Acerca de la política sindical del PRT

En ciertos sectores de la militancia, algunas organizaciones políticas suelen decir que nuestro Partido no tiene una política “sindical”.

Lo hacen con bastante liviandad ya que en general se rehúsan a debatir abiertamente estos temas.

De cualquier manera, aprovecharemos este tipo de formulaciones para explicar mejor nuestra línea y de paso reafirmar que nuestra organización siempre está dispuesta a estos debates.

¿El PRT niega el trabajo en los sindicatos?

Como ya hemos expresado en otros artículos[1] el problema de la afiliación o las elecciones sindicales no constituye una discusión en sí; no se trata de un problema de principios, que es como lo trabaja la izquierda, sino de un problema táctico que depende de cada lugar en concreto.

En una empresa donde las patotas sindicales recorren la línea de producción detectando activistas, trabajando como verdaderos policías de las patronales, reprimiendo abiertamente cualquier intento de organización independiente, etc., en ese tipo de situaciones ganar el delegado de sector es una tarea importante porque significa quitarnos de encima la primera línea del enemigo.

Este es un problema de índole organizativo tanto para el compañero elegido delegado, que legalmente pasa a tener mayor cobertura frente a despidos como para el conjunto del sector de laburo, que pasa a desarrollar sus discusiones y acciones con mayor libertad.

Es decir, constituye un paso efectivo hacia la conquista de libertades políticas en la empresa, elemento contenido como prioritario en nuestro programa político[2] para que la clase obrera avance en la construcción de su proyecto emancipatorio.

Otra cosa muy distinta es caer en el planteo de la recuperación de comisiones internas –que no las descartamos- o seccionales sindicales  como un fin en sí mismo: ganar delegados para que éstos puedan dedicar menos tiempo al trabajo, y más tiempo a la militancia fuera de la empresa en horario laboral; mantener a los delegados todo el día fuera de la empresa recorriendo conflictos, seccionales y obras sociales haciendo lobby; y lo más importante de todo, utilizando la chapa de delegado como figurita electoral o de propaganda partidaria.

Estos elementos que mencionamos así, en crudo, suenan muy fuertes, pero ya sea con buenas o malas intenciones, la práctica generalizada de la izquierda argentina está atravesada en mayor o menor medida por este tipo de concepciones.

Entonces ¿negamos la participación en los sindicatos? No, no lo hacemos.

Sencillamente lo colocamos en el lugar que le cabe, sin hacer del título de delegado un fetiche. Sin hacer un fetiche tampoco de la estructura sindical, cuyos estatutos, fondos y funcionamiento están regimentados por la burguesía.

Si el PRT no llama a recuperar sindicatos ¿Cuál es su política sindical?

Llamar a conquistar comisiones internas y sindicatos como un fin en sí mismo es un tipo de política sindical, particularmente, la política sindical del reformismo ¿Por qué?

Porque no se sale de los márgenes legales e institucionales que le da el sistema; encapsula la organización obrera y la subordina al Estado burgués y su legalidad, y por lo tanto, reproduce la democracia representativa (burguesa) en el seno de las organizaciones de la clase.

Los sindicatos hoy, con la forma, metodologías y subordinación al Estado que tienen, no son lo que fueron a principios del siglo XIX; no son la tradicional herramienta por excelencia de organización de la clase obrera, porque se hayan integrados al Estado burgués como instituciones.

Por eso nuestra propuesta consiste en desarrollar organizaciones de la clase obrera que superen el estrecho marco legal del sindicato; que rompan radicalmente con sus estatutos democrático burgueses, con sus listas sábana, con sus determinaciones de cuántos delegados necesita una empresa y cuantos no, etc.

La organización sindical de la clase obrera, para nosotros, debe desarrollar la verdadera democracia obrera, una democracia directa donde los delegados puedan ser revocables de manera inmediata en asamblea, donde cada sector de trabajo tenga libertad de elegir sus delegados al margen de la legalidad estatal, y donde cada asamblea, sea de empresa o de sección de trabajo, tenga libertad para resolver acciones de lucha de manera inmediata, sin andar consultándole a nadie.

