Ferroviarios: apuntar al corazón de los planes de los monopolios

El 68 es el número mágico.

El 68% del padrón del ferroviario votó en las internas de 2021.

Igual que en el 2019.

Dato curioso que despierta suspicacias si tenemos en cuenta que se han incorporado nuevos trabajadores, que se han concentrado las empresas que manejan los ferrocarriles y que fueron proscriptas listas como -por ejemplo- en el Roca.

La lista verde de Sacia acaparó todo, en las diversas empresas ferroviarias de todo el país menos en el Sarmiento donde se impuso la Bordó. Aunque la Bordó se diferencia solo por el color de la Verde, desde su discurso progre es tan funcional a las politicas de los monopolios y al marco de sus negocios como el oficialismo.

En un sentido, todo es más de lo mismo. En otro, hay un trasfondo que debemos tener en cuenta a la hora avanzar en la lucha.

Por ello, desde un primer aspecto y frente a esta replica formal de las elecciones del 2019 debemos preguntarnos:

  • ¿Esta institucionalidad es la verdadera expresión los intereses de los trabajadores?
  • ¿A todo este circo se le puede llamar democracia sindical?
  • ¿Después de todo este “más de lo mismo” la situación sigue igual para adelante? (Lo que también implica incorporar nuestra acción y lucha como trabajadoras y trabajadores).
  1. La institucionalidad sindical es expresión de los intereses de los monopolios y de sus políticas de clase enquistada en los lugares de trabajo, son parte del Estado burgués. Lejos de ser expresión de los debates asamblearios, de las demandas y de los reclamos, de las necesidades y de las libertades políticas de las y los trabajadoras/res es la representación de los dictados del capital monopolista y de sus grandes negocios en los ferrocarriles. Porque detrás de esta institucionalidad sindical hay 21 empresas que monopolizan este llamado negocio logístico cuyo único fin es la ganancia a costa de la fuerza laboral de miles de ferroviarios.
  2. Si las decisiones arbitrarias a espaldas de los obreros, en relación a salarios y condiciones de trabajo están impuestas desde políticas patoteriles con nefastas conductas policiales dentro de los lugares de trabajo, para garantizar las políticas de explotación; si el juego de electoral de las internas es un circo donde los mismos figurones de siempre día a día mas prendidos a los negocios son las únicas expresiones válidas para arrogarse una representación que no es tal, lejos de toda democracia sindical lo que tenemos es una reproducción del Estado en los lugares de trabajo. Del mismo modo que el Estado de los monopolios no es expresión de las necesidades de los trabajadores y el pueblo y mucho menos de la democracia, tampoco lo es la llamada democracia sindical, que es una reproducción de esta política de Estado en los lugares de trabajo.
  3. Al mismo tiempo que se desarrolla una política de concentración económica del negocio de transporte y logístico donde intervienen grandes compañías multinacionales prendidas a la exportación de la producción agrícola, ganadera, minera, etc., se desarrolla a su vez un marco de centralización política de la institucionalidad sindical en ferrocarriles. El marco de anarquía en cuanto a convenios, condiciones laborales y salariales es notorio y la conflictividad salta por doquier en un marco de resistencia que entorpece los negocios burgueses, de allí que las gerencias empresariales impulsen a la dirigencia sindical -subordinada a sus negocios- a hacer tabla rasa buscando imponer un nuevo marco de condiciones laborales y salariales flexibilizadas ya puestas en práctica, pero sobre la base de otra vuelta de tuerca.

Los anuncios de Sacia después de su “triunfo”, de unificación de convenios laborales de las 21 empresas que operan con los ferrocarriles es la madre de esta centralización política que necesitan los monopolios para intentar imponer condiciones más favorables a su marco de explotación obrera.

El monopolio político de estos “representantes sindicales”, tal como ya ocurre con automotrices, con los petroleros, con los metalúrgicos etc., es un ambicioso plan que amplia el marco de subordinación de la numerosa fuerza productiva que son los trabajadores ferroviarios a las condiciones de un formidable negocio global.

De hecho, la tercerización, que ha crecido de forma exponencial, es parte indisoluble de esta política “sindical”. Y la adecuación de convenios -lejos de ser una bendición- tiene su apoyatura también en estas condiciones de flexibilidad que la tercerización supone.

En resumen, no caben aquí especulaciones de ningún tipo.

La cosa es clara.

Los monopolios pretenden redoblar sus políticas de explotación con todo lo que los ferroviarios ya viven en carne propia. El debate y la acción no pueden ser otros que avanzar en función de las libertades políticas en la acción y organización asamblearia en cada lugar, en la democracia de las bases obreras.

En la amplitud y en la participación, independientemente de la empresa a la que se pertenece.

Construir un marco independiente de acción propia genuina y de base no solo por fuera de esta runfla sindical sino, además por fuera de las variantes que proponen competir electoralmente desde el progresismo y de izquierda cacareando discursos de barricada por un lado y tranzando por otro, en el mismo terreno que domina la burguesía y con las propias metodologías burguesas que tanto daño nos han hecho, todo ello es parte de la lucha contra la clase explotadora.

No es fácil, pero no es imposible, y menos aún en estas condiciones de resistencia día a día mas abonadas por la bronca y el hartazgo.

No hay que dejar pasar nada. Todo debe ser enfrentado y denunciado.

Toda la práctica acumulada a lo largo de años debe estar al servicio de los propios trabajadores.

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