Tres días negros para los asalariados. Y van…
La clase dominante está atravesando horas de gran confusión política.
Su crisis estructural toca picos de alta intensidad.
Pero su mirada nunca pierde de vista que la crisis debe recaer siempre sobre la clase obrera y el pueblo.
Nos aturden con cifras de todo tipo. “Acusados” y “acusadores” alardean los manejos estadísticos para atacar o defender ciertas posiciones. Se reúnen a puertas cerradas entre otros Cristina Kirchner y Melconian. La hipocresía no tiene límites.
Sin embargo, el pueblo explotado y oprimido se aferra a los números reales, a la vida cotidiana y es allí en donde el “cuento” de la clase parasitaria se hace trizas.
A modo de ejemplo: todos sabemos que, si el dólar sube (como ha subido en estas horas) la suba de precios no se hace esperar y la capacidad de compra de cada asalariado se deteriora cada día un poquito más.
En los últimos tiempos la lucha por el reclamo salarial no se ha detenido y ello ha servido para elevar el grado de confrontación en las clases. Eso es muy cierto y muy promisorio.
Pero en jornadas como la que estamos viviendo en estos días reafirma la idea que la burguesía, aunque esté obligada –por un lado- a retroceder cediendo ciertos aumentos, nos los saca con creces por el otro, y nuevamente la burra al trigo.
Es aquí en donde los sindicatos hacen agua (ya sean “tradicionales” o “combativos y clasistas”, cuando la “lucha económica” la separan tajantemente de la lucha política.
Nos dicen: la lucha política es para los políticos burgueses. La clase obrera y los asalariados preocupémonos por el salario y hasta ahí llega su “combatividad”.
Pero es justamente el punto central en donde se dividen las aguas entre lo institucional del sistema y lo revolucionario para avanzar a los cambios necesarios en nuestra sociedad.
Para quebrar jornadas como la de estos días la clase obrera debe seguir fortaleciendo la idea revolucionaria de robustecer la independencia política en todos los planos que requiera el enfrentamiento.
Es en este sentido que nuestro partido alienta la idea de golpear a estas embestidas multiplicando la lucha por reclamos, como se viene haciendo.
Golpear con independencia política y organizativa abriendo asambleas con debates políticos en cada sector de trabajo, realizarlo como se pueda y con las diversas formas que se puedan dar, pero siempre autoconvocándose para multiplicar la democracia directa a toda la planta en el trabajo o en los barrios, las escuelas, etc.
Resistir a lo que se viene, no dejar pasar la embestida en cada lugar, hacer de cada resistencia una fortaleza. Pero para ello se necesita del mayor debate político, que el mismo se robustezca en el abajo.
Politizar implica la denuncia de esta embestida que se nos vino y profundizar en que la salida política a esta cuestión es profundizar la resistencia, empujar a la clase parasitaria a nuestro terreno y organizar políticamente las fuerzas que de hecho le ponen el cuerpo a las “balas”.
Nada de lo que está por arriba, de lo institucional, bregará por nuestros intereses.
Solo nuestra capacidad organizar la resistencia permitirá elevar la calidad de nuestros reclamos a un peldaño de disputa política.