Qatar: el mundial edificado sobre un cementerio de trabajadores

Decenas de miles de espectadores van a colmar las gradas de los nuevos e impactantes estadios en Qatar, provistos de exclusivas comodidades y novedosa tecnología.

Miles de millones de personas van a mirar por televisión e internet los partidos.

Todo lo cual, por supuesto, va a derivar en jugosos negocios para los grandes monopolios, en medio de la exhibición de un espectáculo seguramente deslumbrante, como lo es un mundial de fútbol.

Ahora bien, conociendo cómo han sido utilizados por el poder los mundiales en distintos momentos de la Historia (en 1978 por ejemplo, a unas cuadras de la cancha de River se torturaba y asesinaba argentinos y argentinas en la ESMA), este mundial de Qatar, y en especial su organización, se destaca por algo especial y siniestro: 6.500 muertes de trabajadores contratados en condiciones de semi esclavitud.

Y las cifras se quedan cortas, según medios de la propia burguesía, como el reconocido The Guardian, o la ONG Amnesty Internacional.

Este terrible número es del año pasado, y todavía los preparativos no concluyen.

Los trabajadores son llevados al país árabe a través del sistema Kafala, que funciona hace varios años. Los trabajadores migrantes de países pobres (India, Bangladesh, Nepal, Pakistán, etc.) tienen un «patrocinador» o representante local que les retiene la visa y se hace «responsable» de su estado legal, lo cual propicia situaciones de trabajo en condiciones, cómo decíamos, de semi esclavitud y de abuso patronal, sin ningún tipo de regulación o control, ni siquiera el que podría suponerse proveniente de las propias instituciones burguesas.

Los empleadores, gusanos capitalistas directamente o administradores de negocios, aprovechan la desesperación de esos seres humanos que viven en condiciones realmente miserables y que van a la búsqueda de la subsistencia para ellos y sus familias.

Las muertes de los trabajadores se deben especialmente a las caídas desde grandes alturas, complicaciones de salud derivadas del intenso calor, suicidios, todo dado por supuesto en un contexto de aberrantes condiciones de trabajo.

Así se construyeron los estadios, caminos, hoteles… En suma: toda la infraestructura para “acondicionar” el país y ser el anfitrión del mundial.

Ni siquiera el argumento deportivo aquí se sostiene, puesto que, al no ser un país de tradición futbolera, queda más a la vista que solo se trata de negocios montados sobre la sangre, la desesperación, la angustia y la muerte de la clase obrera.

Aclaramos nuevamente que este sistema de trabajo (Kafala) no es exclusivo de la organización del mundial ni de Qatar. Pero en ese país, el 90 % de la fuerza laboral está compuesta por trabajadores migrantes sometidos a esta inhumana modalidad.

La FIFA, por supuesto, y los Ceos de las empresas organizadoras, se lavan las manos: niegan está realidad que a estas alturas es una verdad inocultable.

A tal punto que algunas selecciones (como la de Dinamarca) van a usar camisetas completamente rojas, y una de las alternativas de color negro, en señal de luto por los muertos sepultados bajo el negocio del mundial.

Evidentemente, ni debería jugarse, pero «negocios son negocios», en un claro ejemplo de que, para el capitalismo, la sed de ganancia de un puñado de parásitos vale mucho más que la dignidad, la sangre y la vida de los trabajadores, a quienes explotan sin miramientos para vivir su fiesta.

Pero ya se les va a terminar, y eso está en nuestras manos, si logramos organizar y unir las luchas por la Revolución y el Socialismo.

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