El papel que la clase obrera comienza a jugar desde la conflictividad abierta

Chile: a mediados de setiembre los obreros de Volvo Chile fueron a la huelga, la primera desde su fundación en el año 1971. 48 horas fueron suficientes para alcanzar parte de las reivindicaciones planteadas. 267 obreros se manifestaron en el portón de la empresa fabricante en aquel país de camiones y autobuses.

Brasil: el martes 5 de octubre pasado,  4000 obreros de la planta de GM en Sao Caetano do Sul Brasil se lanzaron a la huelga. La empresa había decidido posponer a febrero del 2022 un aumento salarial de septiembre.

EEUU: esta semana 700 ingenieros de operaciones de Kaiser-Permanente siguen en huelga. Así mismo ocurre con 450 obreros de Special Metals en Huntington, llamada la capital de la lucha de clases en EEUU, 1400 obreros de Kelloggs Cereals, 1100 mineros del Carbón en Alabama y otras. La semana que antecedió a ésta hubo 45000 trabajadores en huelga.

Serbia: miles de manifestantes salieron a las calles para protestar contra el plan minero apoyado por el gobierno para que la empresa Rio Tinto extraiga litio del país.

La presencia de conflictos obreros que a veces “sorprende” a las propias poblaciones locales va adquiriendo una dinámica ascendente. No todos los conflictos son ganados contundentemente y muchos de ellos se suceden indistintamente. Se gana, se pierde pero se resiste.

Lo curioso de esta etapa es que aún la palabra “sorpresa” nos denuncia que el peso de la ideología burguesa no es menor.

¿Por qué no es menor?

Porque no fueron en vano 40 años de ofensiva de la clase dominante en esa dirección. El triunfo de la burguesía en ese terreno impuso en los hechos analizar  la lucha de clases y en ello el papel del proletariado como elementos no existentes en el complejo campo de las contradicciones que se despliegan en las “alturas”.

Pero por esa misma razón la búsqueda de respuestas que necesitan los pueblos y la clase obrera en particular ante las sucesivas crisis del sistema capitalista comienzan a pesar.

Todo se presenta “complejo y difícil de entender”, aquí y allá este denominador común de inquietudes recorre el mundo.

Pero lo cierto es que este ascenso mundial que podríamos analizarlo desde la necesidad de vivir una vida digna y que viene desde hace mucho tiempo y que abarca a miles de millones de almas,  lo peculiar del momento es el papel que la clase obrera comienza a jugar desde la conflictividad abierta, un papel dinámico no observado desde la mismísima ofensiva de los años 80 y 90 de la burguesía monopolista.

No fueron en vano las resistencias en todos los planos, incluso en lo ideológico. Miles y miles de destacamentos proletarios, dispersos por el mundo no dejaron de levantar las banderas de la revolución socialista y sostenerse con todas esas dificultades. No hay aún síntesis de peso que se puedan transformar como alternativas con peso, pero lo cierto es que el proletariado se despliega en el enfrentamiento con un fuerte contenido economicista pero que a la vez las nuevas vanguardias proletarias comienzan a ser  receptivas a las propuestas revolucionarias.

No está claro hasta dónde en estas conflictividades de la clase las posiciones revolucionarias inciden. Pero en este ascenso hay batallas que se están ganando. En primer término la escuela de la lucha, la movilización, es imprescindible para que la clase se comporte como clase y en ello son muy destacados conflictos proletarios analizados en ésta página. Levantamientos obreros capaces de atraer a las poblaciones linderas, despertar la solidaridad del movimiento estudiantil, organizaciones de base que de una u otra manera hicieron temblar toda la institucionalidad dentro de sindicatos-empresariales.

Pero el signo que está acompañando este ascenso planetario de la clase obrera es la necesidad de ahondar en una democracia de otro carácter a la “representativa”. La democracia obrera comienza a darse en sendos conflictos y es tarea de los revolucionarios dar esa batalla política que permita sintetizar que el único poder capaz de enfrentar a la burguesía es oponer a la democracia de las “alturas” o sea de la clase dominante, la democracia obrera o directa, que pueda elevar la calidad del enfrentamiento de resistencia a ofensiva generalizada.

Al hacer consciente lo que ya la clase obrera está haciendo, la “sorpresa” dejará de ser un elemento primitivo de la sociedad humana actual. Desde el “pie” -como dice la canción- se sigue acumulando en una dirección correcta y ello implica elevar la confianza de los revolucionarios a la clase y su nuevo despertar.

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