En el día de ayer, al mismo tiempo que se desarrollaba la reunión de paritarias metalúrgica de rama 21 en Buenos Aires, en la planta de Acindar Villa Constitución se realizaba una asamblea general con parada en toda la planta.
En esa asamblea, donde participaron compañeros de planta y de empresas contratistas que pertenecen a la misma rama, la expectativa era muy grande, ya que se venía postergando desde hacía 2 semanas, aunque las “amenazas de asambleas” y los memes de “casi paro” de la UOM son “históricos”. Los anuncios son muchos y las concreciones pocas.
De entrada, los Directivos empezaron a hacer un balance de lo actuado, (1 asamblea de 2 horas con parada de media planta y la otra aprovechando que acería ya estaba parada), levantando que somos los únicos que estamos haciendo medidas y anunciando que ya les habían avisado que el Ministerio dictaba la conciliación obligatoria solo para Villa Constitución; y que en la portería (a 30 metros de la asamblea) había un escribano puesto por la empresa mirando todo.
A renglón seguido plantearon que “la medida y la demostración ya estaba, y que les diéramos un voto de confianza”. Además, que esperemos a la junta de delegados (que se hace hoy) para ver qué pasos seguir.
Todo esto tirando para atrás por segunda vez, un paro de actividades de 24 horas. que se había votado en un congreso la semana pasada.
Lo que pasa es que no contaron con la bronca acumulada, las expectativas generadas, y la decisión con la que venían los compañeros, hartos de amagues de medidas de fuerza que nunca se concretan y, sobre todo, hartos de los sueldos de miseria que tenemos.
Cuando ya se estaban “despidiendo” alcanzó con que un compañero tome la palabra planteando que los análisis que ellos hacen los hacemos todos, pero que teníamos la asamblea para decidir qué pasos seguir, que ese era el momento.
A partir de ahí aparecieron una catarata de opiniones, todas en la misma línea, apuntando al “sueldo de miseria”, “a la traición de las dirigencias nacionales, de las cuales nada podemos esperar” y, sobre todo a que “La asamblea es soberana y acá podemos decidir nosotros qué hacer”.
De allí en más, a plantear un corte de horas extras general como medida de fuerza, de forma masiva y unánime, fue un solo paso. Una clara demostración de la decisión de la clase obrera de tomar las riendas de su destino, y no darle la venia (“el voto de confianza”) que pedían a gritos los dirigentes.
A partir de allí, el triunvirato del poder Burocracia-Estado-Monopolios no descansó y ayer mismo (apenas terminada la asamblea, como era de esperar) se dictó la Conciliación Obligatoria y el Secretario General de la seccional empezó a trabajar para “rediscutir la decisión tomada” ya que “toda la negociación” dependía de ello. Una clara demostración de qué lado del mostrador está parado.
Un nuevo round se apresta a dar la clase obrera en Acindar. Conscientes de que cualquier modificación o desviación de la decisión tomada en la Asamblea del día de ayer es lisa y llanamente una traición a la voluntad expresada por cientos de trabajadores. Una traición a la clase obrera.