Pase a planta en SAMEEP: cronología de un gran triunfo de la lucha obrera

La llamada adscripción de trabajadoras y trabajadores de la empresa de aguas de la provincia del Chaco (SAMEEP) era una situación totalmente anormal e ilegal que se sostenía desde hace más de una década.

Una plantilla de casi 600 trabajadoras y trabajadores que prestan tareas esenciales para garantizar el servicio que la empresa brinda a la población, pero que en realidad dependían de un nombramiento en un ministerio con adscripción a la empresa, situación que derivaba en una permanente inestabilidad en lo laboral.

Al mismo tiempo permitía las prácticas clientelistas de los partidos burgueses que usaban la adscripción como chantaje y amenaza de perder la misma si no se respondía a la facción política que “otorgaba” el empleo.

De esa forma el pase a planta era una de las demandas más sentidas por ese conjunto de la clase que se veía sometida por la diferencia salarial, el manoseo constante y la presión permanente que significa la inestabilidad laboral.

Tal demanda tuvo muchas idas y vueltas, altas y bajas, diversas formas de reclamar, permanentes promesas que luego se verificaban como mentiras, pero el objetivo no se lograba.

Desde principios de este año, no por poner una fecha exacta sino para ubicarnos en el tiempo, se retomó con fuerza el reclamo; durante la pandemia fueron esencialmente los adscriptos los que garantizaron el servicio y ello generó un nuevo impulso a la lucha.

El nuevo directorio, nombrado a principios de marzo, ideó una nueva forma de patear hacia adelante la resolución de la reivindicación. Se dispuso que tandas de, más o menos, 120 trabajadoras y trabajadores debían realizar un curso de capacitación en la UTN como condición para, luego, evaluar si quedaban o no en la empresa.

Es decir que a trabajadores y trabajadoras con diez o más años de labor, incluso en tareas en las no se contaba con los mínimos elementos de seguridad (basta recordar las muertes en 2017, de cuatro obreros en circunstancias en las que bajaron a reparar una cámara), se les exigía capacitarse para tener alguna posibilidad de quedar efectivo. Vale aclarar que esta iniciativa del directorio contaba con el aval de los sindicatos organizados en la empresa.

Con bronca e impotencia, las trabajadoras y trabajadores comenzaron a realizar los cursos que, de acuerdo al cronograma fijado, terminarían a finales de agosto de 2022 para recién allí enterarse quién quedaba y quién no.

Ante esta situación, a mediados de julio un grupo de trabajadores y trabajadoras decidió organizar la lucha desde otra perspectiva exigiendo el traspaso a planta permanente de todas y todos sin condiciones.

Se rechazaban los cursos y se impulsaba la lucha autoconvocada para garantizar que los intereses obreros fueran levantados y defendidos por los obreros mismos, sin intermediación de sindicato alguno, dado que éstos se habían mostrado impotentes y hasta cómplices de las maniobras del directorio y del gobierno provincial al formar parte de las promesas que nadie garantizaba cumplir.

Allí nace la Asamblea de Trabajadores de Base de SAMEEP la que desde un inicio levantó un programa de reclamos de tres puntos: el pase a planta inmediato de todos los adscriptos; sueldo igual a la canasta familiar; un bono salarial de $ 40.000.

La metodología propuesta para llevar adelante esas demandas era la lucha y organización desde abajo, la Asamblea como órgano soberano de decisión y acción, la elección de compañeras y compañeros que actuaran como voceros de la misma sin ninguna potestad para resolver nada, sólo la transmisión de las resoluciones de la organización asamblearia.

Luego de la primera convocatoria la Asamblea resolvió una movilización a Casa de Gobierno para llevar las demandas. Cabe destacar que de los puntos votados el que generaba mayor adhesión era el del pase a planta, que se entiende por toda la situación descripta al inicio.

Volviendo a esa primera movilización, en la que se confluyó con los sindicatos, la Asamblea fue recibida junto a los mismos en una reunión en la gobernación.

El gobernador Capitanich se comprometió allí a firmar el decreto del pase a planta, poniendo como fecha límite el 1 de noviembre de 2021. El compromiso nunca fue escrito, siempre de palabra, pero de todas maneras se tomó como un logro de la movilización.

Pero al mismo tiempo, la Asamblea advertía que no dejaba de ser una promesa (una más de tantas) y que entonces era imprescindible mantener el estado de movilización y, principalmente, profundizar en la organización por sectores para replicar en las bases obreras la organización y la participación directa de las mismas.

Así se impulsaron firma de petitorios, pintadas, volantes, mariposas, afiches, cortes de calles en la puerta de la empresa, nuevas asambleas y otras acciones en ese sentido.

Esta decisión de proseguir con la movilización obligó al directorio a maniobras que apuntaban, precisamente, a desmovilizar. Por ejemplo, en un fin de semana, se dispuso que los cursos ya no serían realizados por tandas sino por la totalidad de los adscriptos.

