Al llevar las ideas revolucionarias a las y los obreros que desconocen el marxismo y, con él, su crítica al capitalismo, nos encontramos con preguntas que nos hacen las y los compañeros de clase.
Las mismas surgen de la sensatez y el pensamiento práctico que habitan en las mentes del proletariado cuando éste escucha la propuesta revolucionaria y se introduce en el tema de cómo abordar los problemas de la producción tanto en la sociedad actual como en la nueva sociedad socialista. Porque el proletario pretende respuestas serias y descarta elucubraciones de sueños aventureros.
Una pregunta clave que nos hacen es: Si derrotamos a la burguesía, tomamos el poder y la expropiamos, ¿cómo vamos a producir y desarrollar la sociedad socialista sin capitales?
Como caballito de batalla, la burguesía taladra las mentes de toda la sociedad insistiendo en que nuestro país, o cualquier país del mundo, se necesitan de capitales para poder producir.
En esta nota sólo abordaremos este tema sin mayores pretensiones ya que hay otros elementos fundamentales que hacen a la construcción del socialismo tales como la defensa militar de la revolución, la educación revolucionaria de las masas, las relaciones internacionales, la solidaridad de clase con los obreros del mundo, etc.
Veamos:
Una vez tomado el poder la clase obrera y el pueblo tienen que producir y satisfacer las necesidades de toda la población, la cual incluye: los medios de vida (alimentos, vestido, transporte, energía, viviendas, educación, salud, etc.) y un fondo de reserva que permita afrontar contingencias varias y planificar un desarrollo para mejorar las condiciones de vida y proveer a las generaciones venideras. De ello se deriva la pregunta aludida que nace espontáneamente, y más, teniendo en cuenta el repiqueteo permanente que la burguesía hace al respecto.
Para avanzar, primero deberemos responder a la siguiente interrogación según los conceptos que Marx definió en su magnífica obra “El Capital”: ¿Qué es el capital?
¿El capital es dinero atesorado en una caja fuerte o en la bóveda de un banco?
En esa situación, pasa con el dinero lo mismo que estar sentado sobre una tierra cuyo subsuelo está lleno de petróleo, o tener un terreno en el que existen montañas con vetas de oro. Si el dinero, el petróleo o el oro no salen de esos lugares y se transforman en bienes útiles, cambiables o gozables, no son nada. El avaro que se muere abrazado a su bolsa de dinero, no ha gozado de lo que podría haber comprado con el mismo y, por lo tanto, su vida no se diferenció de la de un pobre que nunca tuvo dinero ahorrado. Primera conclusión: el dinero en sí mismo no es capital.
¿Son capital los medios de producción?
Todo lo que llamamos medios de producción: máquinas, herramientas, instalaciones para la producción, líneas de producción, materias primas, no son más que eso mismo. Si esos bienes no se ponen en funcionamiento, se degradan y terminan siendo inútiles o desapareciendo con el paso del tiempo. Con ellos pasa lo mismo que con el dinero de la bóveda. Segunda conclusión: los medios de producción en sí mismos no son capital.
Tampoco son capital las materias naturales como la tierra, el petróleo en el subsuelo, el oro en la piedra, la madera en el bosque, los peces en el agua, etc.
Todos estos bienes (el dinero, los medios de producción o las materias naturales) para que se conviertan en capital deben tener dueños que los pongan a producir en manos de obreros que, con su trabajo les agreguen valor transformándolos en mercancías potenciales para ser vendidas y obtener ganancias.
Un capital es entonces la suma de esos bienes más la relación entre el o los dueños de los mismos con el trabajo asalariado de los obreros.
Sin esa relación social, el capital no existe.
Lo que aparenta ser una relación entre objetos (medios de producción, materias primas, dinero, materias naturales), en realidad es una relación social entre poseedores de los mismos y obreros que sólo tienen su fuerza de trabajo y carecen de propiedad de ese tipo de bienes.
En conclusión: No hay capital sin el trabajo asalariado de los obreros.
La burguesía dice y nos hace creer a todos nosotros que se necesitan capitales para producir. Nosotros decimos con seguridad que ellos necesitan del trabajo de los obreros para que haya capital.
