Dos de los principales referentes de la política burguesa en la Argentina (Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri) están lanzados en la carrera electoral, aunque todavía no sean candidatos.
Lo importante es montar un escenario de expectativas que seduzca a las masas, hoy sumidas en una cada vez más insoportable y desigual lucha por la vida. Lo que intentan es poner el horizonte de las elecciones de 2023 como la meta a conquistar y, así, seguir alimentando el engaño de la democracia burguesa.
La vicepresidenta promete volver al pasado (obviando de forma desfachatada el desastroso presente del que SU gobierno es responsable); el ex presidente promete fugar hacia delante afirmando que hará lo mismo que hizo en su patético gobierno, pero “más rápido”. Una y otro se retroalimentan, son dos caras de una misma moneda. Lo que quedaría sería esperar ver de qué lado caerá la misma y así se definirían las cosas.
Mientras este juego entre blanco y negro se desarrolla, el movimiento de masas pone sus energías en la lucha por la subsistencia.
Sólo los minoritarios “núcleos duros” de ambas facciones políticas de la burguesía se embarcan detrás de las promesas de esos paraísos mientras, en el infierno de la vida cotidiana, la clase obrera y el resto del pueblo explotado y oprimido se las arregla como puede.
Con salarios y jubilaciones indignos, con ayudas sociales más indignas todavía, con el ensayo de uno y mil malabares para enfrentar la desigual carrera contra el aumento generalizado de los precios, con escuelas y hospitales que se caen a pedazos, con la inseguridad como daga sobre nuestras cabezas y así… En definitiva, con un presente tan ominoso que no permite, ni siquiera, ya no planificar sino imaginar un futuro distinto.
Así están las cosas. Los políticos de la burguesía dibujando futuros de cotillón y las más amplias masas obreras y trabajadoras intentando domar un presente horripilante.
Ante esta situación las fuerzas que luchamos por la revolución social, que apuntamos hacia una estrategia de lucha inclaudicable por el poder, no debemos perder ni por un minuto el rumbo de nuestras acciones.
Debemos redoblar la convicción que, en este escenario de la lucha de clases, la necesidad de construir una propuesta política con absoluta independencia de las fuerzas de la burguesía, es el camino que se debe seguir transitando.
Para ello es indispensable que la clase de vanguardia de la sociedad, la clase obrera, desde su ideología y su proyecto político, sea capaz de levantar una verdadera alternativa para el conjunto social explotado y oprimido.
Esta imperiosa necesidad obliga a que las y los comunistas intensifiquemos los lazos y el enraizamiento con las masas obreras, partiendo de sus demandas específicas, al mismo tiempo que desarrollamos una labor paciente y perseverante por dotar a las mismas de las ideas revolucionarias.
Cualquier “atajo” que se pretenda emprender implica seguir dejando huérfana a la clase de vanguardia y a merced de los vaivenes de la política del enemigo de clase.
En el medio de la monumental crisis capitalista que atraviesa al mundo y, en particular a nuestro país, las labores “opacas y grises” que las y los revolucionarios tenemos como responsabilidad indelegable, son el camino más largo pero más directo para lograr erigir una salida política parida desde la clase obrera en contraposición a las falsas “salidas” que ofrece la burguesía monopolista.