El temblor en las alturas es porque el abajo se mueve y enfrenta

Lo común, y ampliamente difundido, es la idea que las que imponen condiciones económicas y políticas a los gobiernos del mundo y, más precisamente, a nuestro país, son instituciones tales como el FMI, el Banco Mundial o el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), u otras como el Club de París, etc.

Esto ha dado lugar a que dichas entidades, ¡extranjeras!, sean presentadas como enfrentadas a los intereses “nacionales” y como LOS enemigos a combatir desde la unidad de todos los argentinos. Fórmula que encaja perfectamente para los intereses de la burguesía y los ensueños progresistas, reformistas, populistas y oportunistas de un capitalismo humanitario, al que aspiran algunos sectores sociales de ingresos medios que contribuyen a la mentira de los grandes burgueses.

Ahora, viendo más de cerca los últimos acontecimientos, por ejemplo, el viaje de la ministra Batakis a Estados Unidos, notamos que en la reunión que tuvo con las tres entidades financieras nombradas en primer término más arriba, estaban presentes también Santander Investments, Stone Harbor, Golden Tree, Bacebridge, Barclays Capital, Banza, City Banks, Morgan Stanley, Goldman Sachs, Gramercy, Bray Beach, VR Investments, Paloma Partners, Wellintong Management, entre otros. Todos ellos, preocupados, según la noticia periodística, por la posibilidad que el país pueda caer en default.

Más tarde la ministra se entrevistó con funcionarios de otras empresas interesadas en inversiones en Argentina, entre ellas, Chevron (viejos beneficiarios de la política de Cristina Kirchner), General Motors, Amazon y Google. 

Es evidente que todos estos bancos, financieras y empresas monopolistas mencionados son parte de los dueños del capital mundial que tienen representantes directos en el país (como Sebastián Vargas, Alberto Ramos, Javier Timerman, Matías Silvani, sólo por nombrar algunos), todos nacidos aquí y estrechamente relacionados con los gobiernos de turno cualquiera fuera su filiación política.

Ellos querían escuchar con oídos propios, y por eso le preguntaron a bocajarro a la ministra, si tenía el respaldo del presidente Fernández, de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y del presidente de la cámara de diputados Sergio Massa, a lo que la ministra contestó que sí, y agregó “Mi plan económico es el de los tres y fue aprobado por los tres en la coalición”

Las reuniones fueron de varias horas, en donde los experimentados miembros de estos capitales financieros transnacionales habían registrado tonos disonantes en la conversación con la ministra.

La preocupación de estos funcionarios del capital financiero tiene, a no dudarlo, una base material que explica sus desvelos y que los impulsó a ejercer presión sobre el gobierno de nuestro país sugiriendo, sin mencionar palabra, la necesidad de un respaldo político más sólido para llevar adelante las resoluciones que prometió Batakis, jurándoles que “ya empezó a tomar medidas para gastar menos y que habrá un ajuste fiscal que tendrá consecuencias”, como el congelamiento de las vacantes del Estado, la decisión de dosificar en forma mensual las partidas a los ministerios y de implementar una “caja única” para reducir el déficit de caja, además de “ordenar el gasto y hacerlo más eficiente”.

Es presumible que, no casualmente, a partir de esa insatisfacción de los burgueses más encumbrados, mientras Batakis volaba de regreso a Argentina, se cocinara en los más altos niveles políticos del gobierno, un nuevo enroque de funcionarios (y van…) que, al fin de semana, se develarán con nombres y apellidos concretos.

¿Y cuál es ese punto que los intranquiliza y mueve a insatisfacción?

Sencillamente, el reclamo, paros, luchas y movilizaciones que se fueron dando en estas últimas semanas y que preludian otras aún mayores, dada la situación agobiante que sufren las y los trabajadores y vastos sectores populares, ante la evidente y cada vez más impotente capacidad de las organizaciones instrumentadas para encorsetar la rebeldía manifiesta que le va dando otro tinte a la fase de resistencia que venimos transitando las y los obreros y sectores oprimidos por el capital.

Esas organizaciones, como la CGT o los gremios cuyos trabajadores y trabajadoras han impulsado luchas, desde las bases, que no pudieron ser controladas, se ven obligados, en muchos casos, a ponerse al frente. Algunos ejemplos de ello: neumáticos, vitivinícolas, docentes de algunas provincias como el caso de Mendoza (en donde hubo masividad y participación de estudiantes y familias, y a los que ahora hay que sumarles el descontento generalizado de los metalúrgicos a quienes les acaban de negar el anticipo de los aumentos acordados en paritarias), así como también el permanente reclamo y la movilización de los sectores empobrecidos y excluidos a quienes les es muy difícil contener ya.

Esta profunda crisis política que obliga a los cambios de funcionarios gubernamentales no es producto de intrigas palaciegas ni cálculos electorales (aunque no descartamos que se aproveche la misma para disputar los ansiados sillones).

Es claro, observando el proceso de la lucha de clases que viene dándose en nuestro país, que las causas obedecen a tratar de contener el creciente descontento y el avance en la movilización desde las bases obreras y populares.

Es claro también, que esa parte de los dueños del capital mundial que se reunieron en Washington con la virtual exministra incidieron en dichos cambios al ver esta situación, en un intento de curarse en salud, aunque esa salud esté muy comprometida.

En conclusión, es claro también, que cuanto más se enfrentan las políticas de ajuste, más profunda es la crisis política de quienes medran con nuestras vidas y crecen para nosotros las posibilidades de conquistar nuestras reivindicaciones y mejorar nuestras vidas.

 

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