Como vemos, la cosa es al revés: la burguesía hace el capital mediante la explotación y la apropiación del trabajo de los obreros. Todos los días expropia trabajo ajeno de cientos, miles y millones de obreros mientras exige que se respete la propiedad privada. Claro es que la propiedad de la que habla la burguesía, es la propiedad privada capitalista fundada en la expropiación del trabajo ajeno a cambio de salarios miserables.
Una vez saldada esta cuestión, vayamos nuevamente al comienzo.
Luego de tomado el poder y de haber expropiado a los capitalistas de sus bienes y sus dineros, los obreros tendremos todos los elementos materiales a nuestra disposición para poder producir. Hablamos de expropiación a la burguesía y, para los obreros, no hay nada más justo que expropiarle a los expropiadores.
Esos elementos son: las fábricas, las maquinarias y herramientas, las instalaciones, la tierra (porciones del planeta que tienen dueños particulares) con sus riquezas (metales, petróleo, bosques, ríos, animales, peces, aves, etc.).
Siendo esos elementos materiales de propiedad social (es decir, de nadie en particular, pero de todos en conjunto), podremos trabajar para producir lo que necesitamos y también podremos ir creando un fondo de reserva en bienes para poder desarrollarnos y afrontar cualquier contingencia, así como una reserva importante para la defensa militar de la revolución, garantía del mantenimiento de la misma.
Esos bienes producidos deberán ser distribuidos entre la población para su uso y disfrute mediante algún sistema de débito (cada trabajador tendrá asignado un crédito generado por su trabajo). En la sociedad socialista, salvo los ancianos, enfermos y personas incapaces de realizar un trabajo, todo el mundo deberá trabajar.
Hay bienes que, por distintas razones, no produciremos, entonces, parte de los que sí producimos como sociedad pueden intercambiarse por otros del mismo valor, en el mercado mundial tal como sucede actualmente en el capitalismo (estamos hablando del excedente, una vez satisfechas las necesidades internas de todo el pueblo).
La diferencia entre el socialismo y el capitalismo es que esos objetos que son mercancías en este sistema, en el socialismo van a ser bienes de uso individual (los de consumo: víveres, vestidos, aparatos domésticos, servicios personales, etc.) o bienes de uso colectivo (medios de producción: materias primas, máquinas, herramientas, servicios públicos, etc.).
En vez de capitales, en la sociedad socialista, lo que necesitaremos son elementos materiales (naturales o fabricados) para poder producir lo que necesitamos.
Mediante el intercambio mundial, venderemos, por ejemplo: carne, soja, trigo, maíz, aceite, vestidos, gas, petróleo, peces, máquinas, repuestos, automotores, y otros bienes industriales que produciremos y que, en este escrito, es imposible enlistar. Y a cambio, compraremos, por ejemplo, chips, elementos para computación, y otro tipo de bienes que, en una primera etapa no estaremos en condiciones de producir.
Con la venta, obtendremos dinero de curso mundial (por ejemplo, dólares) y en la compra gastaremos parte de los mismos y deberemos generar una reserva en esa moneda como también en oro, si el resto del mundo sigue en el capitalismo. Por eso habrá un banco central que se ocupe del comercio exterior.
En función de la carencia de bienes que implican un desarrollo industrial elevado, es que, en la revolución socialista, cobra enorme importancia el desarrollo científico para poder avanzar en la producción industrial de ese tipo de bienes, lo cual le dará a la revolución una independencia económica que fortalecerá, aún más, la independencia política.
Alguien se preguntará: ¿Y si en represalia a la revolución, algunos países poderosos resuelven hacernos un bloqueo? A eso responderemos que, en efecto, puede ser una posibilidad. Pero ello no impide que podamos intercambiar productos con otros países que no se sumen a ese bloqueo. Además, la burguesía se caracteriza por tener como único principio duradero el de la ganancia y la acumulación, dado lo cual, lo que en un primer momento puede complicarnos, a la larga se quiebra por mandato de las leyes de la acumulación, la competencia y la centralización del propio capital.
Al respecto, Marx acuñó una extraordinaria frase que grafica claramente lo que estamos aseverando en este párrafo y que más o menos dice: “El último burgués va a vendernos la soga con la que lo vamos a ahorcar”. Hasta ese extremo llega la irracionalidad burguesa en procura de la ganancia.