Conflicto del neumático: fracaso del sistema capitalista

Recortes en Educación ($45.336 millones), en Salud ($44.302 millones) y en Transporte ($40.000 millones). En aumentos de partidas se destaca el “servicio de deuda pública (pago de intereses): $142.192 millones.

La clase dominante “no duerme” y el ajuste se ha echado andar.

La resistencia de nuestro pueblo no cede y por va en aumento.

Así están dadas las cosas: la lucha de clases va poniendo el verdadero enfrentamiento a los ojos de millones de explotados y oprimidos.

Es cierto, la resistencia nos está marcando que hay que seguir caminando, acumulando fuerzas en experiencia y organización. Aunque las instituciones del Estado no son creíbles para las grandes mayorías aún pesa el “paraguas” impuesto por la “democracia” representativa. Es decir: “no creo en ellas, pero no tengo otro camino”.

Esto se da en la vida política y en la vida gremial y es el momento transitorio que estamos atravesando. Es decir: todo se puede cuestionar del sistema imperante menos la idea de suplantar este poder por otro.

Es como que debemos tolerar fracaso tras fracaso del sistema capitalista en la solución de los problemas del pueblo, pero que ni se nos ocurra pensar de otra manera.

¿Qué es esa otra manera? Pensar con independencia de lo que nos viene de arriba, de lo que el Estado impone desde sus instituciones mientras nuestra vida empeora año tras año.

Para pensar de otra manera hay que apoyarse en un proyecto que ya está caminando y que pone en el centro de la escena a la sociedad humana y la naturaleza, dejando atrás al capitalismo que lo dirige todo a la ganancia y al mercado.


EL CONFLICTO DEL NEUMÁTICO

Hoy en día hay un ejemplo de a dónde nos ha llevado esta “forma de pensar” en el sistema capitalista.

El conflicto de neumático lleva largos meses de duración. Miles de obreras y obreros han sufrido, sufren y sufrirán las consecuencias de producir en pésimas condiciones de trabajo, con salarios que nos alejan de una vida digna y con ritmos de producción en aumento.

La clase obrera del neumático resiste a pesar del peso institucional del sistema. Está actuando como clase y eso es un paso adelante. Pero en ese mismo enfrentamiento, en donde no cabe la conciliación de clases antagónicas ni tampoco negociaciones a espaldas de los trabajadores y trabajadoras, se hace necesario reflexionar también de lo que queremos como seres humanos. Y si trabajamos y producimos la riqueza por qué entonces unos pocos se quedan siempre con la frutilla del postre.

Sí: hay que profundizar las luchas contra todo intento de ajuste y disciplinamiento, pero a la vez, las nuevas camadas de obreros que están en las avanzadas como en este conflicto tienen que conocer que se puede y se debe pensar de otra manera, por fuera de los intereses mezquinos a que nos conduce el sistema capitalista.

Luchamos y no dejaremos de resistir, pero no haremos “luchismo”. Pensar de otra manera es llevar adelante un proyecto político revolucionario. Pero ¿Cómo encarar este pensamiento propio, independiente de los de arriba, del poder ya instituido?

No hay que inventar nada nuevo y apoyarse en la experiencia histórica ya hecha de la clase, de los trabajadores y trabajadoras del neumático. Que ese pensamiento independiente vaya gestando organizaciones políticas independientes que vayan acumulando fuerzas independientes para la lucha por el poder.

Insistimos: hay que profundizar las medidas desde ya, y a la vez, acumular fuerzas abajo, organizar con plena participación de obreros y obreras en los sectores para tomar medidas con participación masiva. Es allí en donde hay que explicar la idea revolucionaria del pensamiento independiente y que es “pensar de otra manera”.

Organizando en la resistencia y en la masividad hay que elevar la conciencia: no puede ser que el que genera la riqueza no pueda acceder a lo que produce.

Entonces el conflicto adquiere otras dimensiones. No requiere del “todo o nada” como lo requiere el electoralismo político o gremial. Requiere sí profundizar en todas las líneas de acumulación por abajo, y ello incluye las organizaciones independientes de la clase que se disponen a batallas que se enfoquen hacia el poder, aunque el reclamo sea en su apariencia por una conquista económica.

Miles de neumáticos que cuestan fortunas, se exportan en dólares y nos pagan en pesos cada vez más devaluados. Y aducen que sin ellos no podemos existir.

Mienten. Ellos viven e “invierten” con nuestros sacrificios y esa forma de pensar lo tiñe todo. Mienten cuando dicen que “se van del país”.

Acumular fuerzas en la resistencia actual es también acumular fuerzas en elevar la conciencia de la clase obrera y el pueblo sobre que el sistema capitalista es más fracaso para el pueblo, más incertidumbre y por sobre todas las cosas, más indignidad.

La lucha que sume a la lucha por un nuevo poder, por construir una nueva sociedad de carácter socialista es pensar de otra manera la vida cotidiana y saber asimilar el para qué luchamos. Una lucha que ya no se limita a un aumento salarial a secas, sino que está englobada en un proyecto que despierta sueños posibles de cumplir. Esto cuando la clase que lo produce todo y no tiene nada se haga cargo efectivo de la dirección política de la nueva sociedad y sea la sociedad humana el punto de mira central de la revolución que necesita nuestro país.

En el conflicto del neumático la clase dominante intenta dar una “lección” a la clase obrera, producir un retroceso de la resistencia hasta ahora desplegada.

Han cerrado filas y amenazan con ir a fondo. Pero el contexto nacional e internacional no es el mismo y ellos lo saben.

La tendencia es a la agudización de la lucha de clases más allá que la resistencia pasará por idas y vueltas. Es allí en donde hay que aferrarse. En estas condiciones de dificultad hay que depositar la mayor de las confianzas y profundizar el proyecto revolucionario. Llegar, introducir el mismo ya es una acumulación de fuerzas que tendrá como protagonistas a los obreros y obreras en lucha.

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