de opresión y parasitismo.