Sin embargo no siempre van de la mano.
La clase dominante ha sabido trabajar en las filas de la clase obrera para separar bien las aguas. “La política es para los políticos”, para la “clase” política, ustedes, explotados y oprimidos, dedíquense en todo caso a conseguir sus reivindicaciones económicas.
Venimos como clase arrastrados por este concepto y ello es una piedra en el zapato que nos impide ejecutar las políticas y construir las organizaciones independientes de la clase obrera.
A diario los revolucionarios nos chocamos con esta realidad cuando la lucha o disposición a ello que está en crecimiento y ascenso se topa con la negativa de organizar políticamente dichas manifestaciones.
Una situación contradictoria pórque a la vez existe mayor disposición a escuchar nuevas ideas. El cansancio hacia lo viejo que promueve el sistema nos lleva hasta el hartazgo.
Sin embargo aún en el pensamiento de las avanzadas que le están poniendo el cuerpo a la crisis actual reina la desconfianza a la “política” impuesta por el sistema capitalista y eso es muy bueno.
Pero esa desconfianza nos pega a los revolucionarios y es un problema.
Esa desconfianza indica un crecimiento en la conciencia política de nuestro pueblo de lo que ya no quiere, pero no es suficiente para dar un paso en la dirección de las ideas revolucionarias si las mismas no están presentes en las luchas cotidianas, sean ellas en el enfrentamiento directo en las calles o sean en la lucha cotidiana que la clase lleva adelante en cada sector de trabajo.
Si no hay lucha, por más pequeña que ella sea, las ideas de revolución son más difíciles de asborber, en todo caso servirá para sumar fuerzas a la revolución con suma estrechéz. Pero cuando la lucha se manifiesta tiene que aparecer el pensamiento revolucionario, la política revolucionaria, la organización política independiente. Este debe ser un acto ofensivo, sin vacilaciones ni dudas, debe aparecer el concepto de confianza en las masas y de receptividad de la política independiente. Romper con el pasado inmediato.
La clase obrera necesita hacer crecer y robustecer su Partido de clase independiente que como el nuestro plantea en su programa la lucha por el poder.
¿Pero como se traduce esa generalidad a los hechos cotidianos de la lucha?
En la lucha contra toda injusticia como es el caso actual de que ¡lo único congelado es el salario! En cada sector de trabajo, independientemente de la institucionalidad que exista, debemos insertar las verdaderas causas del porqué de la situación actual, del porqué la clase dominante y sus gobiernos de turno responden al gran capital monopolista entre tantas cosas y de como revertir la situación con organizaciones políticas independientes que le den a toda esa lucha un carácter de acumulación hacia la revolución.
La política revolucionaria no es para pocos y elegidos, es para las mayorías explotadas y oprimidas y es allí en donde una lucha eleva un peldaño mas, cuando las mayorías palpitan hacia donde ir. Cuando saben que existe un partido que en “mi” sector de trabajo orienta el enfrentamiento, que no se trata solo de “un luchador” incansable.
El partido es su estructura y a la vez los compañeros de fábrica, que a modo de ejemplo, de una u otra manera apuntalan todas las labores revolucionarias e independientes dentro y fuera de “mi” sector de trabajo. Un partido que desde el mismo instante de estar presente apuntala la democracia directa, la asamblea, la organización de delegados etc. EL VERDADERO PODER DE ABAJO, pero a la vez todos deben saber o intuir que detrás esta el proyecto y el objetivo de la revolución social.
Sin embargo si no hay Partido revolucionario para emprender ese camino todo será mucho más complejo como la vida ya lo ha demostrado, no hay tiempo para vacilaciones en este terreno y repetimos es un acto ofensivo de los revolucionarios para construir el partido en todos los terrenos que se esté presentando la lucha, olvidar ésta cuestión o dejarla para un mejor momento debe ser parte del pasado.