En esta nota nos proponemos demostrar cómo la burguesía ha manipulado descaradamente las estadísticas de conflictividad laboral durante los últimos dos años.
Que la burguesía manipula la información y las estadísticas es algo ya conocido. Lo vivimos a diario con los valores de inflación, particularmente, con la canasta alimentaria. Hoy nos proponemos tocar un tema particular: la conflictividad laboral ¿Por qué a la burguesía le interesa tergiversar la estadística de huelgas? Por dos motivos. El primero, y fundamental, tiene que ver con que pensemos que no pasa nada, que no se está luchando, que estamos solos. Por otro lado, como herramienta especulativa. Si, básicamente para venderle al mercado que “en Argentina está todo bien, no hay lucha de clases”. Pero veamos…
Nuestro país tiene dos fuentes principales de estadísticas de conflictividad laboral. La primera es la oficial, elaborada por el Ministerio de Trabajo. La otra es a través de revistas privadas, como por ejemplo la revista Tendencias Económicas y Financieras, que genera un informe mensual de conflictividad laboral.
Las estadísticas del Ministerio de Trabajo
Recientemente han sido publicadas las estadísticas anuales de conflictividad para el año 2021. Antes el Ministerio las publicaba mensualmente, pero la serie se interrumpe en junio del 2021. Parece que los resultados no eran tan convenientes… Las huelgas del año 2020 alcanzaron picos históricos desde 2006, donde empieza la serie estadística, para los sectores de transporte e industria manufacturera. El gráfico de abajo indica el salto que se dio tanto en huelguistas (línea continua) como, sobre todo, en jornadas de paro (línea punteada).
Imagen: Cantidad de huelguistas (trazo continuo) y cantidad de jornadas de paro (línea discontinua). Período 2020-2021 resaltado en amarillo.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Ministerio de Trabajo.
Se puede ver cómo para el año 2020 la cantidad de huelguistas aumenta pronunciadamente en industria manufacturera, a niveles superiores a los del 2017. Pero es en jornadas de paro (línea punteada de ambos) donde mayor diferencia se observa: allí los valores de conflictividad para la industria manufacturera igualan a las huelgas del 2010 (en el marco de la crisis del 2008), y las jornadas de paro en transporte son más de tres veces superiores a las huelgas del 2015.
Esto significa que cada obrero experimentó, en promedio, una cantidad de jornadas de paro muchísimo mayor que en períodos anteriores. A esto hay que sumarle que el incremento en la conflictividad laboral se debe, ante todo, a un incremento de los conflictos en lugar de trabajo, es decir, no se trata de paros nacionales convocados por las cúpulas sindicales, sino de conflictos bien concretos.
El año 2021 arrancó continuó con mucha conflictividad laboral, así lo pusieron de manifiesto grandes conflictos que se dieron aquel año como la huelga nacional vitivinícola, los elefantes neuquinos (sanidad), o la huelga de limoneros autoconvocados en Tucumán. Sin embargo, las estadísticas del Ministerio de Trabajo dicen lo contrario ¿Falla nuestra percepción o el Ministerio miente?
Baste tan solo tomar algún caso testigo.
En la provincia de Mendoza se declaran 6.791 huelguistas, con una cantidad de 11.103 jornadas de paro. Sin embargo, ese mismo año hubo tres días de huelga vitivinícola, que tuvo un acatamiento del 100%. Primera huelga luego de más de 40 años. Contabilizando solo las y los obreros que trabajan de manera formal, suman unos 15.000 vitivinícolas. A esto hay que sumar desde ya la enorme cantidad de personal informal. Tomando esta consideración, ese año en Mendoza hubo al menos 45.000 jornadas de paro, lo cual cuadruplica la estadística oficial. Además, hay que tener en cuenta que hubo otras huelgas, como la de sanidad del 5 y 6 de agosto, y la de petroleros de YPF y Pluspetrol.
Además de la estadística anual, el Ministerio lleva a cabo un recuento mensual que dejó de publicar en junio del 2021. Tomando la misma provincia testigo, hasta esa fecha solo había registradas dos huelgas. Presumimos que uno de esos conflictos –puesto que la estadística no da el detalle- fue el paro nacional vitivinícola del 31 de marzo, que tuvo continuidad también en abril, mes en el que el Ministerio informa que no hubo conflictos. Además, en marzo también hubo una jornada de paro con movilización en el sector educativo, que tampoco aparece asentada.
Si bien lo de Mendoza es tremendamente alevoso, recorriendo otras provincias sucede lo mismo. En Tierra del Fuego por ejemplo el primer semestre del 2021 registra solo un conflicto en febrero, que suponemos se trata de la huelga en Mirgor, por lo que no se contempla el paro de colectivos en mayo en Ushuaia y Rio Grande. En San Juan no se registran huelgas en marzo y abril, aunque las y los obreros vitivinícolas de esa provincia también participaron del paro nacional.
Las estadísticas de Tendencias Económicas y Financieras
Tomemos ahora como base esta otra fuente. Según la estadística elaborada por la revista especializada, el año 2020 presentó niveles de conflictividad mínimos comparados, por ejemplo, con el período 2014-2018. Inclusive el año 2019, que se caracterizó por una escasa conflictividad laboral, presenta en esta fuente estadística mayores niveles de conflictividad que durante 2020, con lo cual la estadística de esta revista de economía contradice abiertamente la propia estadística del Ministerio de Trabajo.
Es para tener en cuenta que mientras el Ministerio publica sus informes literalmente cuando le da la gana, puesto que ni siquiera aparecen en el calendario de publicaciones oficiales, esta revista lo hace de manera mensual, como parte de un paquete para que los empresarios analicen la coyuntura.
Es esta una buena forma también de ver cómo inclusive dentro de la propia burguesía se utiliza la información como elemento meramente especulativo: entre los propios burgueses se venden datos falsos, buscando generar “mejores condiciones de mercado” para apalancar cotizaciones bursátiles, atraer inversores, etc. De más está decir que, si el Ministerio de Trabajo publicara mensualmente en tiempo y forma las estadísticas de conflictividad que elabora, el negocio de estas consultoras privadas sería menos jugoso.
Una vez más vemos aquí, en un pequeñito ejemplo, cómo el burocratismo estatal tiene su origen en los negociados de sus directores.
Al contrario, la inserción en la clase obrera nos demuestra que los niveles de conflictividad laboral aumentaron desde el 2020, y aunque con sus altas y bajas, la resistencia obrera va creciendo.
Lejos de ser una “sensación optimista”, así lo demuestra el número de huelgas y la calidad de las mismas. Nos referimos a los conflictos que van apareciendo por conquista de libertades políticas y que superan a las burocracias sindicales.
Sobre estos temas ya hemos escrito bastante, y lo seguiremos haciendo, para desmantelar todas estas publicaciones de las cuales se prenden la izquierda y el progresismo para decir que “en la clase obrera no pasa nada”.