En todo el país se están dando huelgas y paros en los más diversos sectores de la producción y servicios.
Así paso con la huelga nacional vitivinícola del 2021, donde la burocracia más rancia tuvo que convocar al paro para no ser sobrepasados por las bases autoconvocadas. Así sucede con los típicos paros nacionales convocados por ATE. Así sucedió con el paro ferroviario en el Sarmiento, donde por un lado la burocracia del Pollo Sobrero convoca, pero por el otro vacía la medida, dejando de relieve que la convocatoria es solo para descomprimir la presión de abajo. Así ha sucedido recientemente con los metalúrgicos de Río Grande (Tierra del Fuego) nucleados en la UOM, en donde la dirección sindical terminó quedando fuera de la negociación; y así está sucediendo por estos días con el paro del SUTNA en la industria del neumático.
La mayoría de ellas son expresión de lo que está pasando en el abajo. Y en esas expresiones encontramos de todo un poco.
Es decir: el común denominador es la presión que meten las y los trabajadores por diferentes causas, en donde lo salarial y las condiciones de trabajo lo dominan la escena en casi en su totalidad.
En estas huelgas o paros las burocracias sindicales empresariales, desde las tradicionalmente traidoras a las “nuevas” burocracias se ven obligadas a declarar huelga o paro según la situación que se presente.
Estas “declaraciones de guerra” intentan -sin temor a equivocarnos- a frenar la broca subyacente por la cual se declaró la medida. Lo que comúnmente por estas horas se las llama “negociaciones”.
Pero lanzadas estas medidas de lucha totalmente condicionadas no hay que perder de vista el por qué fueron declaradas. Y es allí en donde nuestra clase obrera y asalariados en general vamos experimentando el papel burocrático de las conductas sindicales.
Se experimenta en lo concreto y vamos asimilando la necesidad de la independencia política de la clase para transitar este camino.
Vamos comprendiendo que esas “medidas de lucha” intentan contener la rabia acumulada de las mayorías cuando desde las propias bases se comienza a pensar en medidas de lucha (fundamentalmente paros y huelgas) desde la propia organización independiente que la clase ha comenzado a rodar.
Las nuevas avanzadas están llamadas a elevar la calidad del enfrentamiento y ello solo se logrará en la medida que la organización venga de abajo hacia arriba, en cada sector, en cada lugar de trabajo en donde cada obrero u obrera se sienta parte y arte del enfrentamiento.
Esa organización por abajo requiere de la asamblea de sector, de debatir el por qué y hacia dónde vamos con la medida, concientizando a la vez que una huelga cuando va en serio requiere de esa preparación.
El paro o la huelga que viene de arriba sólo intentan una negociación en los marcos que la empresa impone a sus “bravos” sindicalistas.
Pero cuando la organización por abajo es embrionaria, cuando aún la independencia para tomar medidas de fondo aún se encuentra débil, las avanzadas deben debatir en sus sectores la experiencia que se transita, el por qué de los límites de ese tipo de “luchas”.
Y a la vez, intentar medidas que profundicen el enfrentamiento utilizando “los discursos de barricada” que sobre todo las nuevas burocracias practican a rajatabla.
Debemos aferrarnos en el abajo, profundizar las medidas con el peso que tiene cada sector y que las “representaciones” sindicales sientan el aliento en la nuca en cada nuevo reclamo.
Cuando se abre esa puerta desde abajo hay que forzarla para que sea de par en par, “Ustedes quieren asambleas para que les deleguemos las negociaciones, nosotros queremos asambleas para preparar la huelga con la movilización y organización activa de las bases”.
Estas son las nuevas brisas que se están dando en la clase. A veces se avanza, a veces se retrocede, pero este camino ya se ha abierto y hay que profundizarlo.
En primer término, el solo hecho de ir a una huelga (insistimos) es por la presión del abajo. Y eso lo debemos tomar muy en cuenta ya que la desconfianza de las burocracias a las fuerzas de la clase no tiene límite.
Partiendo de esa idea central y en simultáneo hay que organizar la medida que viene por arriba con las medidas y resoluciones que tomemos en el abajo. Experimentar, probar fuerzas a sabiendas que aún astas ideas están en franca debilidad.
Hay que hacer un camino en esta dirección democrática. Es difícil y lo sabemos por experiencia propia. Pero abundar en estas experiencias significará de hecho ir cambiando la correlación de fuerzas con el propio poder burgués en general y las burocracias de diferente cuño en particular.
Las avanzadas obreras tienen que preparar las medidas de fuerza para ganar en serio y ello se logrará elevando la conciencia política de cada medida a tomar. Que cada obrera u obrero sepa para que está luchando y contra quienes lo hace.
El papel del Partido revolucionario en las condiciones actuales es de elevar la conciencia política de lo que se está haciendo y experimentando.
Hacer consciente el poder que tiene la clase cuando en ella se condensa el odio de clase, sus organizaciones independientes y su disposición en ascenso al enfrentamiento clasista.