Cuando la burguesía habla de “beneficios” a la industria automotriz, se cuida muy bien de NO decir subsidios.
Lo mismo pasa cuando habla de “exenciones” a la minería o a la agroindustria. NO habla de subsidios.
Sin embargo, lo curioso es que –en realidad- la clase obrera es la que subsidia a los monopolios y estos señores nos han dado «vuelta la tortilla»: en teoría ellos nos subsidian a nosotros.
La clase obrera industrial genera riqueza y ello está a la vista. Con salarios miserables que tienden a la baja permanente vemos pasar productos terminados, hechos con nuestra fuerza de trabajo para que estos señores engrosen sus bolsillos a la vez que nos dicen: “invertimos en el país”.
Desde ya, ocultan lo que hacen con nuestro sacrificio.
Invierten en base a la riqueza que nosotros generamos, hacen negocios globalizados a bajos salarios y reciben un premio mayor en subsidios. El Estado que les pertenece los beneficia. Todo sale de nuestros bolsillos.
Es decir que con nuestros “pesitos” cada vez más andrajosos alimentamos el vicio de los que más tienen: los señores parásitos que viven de nuestra sangre.
Así es el sistema capitalista: la dominación que ejercen sobre las mayorías explotadas y oprimidas está basada en esconder bajo siete llaves que la clase obrera es quién lo produce todo y es la que puede enarbolar un proyecto político para empezar a ordenar la sociedad humana.
Si una clase de parásitos domina el Estado es imposible que una sociedad pueda vivir dignamente.
El ministro Massa anunció por estos días una serie de medidas. No casualmente, las mismas estuvieron orientadas a facilitar subsidios para unos pocos monopolios. Se sentaron con automotrices, mineras, agroindustria e implementaron un festival de mecanismos financieros para seguir transfiriendo riquezas a los que más tienen.
Sí, amigas y amigos lectores: solo basta recorrer las primeras planas de los diarios para comprobar que el Estado de los monopolios y su actual gobierno redoblan la apuesta en una frenética carrera por la ganancia, o lo que es lo mismo: por el robo a quienes generamos fabulosas riquezas.
Es una aberración que la clase obrera y el pueblo subsidien a los monopolios.
Pero este sistema de dominación así lo impone. Les subsidiamos el agua, la energía, el transporte, etc. Eso sí: cuando las cosas empeoran la “culpa” es de los subsidios miserables otorgados a los que menos tienen, ¡que son producto de este mismo sistema!
Por otro lado, la clase dominarte y todo su aparato político realizan suculentos negocios “colaterales” con los subsidios a los necesitados.
La lucha política por arriba conlleva a una lucha por las tajadas que el Estado deriva en cada momento histórico (“subsidios”). Allí está una parte de las peleas en el poder burgués y allí es donde radica parte la crisis política estructural que existe.
Del otro lado de la barricada no tenemos otro camino que enfrentar esta situación.
Esa lucha debe darse permanentemente elevando la conciencia política respecto a que es el sistema capitalista el responsable fundamental de la decadencia en todos los planos que vivimos en nuestra sociedad.
Los subsidios a los monopolios es la muestra cabal de cómo este sistema conlleva un parasitismo estructural. Y de lo que hoy se trata es de frenarlos con la profundización de la resistencia y haciendo conocer a las avanzadas de la sociedad que nuestro partido está levantando un Programa que va directo a las causas que generan tanto dolor.
Si la clase obrera genera la riqueza… ¿por qué la clase obrera no puede dirigir los destinos de nuestro país?
Hay que elevar a la clase al plano político y en ese camino ir asimilando el porqué de la lucha por el poder y la construcción de una sociedad socialista.
Cuando la clase obrera genera la riqueza su fin deja de ser la ganancia para ser una aspiración fundamental: la dignidad de la vida humana.
La lucha por el poder con la clase que genera la riqueza como dirigente natural de todo el pueblo permitirá que todos los recursos generados vuelvan a las mayorías. Y en ello, los subsidios quedarán en la prehistoria de nuestro país.