La política de la burguesía es rebaja salarial, aumento de la productividad y disciplinamiento de la fuerza laboral

“Lo peor está por venir” augura un informe del FMI (1) refiriéndose a las proyecciones sobre la economía mundial para 2023. En el mismo se ratifica la profundización del proceso recesivo actual y el aumento de la inflación.

La aguda crisis capitalista, como dijimos en anteriores oportunidades, todavía no encuentra fondo. Esto se convierte en el combustible para las expresiones de descontento que atraviesan el planeta como respuesta a sus efectos, como así también para la exacerbación de las contradicciones interimperialistas.

Al mismo tiempo, ratifica que la política de la oligarquía financiera mundial seguirá apuntando a la rebaja salarial, al aumento de la productividad y al deterioro del nivel de vida de las masas asalariadas como instrumentos para atenuar la caída de la tasa de ganancia. Es lo que ya está en marcha y el citado informe, sin decirlo obviamente, confirma, dado que es la única alternativa que le queda al capital monopolista.

El marco de la crisis capitalista mundial es imprescindible tenerlo en cuenta para ratificar también cual seguirá siendo la política de la burguesía monopolista en nuestro país.

Como en el mundo, la lucha de clases se seguirá intensificando. La lucha salarial y por mejores condiciones de trabajo seguirán siendo los ejes centrales del proletariado en general y de la clase obrera en particular.

De allí que sea muy importante darle un marco político a los reclamos que se seguirán multiplicando. Nos referimos a que no es lo mismo salir a la lucha salarial y por condiciones laborales entendiendo la misma como una pelea solamente contra el patrón inmediato que entenderla y llevarla a cabo desde la comprensión de la existencia de la crisis capitalista y, por ende, de la necesidad de enfrentar la política de toda la clase explotadora.

Ello implica que las fuerzas que debemos organizar desde la clase de vanguardia cuenten con una estrategia de unidad política de toda la clase obrera y, desde la misma, la unidad con el resto de los sectores explotados y oprimidos del pueblo.

En ese camino que las y los revolucionarios debemos recorrer insertos en el proceso de luchas, el debate político e ideológico acerca de las metodologías de organización y la comprensión de qué enemigo enfrentamos cobra una importancia de primer orden, dado que en el mismo proceso es imprescindible analizar los pasos que dicho enemigo se propone para hacer efectivos sus planes.

De allí que, en esta etapa, junto con los objetivos de rebaja salarial y aumento de la productividad, se comience a notar la intención de la burguesía de avanzar en una política de disciplinamiento sobre distintos sectores que salen a la lucha.ç

La experiencia reciente de la lucha del neumático fue un claro ejemplo; en un principio, cuando el conflicto adquirió trascendencia nacional, la clase dominante ensayó un discurso unificado que pretendía aislar y tomar como “caso testigo” la mencionada lucha.

Con el correr de los días, producto de la firmeza de las bases obreras para sostener las medidas, comenzaron a manifestarse contradicciones en esa política adoptada por la burguesía que demostró que tal unidad de los de “arriba” se desgajaba.

Allí también se manifestó que, así como la burguesía lo caracterizó como una lucha que ponía sobre la mesa su política de rebaja salarial, importantes sectores de la clase obrera y trabajadores en general lo vieron de la misma manera. Con el resultado puesto, esa expectativa presente por abajo se manifestó en expresiones de entusiasmo y satisfacción por el hecho político que significó que la lucha no pudiera ser doblegada.

Es este un antecedente muy importante que, podríamos decir, hace nacer herida la intención de la clase explotadora de disciplinar a la clase productora. Sin embargo, y aquí debemos volver sobre el marco de la crisis capitalista y de la estrategia de la burguesía para afrontarla, no se puede afirmar que la misma esté derrotada. La burguesía seguirá teniendo una conducta de clase para garantizar sus planes y la misma conducta debe asumir la clase obrera.

En este escenario es fundamental incorporar a la lucha salarial y por mejores condiciones de trabajo la reivindicación de sostener los derechos políticos que se hayan alcanzado y la de conquistar nuevos escalones en ese sentido.

Es esa una reivindicación y una ratificación de la lucha por nuestros derechos políticos como clase.

Precisamente, incorporar esta demanda es aportar al avance de la conciencia y conducta de clase de las bases obreras en el objetivo de elevar al plano político el enfrentamiento clasista.

Que cada medida de lucha contemple la necesidad de avanzar en la organización por abajo, con las metodologías de la democracia obrera, como condición para ampliar el camino de las luchas y no encorsetarlas en los moldes de la organización de la institucionalidad burguesa.

Rebaja salarial, aumento de la productividad y disciplinamiento de la fuerza laboral es la política de la burguesía; aumento de salarios, mejores condiciones de trabajo y defensa y conquista de nuestros derechos políticos es la política de la clase obrera.


(1) Ver: https://www.cronista.com/economia-politica/lo-peor-esta-por-venir-la-dura-proyeccion-del-fmi-y-que-se-espera-para-argentina/

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