La persistencia y profundización de la crisis económica del sistema con la multiplicación de problemas (contradicciones) imposibles de resolverse en forma particular sin ahondar otros (ver nota https://prtarg.com.ar/2022/06/22/los-problemas-del-sistema-y-las-soluciones-que-se-proponen/ ) hace que los grandes monopolios intensifiquen sus demandas a los funcionarios del gobierno y estructuras políticas del Estado a los que bancan para satisfacer sus intereses.
Pero estos se encuentran imposibilitados de hacerlo porque, para tapar un agujero, destapan varios. Entonces sucumben en la profundización de una crisis política de la que no pueden salir tanto el gobierno como la “oposición” de derecha y de izquierda.
La renuncia del ministro de economía Guzmán, fue el claro reflejo de lo que decimos.
Sin embargo, el cambio de figurita por la actual ministra Batakis no va a cambiar un milímetro la situación. ¿A qué nos referimos?
Por un lado, la posición de los monopolios y de toda la burguesía en general va a seguir siendo el empuje del curso de la marcha hacia el sostenimiento del margen de ganancias que no quieren perder.
De hecho, ayer lunes, el aumento del dólar, o más precisamente, la devaluación del peso (léase pérdida de poder adquisitivo del salario), generó un nuevo salto inflacionario con aumentos importantes en todos los rubros, sobre todo en los alimentos y bienes de consumo masivo (es decir, los que compran los trabajadores para poder vivir).
Por supuesto que nos referimos a los bienes que se venden, porque hay otros que directamente no se pueden comprar o que se venden sin precio.
Ahora, en medio de este “festival” de especulación en donde los capitales más grandes se van a deshacer de los más débiles y pequeños dando una vuelta más en el proceso de concentración, la pregunta es: ¿qué los detiene para aplicar decididamente los aumentos a tarifas, combustibles, mayor disparada del dólar para emparejar los bienes a los precios internacionales, etc.?
Y la respuesta a esta pregunta no puede formularse sin ver la otra cara de la moneda: la resistencia de la clase obrera y sectores populares.
El rumor creciente que ya se hace grito en algunos salones de las instituciones gubernamentales y cámaras empresariales (incluida la CGT), es que esto puede explotar en cualquier momento.
Es que la bronca acumulada en los sectores asalariados y pobres de la sociedad, es enorme.
Sin embargo, cada sector tiene una conducta que tiene que ver con sus características propias forjadas en la vida diaria de trabajo y relaciones sociales, su propia historia, etc.
Así, la clase obrera que es la que tiene la llave de toda la producción en sus manos, intuye que la respuesta debe ser organizada y contundente, porque no tiene la misma actitud de destapar agujeros para tapar otros.
En ese sentido cobra vital importancia en esta situación, la agitación y la propaganda revolucionarias, porque esta situación no admite sólo cambios cosméticos.
Se necesitan cambios profundos y de raíz. Entonces es preciso fomentar los debates en cada industria, agruparse desde los sectores de la fábrica y generalizar hacia el resto de la misma la lucha por los reclamos tanto económicos como políticos.
Levantar la mirada, conjuntamente con las vanguardias que se van perfilando en esas luchas, buscando y organizando la unidad de clase con otras fábricas de la zona, es fundamental.
Porque las mejoras salariales y en las condiciones de vida es muy difícil sostenerlas en soledad al interior de una sola fábrica, debido a que pueden lograrse momentáneamente, pero la inflación y las políticas de “ajuste” implementadas por el gobierno, y desde todas las esferas del Estado a favor de los monopolios, las diluyen y se escurren como el agua entre los dedos.
El nivel de situación crítica del sistema que sólo puede dimensionarse en forma estructural y no pasajera, hay que enfrentarlo con fuerza de clase.
Pero esto no depende de ningún gremio ya que la mayoría está en mano de sindicalistas empresariales o de burocracias que llevan a callejones sin salida, desarmando al proletariado dispuesto a la lucha sumiéndolo en el desaliento y la impotencia.
Aquí debemos ser muy claros. La contundencia de la lucha y la masividad depende de la fuerza y la organización que vayamos construyendo desde las bases, con debates, asambleas democráticas y toma de decisiones colectivas que impulsen a acciones colectivas de enfrentamiento a las políticas que están aplicando y que pretenderá profundizar la burguesía y su gobierno de turno.
No hay medias tintas.
Bajo esa perspectiva, nuestro partido tiene que estar al frente de esa “patriada” redoblando los esfuerzos a fin de que la clase obrera tenga un norte político que la lleve a su propia unidad orgánica y la impulse decididamente a la unidad con todos los sectores populares oprimidos hacia las grandes batallas que debemos dar en busca de la emancipación de esta esclavitud moderna a la que nos somete el capitalismo.