Los partidos políticos y la clase obrera

Las patronales, el Estado y las burocracias empresariales/sindicales hacen política.

Se organizan en partidos políticos de diferente sello, pero a todos ellos los une, en ese terreno, intereses de su clase burguesa.

¡Si! ¡Hacen política! y se ¡organizan! en partidos políticos.

Los unen sus intereses de clase y batallan permanentemente en la mentira para encubrir que sus partidos políticos son los que le dan legalidad y el “permiso” con la Constitución en la mano para la explotación y opresión de millones que producimos la riqueza.

No dejan de mentir y dicen que sus partidos representan los intereses de los asalariados.

En ese campo (fundamentalmente ideológico) esta misma clase dominante nos ha ganado una batalla.

En el trabajador hay desconfianza en el de arriba, en las empresas, en los políticos, en los sindicalistas-empresarios; se sabe quiénes son y cómo actúan. Cuestiones no menores de la conciencia adquirida, pero han ganado en la idea que no hay otra cosa que ir a elecciones, votar y en todo caso saber “elegir” a nuestros representantes.

Pero cuando es idea se ha consolidado, es decir no “hay otra” que elegir bien, allí mismo comienzan los problemas para la clase obrera y el pueblo.

Es decir, nos han impuesto a sangre y fuego que la clase obrera no puede ni debe organizarse independientemente de la clase burguesa fundamentalmente en el terreno político.

La dictadura iniciada en el 76 y luego la gran ofensiva internacional plasmada en la globalización disparó su artillería contra toda idea de revolución social y -a la vez- contra toda idea de organización política independiente.

O sea, un partido revolucionario que represente y exprese los intereses de la clase explotada.

Pero lo cierto es que el sistema capitalista y sus “afamadas” democracias representativas no solo no dieron solución a los problemas de las grandes mayorías, sino que por el contrario muestran a diario que su único interés de clase, el que les importa, es la ganancia. Y se organizan para ello en partidos políticos que solo disputan intereses intermonopolistas.

Tanto en nuestro país como en todo el planeta la clase obrera viene dando muestras de reanimamiento y existe un alza sostenida en esa dirección que es de años. En nuestro país la resistencia a los planes de la burguesía desde la gran industria muestra signos alentadores.

Pero lo cierto es que la debilidad de los destacamentos revolucionarios, de los partidos revolucionarios como el nuestro se ha transformado en un problema político sustancial para despejar el camino de la lucha y la organización independiente en todos los planos, para que nos permita avanzar hacia la toma del poder por la revolución socialista.

El ascenso de los pueblos y de la clase obrera está presente en el mundo.

En nuestra resistencia el camino va en esa dirección, pero eso no será suficiente si no resolvemos el principal problema de la revolución que es fortalecer los destacamentos revolucionarios y el nuestro en particular, principalmente en la gran industria, donde se deciden y se decidirán las grandes batallas en la lucha por el poder.

El partido político de la clase obrera se lo construye en cada sector de la producción, en donde se debe debatir su programa y su idea de revolución esencialmente humanista. Utilizar la legalidad política alcanzada, la semi legalidad, la clandestinidad para esos fines y desde allí organizar los planes de lucha, los planes de organización más amplios que puedan contemplar a la planta a la que pertenecemos.

Es desde esa perspectiva, desde la acumulación de fuerzas del Partido de donde podremos extender las ideas de revolución a nuestros pares de otras empresas y además incidir en toda la sociedad.

Construir el partido revolucionario, proletario como el nuestro no es tarea fácil.

Si lo sabremos por experiencia propia. Pero a la vez afirmamos que hoy la “única fortaleza” de la clase dominante es la debilidad de las fuerzas revolucionarias.

En décadas nos han demostrado que nos han llevado al precipicio, han atacado nuestros intereses. Es una clase insaciable.

Es por eso que para revertir esta situación histórica hay que fortalecer el partido, incorporar a las filas a lo mejor de la clase obrera y el pueblo, a las avanzadas que hoy le están poniendo el pecho a las balas.

Insistimos una y otra vez: la lucha económica y política se alimentan mutuamente, pero es labor del partido de la clase obrera llevar toda esa acumulación hacia la lucha por el poder.

La clase obrera, sus vanguardias, deben incorporarse a los destacamentos como el nuestro para seguir garantizando el rumbo revolucionario en épocas de grandes dificultades para la sociedad humana.

 

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