Las cifras oficiales publicadas por el INDEC dicen que la inflación en febrero fue del 4,7%. Comparemos esa cifra con otros números, también publicados, los cuales revelan la manipulación absoluta que vienen haciendo los distintos gobiernos de turno, cuando no recurren al ocultamiento total como ocurrió durante el anterior mandato de los Kirchner quienes eliminaron directamente las estadísticas.
Una gran masa de la población, calculada en el 43,8% según la UCA (Universidad Católica Argentina) que incluye a trabajadores registrados y no registrados viven por debajo de la línea de pobreza.
Considerando que el SMVM (salario mínimo, vital y móvil) actual es de $ 33.000, nos preguntamos: ¿En qué se gasta el mismo?
Es muy fácil la respuesta: ¡en alimentos!
Pero resulta que la canasta de alimentos aumentó el 9,8%. Entonces, ¿a cuánto asciende la inflación real para el pueblo?
Si en el mes de febrero ése fue el número, cabe pensar que la proyección del mismo superará en un año el 120%.
El techo promedio de paritarias se ubica entre 45% y 50% a ganar ¡¡¡cuando llegue el mes de octubre!!! Lo cual muestra claramente los enormes porcentajes de degradación en las vidas de trabajadores y pueblo oprimido.
Y, repetimos, este ejercicio de razonamiento lo hacemos con las cifras oficiales (INDEC) y oficiosas (UCA), las cuales se falsean permanentemente en defensa del sostenimiento ideológico y político del sistema capitalista.
En medio de esta cruda realidad, ayer el Congreso mostró cómo la burguesía se une para decidir sobre el sostenimiento de sus ganancias, la institucionalidad del sistema y la continuidad de las políticas de ajuste a costa de los ingresos populares, aprobando por mayoría el “acuerdo” con el FMI.
La vicepresidenta y su séquito no alcanzan a despegar votando en contra del mencionado “acuerdo” con su histrionismo “nacional y popular” ya que la permanencia en todos sus cargos gubernamentales y el aval no sólo de la mencionada deuda sino del resto que, en suma, completan los US$ 404.000 millones, los involucra en el coro de burgueses pro monopolistas de quienes pretenden diferenciarse en un acto claramente electoralista.
La falsedad de quienes votaron a favor o en contra del “acuerdo” sólo es comparable con un billete de dólar de color rosado. La puesta en escena quiere presentarse como un hito histórico cuando no es más que la confirmación de las políticas que vienen ejerciendo desde hace décadas los gobiernos de la “democracia” burguesa: baja de salarios, disminución del gasto social del Estado, sostenimiento de subsidios y aumentos de recursos estatales para beneficio de los negocios monopolistas, y sustracción de capital dinero a favor de la oligarquía financiera internacional de la cual son parte todos estos detestables personajes.
La realidad se impone ante cada paso que da la burguesía a través de sus instituciones o en la cruda trinchera que representa la industria en cada fábrica o empresa en donde se crean y reparten los valores de sus ganancias que salen al mercado a merced del arrebato de los tiburones de las finanzas mientras el proletariado y sectores populares sólo podemos presenciar el festín de ellos. Diariamente, hacen todo lo opuesto a la intención de contribuir al engaño para dominar al pueblo. Esto es parte de sus contradicciones insalvables que los sumerge en una profundización mayor de sus crisis políticas presagiando que ningún gobierno, sea del signo que fuere, salvo que esté obligado por la acción de las masas populares en lucha, va a cambiar un ápice la política de incremento de ganancias burgueses a costa de la superexplotación y escarnio del pueblo.
Los ajustes en las condiciones de vida que se reducen a ingresos cada vez menores para las y los trabajadores y el pueblo y ganancias cada vez mayores para la burguesía monopolista y sus gerentes políticos y sindicales, se justifican bien porque la inflación es producida por la emisión de moneda sin respaldo, o bien por la pandemia o ahora por la guerra en Ucrania. Lo cierto es que los precios se dispararon sencillamente por la especulación financiera en la que se involucra a esas mencionadas razones que ocultan, entre otras tantas que se argumentan, la voracidad de ganancias de los monopolios en medio de la crisis estructural del sistema capitalista.
Es allí en donde el proletariado debe pegar con mayor intensidad y plantarse como clase para frenar esta orgía de ganancias para ellos y pérdidas para los sectores laboriosos.
Por eso es sumamente necesario desarrollar y robustecer, en el curso de la lucha, los destacamentos revolucionarios que sumen a la construcción del partido del proletariado capaz de ponerse al frente de la dirección política de la clase obrera, única capaz de liderar y unificar al resto de los sectores populares en el proceso de cambio que dé vuelta la tortilla y ponga cara al cielo los intereses de las grandes mayorías hoy oprimidas y cara hacia el “infierno” a la clase burguesa y todos sus seguidores hacedores de las penurias e injusticias que nos hacen padecer.