A confesión de partes…


Relevo de pruebas, dice un adagio leguleyo…

Y cuando la crisis política se tensa, los funcionarios del sistema burgués se ponen nerviosos y muestran la hilacha.

Recientemente un dirigente de la organización de desocupados Polo Obrero (Partido Obrero), Eduardo Belliboni, tuvo un acceso de honestidad surgido al calor de la temperatura popular -que va subiendo- y dijo:

Lo que va a pasar depende del Gobierno, yo no lo puedo saber, pero te puedo garantizar que vas a tener conflicto en la calle, que las marchas y cortes van a ser diarios y que van a ver los acampes como nunca. Los imbéciles estos les dijimos que, si no nos dan algo, el problema no somos nosotros, el tema es que hay millones de pobres que no están organizados, esos son los que van a salir a romper todo. Nosotros somos el tabique que banca que esto no reviente, pero si el Gobierno no hace nada, nosotros contenemos a los nuestros, pero no a todos, el Gobierno no tiene interlocución con millones de argentinos que están desesperados y que van a salir a la calle.[1]

Hay que decir que, por imposición de las leyes de funcionamiento del sistema capitalista, el gobierno seguirá ajustando porque es una necesidad de los monopolios intentar revertir los efectos de la  tendencia decreciente de la cuota de ganancia. Y esto en medio de una crisis capitalista estructural, que es económica y política.

Estos capitales, a partir de una inmensa concentración económica, controlan -y se disputan violentamente entre sí-, los resortes de los Estados, que operan al servicio de sus necesidades de ganancia y ajustan en consecuencia.

Y, como siempre, la burguesía dice “algún traste va a sangrar” y descarga el peso de su voracidad sobre las espaldas del pueblo, con salarios de miseria, inflación, aumento de ritmos de producción, condiciones asesinas de trabajo o, directamente, falta de trabajo, vaciamiento de educación, salud, jubilaciones, asistencia social y un empeoramiento general de las condiciones en que vivimos quienes somos de este pueblo

Es decir: el panorama político se presenta como un embudo que no tiene otra salida que el recrudecimiento del enfrentamiento de clases. Y es ahí donde entran a jugar estas organizaciones.

Belliboni lo dice claramente cuando dice que “el problema”, lo que ellos no pueden contener, son los pobres no “organizados”, que nosotros traduciríamos a no sometidos por las estructuras del sistema (porque para las y los revolucionarios, el pueblo se organiza con asambleas, en unidad y desde abajo; y no en las estructuras de este sistema, por más “rojitas” que se quieran pintar).

Porque precisamente, para evitar que las atrocidades de este sistema lo desborden políticamente, y lleven a la clase obrera y el pueblo empobrecido a construir un proyecto político propio, que no esté sostenido sobre la explotación del trabajo ajeno ni privilegie las ganancias sobre la vida; existen este tipo de organizaciones, que actúan manteniendo la tapa de la olla, es decir, impidiendo que la lucha desborde la forma capitalista de organización social, que está podrida hasta la médula.

Históricamente, desde que existe, el Estado ha sido herramienta de la clase parasitaria en el poder, para someter, mediante el engaño y la represión, a la clase que produce. En esta cruel fase imperialista del sistema capitalista, estas organizaciones, tal como lo reconoce Belliboni, sirven de herramienta de engaño para contener las luchas, llevándolas siempre al terreno institucional y, por lo tanto, a la derrota; y son funcionales al temor que la burguesía le tiene a la organización independiente de la clase obrera y el pueblo empobrecido.

Porque, como lo han demostrado luchas de la envergadura de Algodonera Avellaneda, Vitivinícolas, Sameep, salud en Neuquén, la lucha del neumático, Acindar, Residentes y Concurrentes de CABA, por sólo nombrar algunas, cuando la clase obrera y el pueblo se unen, en la mayor unidad y la más amplia democracia asamblearia, la burguesía hambreadora, junto con sus funcionarios y sindicatos que le sirven, tiene que recular, y es en ese camino que se construye el futuro de dignidad en el socialismo.

No quieren que el pueblo coma y viva felizmente, porque para que eso pase, ellos tienen que dejar de ser privilegiados y por eso tienen miedo. Porque saben que, si no pueden contener las luchas en los marcos de sus estructuras, su poder tiembla.

Pero la historia no se frena por la voluntad de nadie, por eso es necesario avanzar con la organización desde abajo, que, con la clase obrera al frente, transite el camino que nos llevará a liberarnos de la explotación, con la más extensa democracia obrera y revolucionaria; arrancándoles de las manos el poder a quienes nos someten a la miseria y al hambre.


[1] https://www.mdzol.com/sociedad/2022/11/21/eduardo-belliboni-el-gobierno-no-tiene-idea-de-lo-que-esta-por-pasar-292923.html

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