Para ese «problemita» nada mejor que una revolución socialista

Invirtiendo la estructura de esta nota -para no aburrir a quien leé y a quien escribe hoy- vamos a empezar al revés, diciendo antes que nada que es cada vez más urgente la indelegable tarea de tomar en nuestras manos las riendas de nuestro destino.

La organización desde abajo y con democracia directa, con nuestros compañeros de sector de trabajo, de estudio, vecinos, familiares, se hace cada vez más necesaria para luchar por la vida digna que nos corresponde a quienes, con nuestro trabajo, sostenemos nuestras vidas y el mundo entero.

La tensión de lucha de clases y la conflictividad política internacional es cada vez mayor: para la burguesía es sumamente difícil en lo económico resolver su feroz competencia intermonopólica y en lo político-ideológico sostener su sistema de explotación con engaños, pero para el proletariado y el pueblo se va haciendo cada día más insostenible la indecencia de la vida que nos hacen vivir en pos de sus ganancias.

Así nos encontramos, por ejemplo, con el Síndrome de Burnout (trastorno de estrés laboral) como otro síntoma de la superexplotación.

Aunque de este síndrome se empezó a hablar hace varias décadas atrás, no fue hasta este 2022 que la OMS lo reconoció como enfermedad, y aunque sabemos que dicha organización es bastante lenta y retrógrada, no es casual que se haya determinado esto al salir de una pandemia global sin precedentes, en medio de una crisis de superproducción y que, entre otros, tiene como fenómeno protagonista  la «Gran Renuncia».

Antes era estrés o depresión, vagancia o desmotivación, la cuestión es que siempre se están teorizando explicaciones y clasificando, etiquetando y encorsetando lo que son, ni más ni menos, lógicas (si es que algo puede ser lógico dentro de este sistema) reacciones emocionales, psíquicas y físicas que el capitalismo va provocando en nosotros, la clase que produce.

Proporcionalmente a la explotación y no por casualidad, va apareciendo cada vez con más frecuencia y a edades más tempranas todo tipo de enfermedades, dolencias y trastornos.

Así, con la llegada de la pandemia y el freno que hubo a toda dinámica conocida hasta ahora, algo cambió.

Si padecemos ritmos de producción más acelerados, jornadas laborales más extensas, maltrato, abuso de poder, condiciones insalubres de trabajo, salarios a la baja siempre, y un sinfín de obstáculos por fuera del ámbito laboral que también condicionan nuestro estado de ánimo y nuestra salud integral, que también tienen su origen en la corrosión que va generando el capitalismo en todo, es bastante comprensible que se produzcan estos fenómenos sociales en cada vez en más países, aún con situaciones socio-económicas muy diferentes entre sí.

Por ejemplo, Brasil tiene una alta tasa de desempleo (13 millones de personas sin trabajo, lo que representa cerca del 13%), contrariamente, en EEUU sólo el 3,9% de la población está desempleada pero, aun así, en ambos países se dan altísimos porcentajes de renuncias mayormente de trabajadores jóvenes (30 años aproximadamente) sobre todo en el sector de servicios.

Salvando las distancias y sin ser renuncias, en  nuestro país, en la automotriz Volskwagen debieron incorporar cuatrocientos – ¡sí, 400!- trabajadores nuevos para cubrir ausencias.

Este fenómeno que ya mencionáramos en notas como “Del fin de la clase obrera al renacer del movimiento obrero”[1] o “El «sueño americano» de la clase obrera”[2] se va expandiendo por el mundo, con particularidades en cada lugar, pero generados por las mismas causas que claramente se evidenciaron más con la pandemia: altísimos niveles de superexplotación, salarios cada vez más desproporcionados y condiciones de vida cada vez más deplorables.

Todos estos datos aislados tal vez son insignificantes, pero si los analizamos juntos y con ideología de clase, podemos ver que de una forma u otra finalmente prevalece el instinto de supervivencia y ya sea desde la confrontación o desde la resistencia, el proletariado y el pueblo NO se dejan pisotear.

¿Qué tenemos que hacer para avanzar de la resistencia a la ofensiva? Tomar iniciativas, organizarnos desde abajo y construir poder.

¿Dónde? Al pie de la máquina, en el barrio, en la escuela.

¿Cuándo? AYER. (En su defecto, hoy).


[1] https://prtarg.com.ar/2021/10/16/del-fin-de-la-clase-obrera-al-renacer-del-movimiento-obrero/

[2] https://prtarg.com.ar/2022/03/14/el-sueno-americano-de-la-clase-obrera/

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