En esencia, nuestra propuesta sindical consiste en superar la legalidad de los sindicatos regimentados por el Estado, retomando la verdadera tradición de organización del proletariado; organización a la medida de las necesidades y los intereses de nuestra clase y no de la burguesía y las burocracias sindicales.

Nuestra propuesta sindical no niega la necesidad de conquistar determinados espacios de legalidad, pero la conquista de esos espacios es solo un paso más hacia la destrucción y superación de los mismos.

Si conquistamos un delegado es para ganar libertad política, para poder avanzar más rápidamente en la conformación de asambleas de sectores con libertad para elegir sus propios delegados, sin elecciones oficiales, de manera autoconvocada o como las y los propios trabajadores definan.

En definitiva, no negamos el uso de herramientas legales, lo que condenamos es el legalismo, sinónimo de liquidacionismo de las organizaciones obreras. Es por ese motivo que cuando la izquierda gana un cuerpo de delegados, en seguida se desarma la organización de base: porque son legalistas, y por tanto, reformistas.

Pero esta propuesta sindical, revolucionaria por su contenido, no es un tiro al aire; un espasmo creativo de un grupito de intelectuales.

En primer lugar, constituye la síntesis que hacemos de la experiencia histórica de la clase, significa retomar las mejores tradiciones del movimiento obrero internacional, de la verdadera democracia obrera.

Una síntesis que no consiste solamente en desempolvar experiencias del pasado, sino que se expresa en dos elementos muy concretos: por un lado, en la contradicción creciente entre procesos de trabajo cada vez más colectivos en la organización mundial de la producción, es decir, producción cada vez más social, y una apropiación de lo producido cada vez más individual, es decir, mayor concentración de la riqueza.

Esta contradicción contrasta significativamente con la falta de democracia en las organizaciones de los trabajadores: cualquier empresa tiene más jefes de sección que delegados de fábrica ¿Cómo es esto posible? ¡Resulta más horizontal la organización capitalista de la producción que la organización sindical! ¡¿Y este es el sindicalismo legal que la izquierda denomina “herramienta histórica de los trabajadores”?

En segundo lugar, nuestra propuesta responde a las tendencias internacionales en materia de organización de la clase obrera. La autoconvocatoria expresada en la década de 1990 en Argentina fue madurando, y en un largo proceso empieza ahora a morder experiencias de la clase obrera industrial.

No nos referimos al contenido espontáneo y economicista de la vieja autoconvocatoria, sino al concepto como forma de organización al margen de las estructuras legales del Estado.

Experiencias como las de los obreros y obreras vitivinícolas, Algodonera Avellaneda, ArreBeef, los Elefantes neuquinos, los obreros de Citrus y los de SAMEEP, por poner tan solo algunos ejemplos, marcan una tendencia material, concreta, empírica, objetiva, de que la clase está desarrollando estas formas de organización.

Muchas veces, la mayoría, sin teoría política, sin grandes declaraciones, pero intuitivamente, en la experiencia que el descontento proletario fue amasando durante los últimos 30 años, van confluyendo en este tipo de metodologías. Y la tendencia no es solo local, se expresa también en el plano internacional en diferentes conflictos, como el de Jhon Deere en EEUU.

Pasado y presente forman un puente hacia el futuro en materia de organización independiente de los trabajadores.

Por último, nuestro planteo no viene tampoco de una actitud seguidista, es decir “como la clase antes se organizó así, y ahora observamos una tendencia en el mismo sentido, entonces de manera oportunista caemos con esta propuesta”. Para nada.

