Lucha de calles en Chubut: algunas reflexiones

En la noche del miércoles 15 de diciembre la Legislatura provincial de Chubut sancionó el proyecto de Ley 128/20 de Zonificación minera, habilitando con ello la explotación de minería a cielo abierto en la provincia.

La sesión fue de carácter “especial”, es decir, armada entre gallos y medianoche de manera sorpresiva. La votación, desarrollada en tiempo récord para evitar cualquier dilación que pueda dar lugar a movilizaciones que interrumpan el proyecto, fue positiva por 14 votos contra 11, contando para ello con el aval de todas las fuerzas políticas del régimen: oficialismo peronista y oposiciones.

Además, los sindicatos de camioneros, construcción (UOCRA) y petroleros se movilizaron para prestar apoyo al proyecto minero, en una clara demostración de fuerza por parte del Estado.

Cabe destacar que el presidente Alberto Fernández aparece como el principal promotor detrás de esta decisión, al declarar el día martes en la provincia de Tucumán (donde se encontraba reunido con el gabinete) que “Hay un montón de riquezas no explotadas” y convocó a abrir las provincias a la explotación minera. Inclusive declaró que “Alguien del Fondo Soberano Ruso, que representaba a una empresa minera estatal de Rusia, me comentaba que ellos calculan que Argentina explota solo el 40% de lo que podría explotar”.

La connivencia del gobierno nacional con el provincial fue blanqueada por Carlos Eliceche al afirmar que “escuchamos el pedido del presidente Alberto Fernández del 28 de enero de este año. Soy parte de ese proyecto, así que estoy convencido de la parte política”.

Por último, cabe destacar que el oficialismo chubutense de Arcioni hizo la campaña electoral prometiendo que no avanzarían los proyectos mineros en la provincia, por lo que retuvo el proyecto de ley –que estaba por perder estado parlamentario- para votarlo inmediatamente después de las elecciones.

Al margen del problema de la minería, estos elementos que señalamos son una muestra palpable de la decisión política de la burguesía de avanzar en sus negocios a pesar del rechazo de sectores de masas.

Oficialismo y oposición; gobierno nacional y provincial; empresarios y sindicatos, sabían perfectamente que la promulgación de la ley causaría descontento en el pueblo trabajador, por eso se pertrecharon para llevarla a cabo de manera relámpago, amañada y haciendo uso de la represión que fuera necesaria.

El desarrollo minero en Chubut es una decisión de los grandes capitales, y para el gobierno hay que implementarlo “aunque sea una medida poco simpática”, como también afirmo el diputado peronista Eliceche.

Por lo tanto, el primer aspecto a resaltar es que se reafirma la caracterización que el mandato que la burguesía le da al gobierno es profundizar el ajuste, a como dé lugar. Muy progre en el discurso, pero a la hora de los negocios, los negocios mandan.

Pero en la lucha de clases no opera solo la burguesía, también lo hace la resistencia del proletariado y el pueblo trabajador.

Sancionada la ley se dieron enormes movilizaciones de masas en distintas localidades, siendo las principales Esquel, Comodoro Rivadavia y Rawson. En ésta última, centro del poder político, frente a la represión se manifestó la autodefensa de masas con una crudeza singular: se incendiaron automóviles de organismos estatales y oficinas estatales, al punto tal que llegaron a tomar una parte de Casa de Gobierno y prenderla fuego, obligando a la policía a retirarse del edificio.

Esto también es para resaltar: la violencia de masas se dirigió exclusivamente contra las instituciones del Estado.

La respuesta del gobierno fue recrudecer la represión a como dé lugar. No solo reprimieron la manifestación en la calle, sino que desplegaron el terror ingresando a reprimir a locales comerciales –como el caso de una pizzería donde entraron a golpear inclusive a los trabajadores y clientes-, salieron a cazar manifestantes por las calles disparando desde motos o camionetas a personas ya desmovilizadas, al mejor estilo de los pacos chilenos –muy en sintonía con los derechos humanos que dice defender el gobierno nacional en la Comisión que preside en la ONU-; e inclusive se presentaron detenciones ilegales, no registradas, con golpizas a menores de edad recluidos en la propia legislatura.

La respuesta del ministro de Seguridad de Chubut, Leonardo Das Neves, fue categórica: “no tengo nada que reprochar a la policía de la provincia, han actuado con mucha profesionalidad, porque si no hubiera actuado la policía hubiera sido todo mucho más grave” ¡Es decir, se hubiera tomado completamente la ciudad y se hubiera obligado al gobierno a derogar la ley!

La respuesta represiva manifiesta la decisión política unilateral de la burguesía de llevar a cabo sus planes de ajuste y negocios. Sin embargo, lo determinante aquí no es tanto la respuesta represiva de la burguesía, sino el accionar de las masas movilizadas: una explosión que desnudó una bronca que trasciende completamente el problema de la minería en sí.

Se trató de un levantamiento contra políticas de gobierno y de Estado; un levantamiento contra la burla de las campañas electorales; un levantamiento contra un millar de reclamos contenidos, como la situación salarial, la superexplotación –recordemos que hace poco tiempo sindicatos y empresarios implementaron una bruta flexibilización laboral en el sector petrolero-, conflictos de arrastre por cuestiones salariales de empleados estatales (recordar los conflictos salariales docentes de 2019, 2020 y 2021), y en general a toda la situación de opresión que vive el pueblo trabajador.

La masividad y la violencia de masas expresada son la cristalización de un conjunto de reclamos que ya escapan a lo meramente reivindicativo de cada sector.

Fue una respuesta del hartazgo a las instituciones de la burguesía, completamente subsumidas a los intereses del capital monopolista.

En este sentido, constituye un hilo conductor con las bajas participaciones electorales de las últimas elecciones y el cansancio generalizado del pueblo trabajador sobre las expresiones de esta democracia burguesa.

Frente a esto, los acontecimientos de Chubut sintetizan una “silenciosa” pero creciente confrontación de clases.

Esto no es más que el principio de nuevas etapas que se avecinan en la lucha de clases.

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