Grande es la crisis que manifiesta en todas sus aristas el sistema capitalista.
Grande es su crisis, ya que los pueblos del mundo cada vez les creemos menos y nos hemos puesto a luchar por una vida digna.
Grande es la mentira que quieren sostener en nuestro país, navegando en aguas turbulentas teñidas por todo tipo de disputas entre los Fernández y entre las “oposiciones”.
Son esas mismas mentiras que se desploman por la realidad que agobia cada día a nuestro pueblo. Por más que dibujen una historieta (trágica, por cierto) con personajes ridiculizados al mango, el verdadero carácter del gobierno de los monopolios queda expuesto a los ojos de las masas populares.
Esto salta a la vista todo el tiempo. Los fondos que se recaudan desde el Estado siempre son utilizados para beneficiar a uno u otro sector monopolista mejor posicionado en sus disputas; y es el propio pueblo el que se ve constantemente perjudicado con las medidas que lleva adelante el gobierno.
Esas medidas reflejan una cada vez mayor concentración económica, con la crisis global del sistema y con el saqueo de los recursos naturales a nivel planetario. La oligarquía financiera busca darle una vuelta más de tuerca a la explotación y la obtención de mayor plusvalía que se concentra a nivel mundial.
La brecha entre el Estado burgués monopolista y la clase obrera y el pueblo, se profundiza y comienza a adquirir una relevancia histórica: cada vez hay menos expectativa de que esto cambie por las vías institucionales de la burguesía; a lo que se le suma una profunda sensación de bronca que hay en las calles, porque cada día es más caro vivir, y no hay salario que alcance.
Las políticas de ajuste que viene llevando la burguesía son para achatar los niveles de salario. Y les viene como anillo al dedo la complicidad de los sindicatos empresariales, dibujando paritarias y aumentos en cómodas cuotas, siempre “para más adelante”.
Esa brecha y el abismo que se ha abierto entre el Estado burgués –que sólo puede ofrecernos promesas y propaganda- y la clase obrera y el pueblo- se expresa también en las incipientes organizaciones independientes que por abajo están en la búsqueda de otra cosa.
La sensación que hay en las calles es de bronca, de hartazgo, de dolor. Porque al problema del salario se le suma que la educación está cada vez peor, que en los hospitales no hay insumos, sufrimos la inseguridad, y tantas otras calamidades.
En los ámbitos de trabajo, de estudio, en los barrios y las familias, la bronca crece.
Dejamos de comer un asado con amigos, luego dejamos de comprar leche para nuestros hijos, y a veces ni siquiera se puede disfrutar de un mate.
Vivimos preocupados por los altos precios que azotan nuestros bolsillos, lo que no sólo atenta a la economía familiar, sino también un montón de aspectos culturales, costumbres, que como sociedad nos caracterizan y son parte de nuestra esencia como pueblo.
La bronca aparece también en los sectores que en algún momento recibieron el asistencialismo por parte de los gobiernos burgueses, con planes o asignaciones familiares miserables, pero manteniendo las leyes de flexibilización laboral, lo que hace que hablar de “trabajo genuino” sea verdaderamente una utopía.
Esa bronca de a poco se va trasmitiendo de boca en boca y se va plasmando en organización. Se van tejiendo nuevos lazos de unidad desde las bases, patrimonio que hemos adquirido con mucho esfuerzo, plantándonos en cada conflicto mediante la acción directa de la movilización, los cortes de calles, los paros y asambleas.
Hay nuevas vanguardias que se van fogueando al calor de la lucha y que vienen dando pasos en este sentido. Y en algunos casos comienzan a tutearse con las ideas revolucionarias y ya han comenzado a poner ladrillo por ladrillo para fortalecer ese movimiento revolucionario que será el que muestre el camino a todo el caudal de luchas que presionan sobre el poder burgués y que no se la están haciendo fácil.
La responsabilidad de revolucionarias y revolucionarios (y como parte de ello nuestro Partido) es hacer fuerte y sólida esa propuesta, impulsando todas las acciones necesarias para que esas luchas se fundan con un proyecto revolucionario de carácter socialista que ponga en el centro de la escena al ser humano, al cuidado de la naturaleza y borre de un solo golpe, todas las calamidades a las que nos condena este sistema.