Cualquiera que mínimamente nos conozca sabe que venimos haciendo este planteo hace, al menos, unos 20 años. De manera más clara a veces, más confusa otras, la esencia de esta política siempre estuvo, y le dimos una forma más estructurada y consciente en el XVI Congreso de nuestro Partido[3], y luego, en el XVII Congreso[4] al dejar planteada de manera explícita esta política de construcción como parte fundamental en el desarrollo de la lucha de clases en Argentina; es decir, como elemento constitutivo del programa político.

Al margen del problema histórico, de hace cuanto venimos trabajando esta política o no, el desarrollo real de la democracia obrera, es decir, directa, forma parte de los embriones de poder local para la revolución.

Son las formas, los métodos de organización para la clase que generan un verdadero poder obrero desde abajo; y desde allí es desde donde es posible erigir el nuevo Estado Revolucionario, no desde convocatorias superestructurales a Asambleas Constituyentes o congresos de activistas obreros sin ninguna base real de construcción.

Es en el ejercicio de la democracia obrera real en que las y los trabajadores se van haciendo cargo de la resolución de sus problemas, y no dependiendo de la definición que pueda dar “el gremio”.

Por lo tanto, es desde ese ejercicio desde donde la clase puede elevar su conciencia política, identificarse como clase y hacerse cargo de sus propias tareas organizativas, reivindicativas y políticas.

Necesariamente esta política no se limita al desarrollo puro y exclusivo de la democracia obrera, directa, como forma de organización genuina de la clase, ello sería caer en el reduccionismo y derivar hacia el economicismo.

La democracia obrera constituye una base material necesaria para el desarrollo del proceso revolucionario y de la conciencia de clase para sí, pero a la vez debe ir acompañada por una abierta lucha política e ideológica en el seno de la clase, que efectivamente lleve al desarrollo de la organización independiente no solo en lo metodológico, sino también en lo político e ideológico.

La combinación de estos tres aspectos son los que consolidan el verdadero desarrollo de la independencia política de clase.

Allí es donde el papel del Partido y los destacamentos revolucionarios aparece como indelegable, no como una cuestión de tendencias naturales de organización de los trabajadores, sino como un eslabón fundamental para el desarrollo de esa organización; para que la democracia obrera no quede solo como un problema de implementar metodologías más “democráticas” sino para que confluya el planteo metodológico-organizativo, con la lucha política y la aspiración de la lucha por la toma del poder.

Partiendo de que la democracia obrera es la verdadera tendencia, la verdadera metodología de clase, ello genera la base material para un desarrollo más profundo de las ideas revolucionarias y la lucha política; de la misma manera, sin la intervención de las y los revolucionarios dando la lucha política e ideológica, el desarrollo de la democracia obrera se ralentiza y se termina desarrollando “a los golpes”, acaba en espontaneísmo, o bien terminan cooptadas por el sistema.

Nuestra organización no solo tiene una política sindical, sino que –además- dicha política está pensada para superar el sindicalismo en sí.

En el fondo, no se trata de una política “sindical” a secas, sino de una política para la clase obrera, que empieza por el átomo más elemental en el momento histórico actual, que es la organización para la lucha por los reclamos inmediatos, sean políticos o económicos, pero que se plantea estratégicamente como punto de apoyo para desarrollar el programa estratégico socialista.

Por eso el grueso de la izquierda menosprecia el planteo que hacemos respecto al problema del sindicalismo. Porque el punto de divergencia no está en si tenemos política sindical o no (como vulgarmente comentan a nuestras espaldas) sino en que el planteo de trabajo en la clase obrera que hacemos es revolucionario, no reformista.

Esa es la verdadera divergencia.


[1] Ver por ejemplo https://prtarg.com.ar/2020/10/31/sindicatos-si-o-sindicatos-no/

[2] Programa del 17° Congreso del PRT https://prtarg.com.ar/wp-content/uploads/2020/05/Programa-17-Congreso-PRT.pdf

[3] https://prtarg.com.ar/wp-content/uploads/2016/09/CongresoXVI_Libro_opt.pdf

[4] https://prtarg.com.ar/wp-content/uploads/2020/04/17-Congreso-PRT.pdf

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