Decía el Che: “Nosotros pretendemos que nuestro sistema recoja dos líneas fundamentales del pensamiento que deben seguirse para llegar al comunismo. El comunismo es un fenómeno de conciencia, no se llega a él mediante un salto en el vacío, un cambio de la calidad productiva, o el choque simple entre fuerzas productivas y relaciones de producción. El comunismo es un fenómeno de conciencia y hay que desarrollar esa conciencia en el hombre, de donde la educación individual y colectiva para el comunismo es una parte consustancial con él. (Apuntes críticos a la economía política pág. 14-15).
En nuestro país y en nuestra realidad cotidiana, la clase obrera se siente cada vez más ajena a lo que produce. Una simple consecuencia de ello es el grado de ausentismo y su crecimiento semana a semana.
Tampoco es menor la bronca que se acumula por factores económicos y sociales, la vida se hace cada vez más dura y las problemáticas se multiplican.
Se resiste y esa línea de crecimiento no cede. Se lucha, se producen experiencias de organización por abajo, incipientes pero cada vez más regulares.
En fin: un momento complejo de nuestra lucha de clases en donde además la crisis internacional del sistema capitalista se profundiza hora a hora.
Pero el pensamiento del Che nos hace reflexionar. Donde a pesar que la revolución socialista en Cuba era un hecho consumado, ponía a la conciencia comunista como motor de una nueva sociedad.
¿Por qué viene a cuento el Che comunista?
Nuestra revolución no se ha consumado pero el Che nos advierte sobre la conciencia comunista antes, durante y después de la revolución.
Esto nos viene como anillo al dedo en nuestra realidad actual. La clase obrera resiste y resistirá y esta ola seguirá su marcha a pesar que los medios oculten lo cotidiano de la lucha. A decir verdad, en las avanzadas de la clase obrera (las que le ponen el cuerpo a la resistencia) las ideas comunistas vienen siendo castigadas por más de cuatro décadas.
Es un problema de nuestra revolución y por lo tanto es un problema a enfrentar.
Tal cuestión no se resuelve bajo la idea del oportunismo que desconfía de la clase y se asocia a la burguesía en entramados parlamentarios para suavizar la lucha de clases. “Hay que dejar para mañana las tareas comunistas”, “esperar el momento” –dicen- para que las mismas no “choquen” al oído del obrero.
Así estamos cuando las ideas comunistas no caminaron las fábricas, y las avanzadas obreras no tuvieron acceso al pensamiento científico que elaboró su propia clase a lo largo de la historia.
Claro que siguen siendo importantes las luchas obreras que en los marcos de resistencia se están desarrollando. Y que esta dinámica -de una u otra forma- va dándole calor a la lucha de clases. En donde la moneda de los futuros acontecimientos sigue estando en el aire porque por abajo “el horno no está para bollos”.
Por eso, dejar para mañana el trabajo sobre las ideas comunistas, de la conciencia revolucionaria, es adoptar una táctica oportunista en un momento de resistencia en alza.
La conciencia revolucionaria (que caracterizamos como extremadamente debilitada) se ha transformado hoy en un freno político para el avance continuo del proceso revolucionario.
Esa conciencia revolucionaria, comunista, es sobre la que los revolucionarios debemos preocuparnos y ocuparnos cuando estamos insertos en las actuales resistencias.
Y en ello, los destacamentos revolucionarios, nuestro partido, tienen que robustecer sus filas con obreros de la actual avanzada sin subestimar una sola coma del pensamiento comunista.
Al contrario de lo que la ideología burguesa pregona con sus intelectuales de turno, si están ausentes las ideas comunistas en esas avanzadas se frena toda acción política independiente que lleve a la lucha por el poder.
No le fue fácil a nuestro Partido y a nuestros fundadores insertar las ideas revolucionarias en esas vanguardias proletarias. Recordemos las “salidas” políticas que planteaba la burguesía para asestar un engaño de gran escala con la llegada de Perón para debilitar la acción de la clase obrera.
La lucha ideológica contra el reformismo y el populismo nunca fue abandonada. Nuestro partido supo preparar la conciencia revolucionaria de innumerables proletarios de aquella época para denunciar y enfrentar los planes de la clase dominante.
Hoy, con una resistencia que va caminando y haciendo su experiencia, más que nunca las ideas comunistas deben recorrer los ámbitos proletarios. Tarea indelegable de las y los revolucionarios que se precien de ello.