Asimismo, se intensificaron los aprietes y amenazas para desalentar la lucha; fueron desafectados de la empresa tres compañeros adscriptos pero la rápida y decidida acción de la Asamblea, con una nueva movilización a la casa de gobierno, impuso que se dé marcha atrás con esa medida. Luego también trataron de desmovilizar citando a cada uno de las y los trabajadores para firmar un acta de compromiso individual también para dilatar.

Así, no sin dificultades, la Asamblea se mantuvo firme sosteniendo su funcionamiento y sus planes, siempre con la convicción que el decreto no dependía de las promesas del gobernador sino de la lucha y la movilización de los trabajadores y trabajadoras.

Ya en los últimos días de octubre, ante la inminencia del cumplimiento de la fecha prometida por el gobernador, se intensificó la propaganda y el llamado a movilizar las fuerzas.

Ante la constatación de que el decreto no aparecía, el día jueves 4 de noviembre se confluyó en una movilización hacia la casa de gobierno con uno de los sindicatos que actúan en la empresa y con movimientos sociales que iban por sus reivindicaciones. Una importante movilización obrera y popular.

Ese día, al ser recibidos en la gobernación, nuevamente se escuchó por parte de los funcionarios que el decreto estaba casi listo, que faltaban detalles y etcéteras varios. Allí mismo la Asamblea resolvió volver a movilizarse al otro día para forzar que el decreto saliera de una vez por todas.

El viernes 5 de noviembre, bajo una torrencial lluvia, un pequeño grupo de la Asamblea cortó las avenidas de una de las esquinas donde se ubica el edificio de la gobernación.

Un importante dispositivo de represión ya estaba preparado para impedir cualquier manifestación, por lo que cargaron contra las trabajadoras y trabajadores para despejar el corte. Los mismos se reagrupaban y volvían a cortar en otra esquina con la misma respuesta por parte de la represión.

Ante la insistencia y firmeza de la Asamblea, comenzó la represión abierta con la utilización de gas pimienta, escudos y palos y tácticas represivas y la detención de un compañero que fue uno de los impulsores de la Asamblea, el que fue llevado y retenido ilegalmente dentro de la propia casa de gobierno.

El resto de los compañeros y compañeras se mantuvieron en la plaza ahora exigiendo, además de la firma del decreto, la liberación del compañero. Liberación que se hizo efectiva a las 2 horas de estar detenido.

Ante la noticia de la detención nuevos manifestantes iban llegando a la plaza, como así también uno de los sindicatos.

La conclusión ese día fue que el decreto seguía sin aparecer. La decisión obrera fue seguir con las acciones y, además, la denuncia política por la ilegal detención del compañero.

Luego de esta acción política la asamblea diagnosticó que había una clara intención del gobierno de turno de dilatar lo más que se pueda la firma del decreto, pero con las fuerzas renovadas las bases se preparaban para una nueva semana de lucha.

El día lunes 8 por la mañana se conoció que en la última hora del viernes 5, el gobernador Capitanich firmó el decreto del pase a planta lo que provocó la euforia y la alegría en las bases obreras por la obtención de una conquista tan sentida.

 

Algunas conclusiones

– En primer lugar, se debe destacar que un grupo de compañeras y compañeros de la empresa tomaron la decisión de salir a luchar por un reclamo tan sentido desde la organización asamblearia, ejerciendo a rajatabla la democracia directa y la soberanía de dicha organización, dejando de lado así las internas sindicales como producto de entender el desprestigio y rechazo que las mismas causaban en las bases.

– En relación con lo anterior, se entendió que la organización de los trabajadores/as es con fines de lucha y que la misma depende de la decisión de llevarla adelante sin necesidad de depender de estructuras sindicales caducas ni estatutos que limiten la organización democrática de base.

– La misma determinación se manifestó en cada acción que se emprendió en medio del “fuego enemigo” que buscaba dividir y desmovilizar permanentemente. La confianza en las propias fuerzas y en las masas trabajadoras fue siempre la proa que guió la acción de la Asamblea.

– No confiar en promesas de campaña demostró que cuando la organización y la lucha independiente se mantienen la ley debe responder a las demandas. Así fue como se logró la firma del prometido y demorado decreto.

– Esta conquista se da en el marco de una crisis política del gobierno y su desesperación por lo sucedido en las PASO, así como de un crecimiento de la resistencia activa de la clase obrera.

– En el camino emprendido para organizar el reclamo se lograron niveles organizativos que ya están “institucionalizados”; la Asamblea de Trabajadores de Base de SAMEEP se convirtió en una herramienta reconocida por las bases obreras y para adelante será una herramienta que seguirá adelante con otras demandas y reivindicaciones a conseguir.

– Por último, la conquista es fruto de la movilización, organización y protagonismo de los trabajadores y trabajadoras. Quien quiera ponerse la cucarda olvidando ese precepto sigue subestimando a las masas obreras y seguirá en el camino del rechazo y repudio de las mismas.

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