Las internas del gobierno nacional son la comidilla de todos los medios del sistema, alimentadas por las propias expresiones de sus integrantes. Por estos días se han producido desplazamientos en algunos lugares de decisión (sobre todo en el área económica) siendo la renuncia del secretario de comercio, Roberto Feletti, el cambio más reciente.
Las peleas y movimientos por arriba se dan en un marco de crisis económica y social de magnitud; la fuerza laboral en la Argentina, en proporciones mayoritarias, se hallan por debajo de la línea de pobreza marcada por las propias instituciones de la burguesía.
Los ingresos jubilatorios y los de los sectores de trabajo informales no dejan de perder ante la inflación desbocada.
El problema de la inflación es, por lejos, el que más afecta la vida cotidiana de decenas de millones de compatriotas que no pueden garantizar el sustento familiar.
Está claro que las políticas implementadas por el gobierno actual, más las que ya había aplicado el anterior, apuntaron y apuntan a realizar el ajuste contra el pueblo vía la inflación, en el marco de la necesidad de la clase dominante de rebajar la masa salarial para afrontar su crisis; lo que no es posible realizar vía rebaja directa del salario, se realiza con el aumento generalizado de los precios instrumento que la burguesía monopolista utiliza para apropiarse de una mayor porción de plusvalía.
Entendida así la verdadera causa de la inflación, entonces pueden entenderse mejor las internas de la fuerza gobernante. Unos y otros critican y operan sobre los efectos del problema y no sobre las causas reales del mismo.
El presidente Fernández haciendo lo que está haciendo: facilitando toda medida de gobierno que beneficie los intereses de tal o cual sector de la burguesía que se imponga a los otros sectores en desmedro de los ingresos populares; la vicepresidenta Fernández de Kirchner, haciendo un llamado abstracto para “nivelar” precios con los salarios e ingresos jubilatorios, como si ello fuera la solución para que los monopolios decidan algún día dejar de sustraer plusvalía vía la inflación.
Todo esto enmarcado en los intereses electoralistas hacia 2023, cuestión que agrava la situación dado en ese escenario las facciones de la burguesía no están discutiendo en realidad cómo superar el problema, sino cómo quedar menos “pegados” con el mismo hacia la próxima contienda electoral.
En este marco de disputas interburguesas nada podemos esperar la clase obrera y el pueblo como solución real para nuestros intereses.
Más aun, cualquier plan “antiinflacionario” vendrá de la mano de un mayor ajuste a los ingresos de las mayorías, tal como ocurrió en otras etapas de nuestra historia.
La verdadera lucha contra la inflación la está dando la clase obrera y demás sectores laborales en cada enfrentamiento para conseguir que los salarios no sigan perdiendo contra la misma. Pero ese es sólo uno de los aspectos de la lucha.
El otro aspecto, tan importante como el anterior, es que la clase de vanguardia comprenda que la lucha contra la inflación es una pelea que debemos dar como una sola clase contra la clase enemiga. Se trata de un enfrentamiento en el terreno político que sólo podrá ser llevado adelante si se profundiza la independencia política de clase y se camina en dirección a una unidad política desde abajo que sea expresión del poder organizado de la clase obrera y el pueblo
En ese camino los reclamos no sólo que se harán más potentes y ganarán en fortaleza, sino también significarán un importante avance en la construcción de una fuerza política que exprese los verdaderos intereses de los explotados y oprimidos.
Y para ello es indispensable debatir con las vanguardias obreras esta necesidad, instando a superar el reclamo sectorial para pasar a enhebrar los reclamos del resto de la clase y del pueblo ejerciendo desde abajo las metodologías de democracia directa y avanzando en la construcción de una fuerza que exprese el poder objetivo que tiene la clase para afectar verdaderamente los planes de los monopolios y su gobierno.
Porque de eso se trata: de asumir que la clase obrera tiene en sus manos la llave para abrir las puertas de la contienda política dado su papel en la producción y la posibilidad objetiva de afectar las ganancias de la burguesía, al mismo tiempo que avanza en la construcción de su propia expresión política de clase.
En el medio del torrente de luchas que irán creciendo se hace imprescindible trabajar en ese sentido y con esa perspectiva política, que permita el avance en ese terreno de la lucha, en el camino de la lucha por el poder que la clase obrera debe encabezar unificando bajo su proyecto político al conjunto de los otros sectores explotados y oprimidos.