Si Paolo Rocca lo dice…


“No es momento de irse de la Argentina, existen grandes oportunidades en el país… Creemos en el proyecto del gasoducto, que va a transformar al país y a su esquema de inserción internacional. Su éxito se afianza en todas las empresas que integran nuestra cadena de valor”. Si Paolo Rocca lo dice…

En esta suerte de discurso para “marcar la cancha” que realizó el CEO mundial del Grupo Techint, se puede decir que está expresado el plan de, al menos, una facción de la burguesía monopolista en la Argentina.

Plan que, como bien lo afirma Rocca, se enmarca en las estrategias de esa facción a nivel mundial ya que al mencionar la frase “esquema de inserción internacional” está advirtiendo el papel que se le atribuye jugar a la Argentina en el complejo escenario de la lucha intermonopolista internacional, afectada por el interés del dominio de recursos estratégicos, en este caso la energía.

En otra parte de su alocución, Rocca pasa de la premonición optimista a la demanda efectiva: “A largo plazo tenemos que volver a una forma de operar con libertad de la empresa privada. Que se reduzca todo el nivel de control que se implementó para atravesar un momento muy difícil”. Se está refiriendo al acceso a los dólares para la importación, es decir determinar qué sector va a imponerse en la lucha por la distribución y apropiación de los recursos.

En definitiva, lo que este “honorable hombre de negocios” expresa es que, en lo económico, los recursos que el Estado centraliza vuelvan a los monopolios en forma de nuevos subsidios y de nuevas reglas que faciliten la centralización de los mismos.

Una cuestión de la que Rocca conoce, y mucho. Su monopolio es uno de los que cuenta con más exenciones, subsidios y prebendas estatales. En lo político, está advirtiendo que, gane quien gane las elecciones de 2023, debe saber que el plan a llevar a cabo es el que su sector monopolista ha delineado. De allí que ahora se haya cambiado el traje de guerra que alguna vez lució, con abiertos apoyos a la facción política burguesa del PRO, para calzarse ahora el traje del consenso, del diálogo. En definitiva, coincidiendo con un importante sector de la burguesía monopolista.

Y allí entonces se entroncan los movimientos de piezas para “reconsiderar” que la facción del peronismo (incluido el llamado kirchnerismo) está considerado un miembro más del banquete.

Por si no bastara con la comprobación de los tres años de política promonopolista del gobierno de los Fernández (y disculpas a quienes todavía quieren sostener la cándida idea que la vicepresidenta no es parte del mismo), las afirmaciones del pope de Techint fueron realizadas delante del ministro Massa, en una suerte de reconocimiento por la labor hasta aquí desempeñada y de reafirmación de que la política de ajuste implementada hasta aquí debe ser aplaudida y, además, profundizada.

Porque lo que Rocca no dijo en esta oportunidad, pero exige como condición (como lo exige toda la burguesía monopolista) para que el plan de sea efectivo, es avanzar sobre las conquistas políticas y económicas de la clase obrera y sectores asalariados; avanzar en la competitividad. Esto es, ni más ni menos: aumentar los niveles de explotación y opresión sobre la clase que es la que en realidad produce las riquezas.

Por allí también pasa el llamado consenso y allí se enmarca el futuro escenario de la lucha de clases.

No cabe esperar otra cosa de la burguesía monopolista y las fuerzas políticas que a ella responden y representan. No hay otro proyecto posible que provenga de esa clase.

Cualquier sueño “progresista” que se quiera levantar para domesticar a los monopolios y su Estado no es más que eso: un sueño que, en realidad, busca dormir la resistencia y la lucha proletaria con la mentira de un curso histórico irrealizable.

Muchas veces a las fuerzas revolucionarias se nos acusa de “soñadoras” para desprestigiarnos y “ningunearnos”. No es malo tener sueños y esperanzas, siempre y cuando los mismos sean realizables y no una artera mentira que intenta desviar del camino de la revolución a las masas explotadas y oprimidas.

Es mucho más realizable y digno sostener las ideas y el proyecto revolucionario que el perseguir el “sueño” de subordinar a los monopolios a vaya saberse qué política progresista y/o populista.

Ejemplos, abundan. Mencionamos sólo uno, y de los más recientes. En uno de sus últimos discursos Cristina Fernández pataleó porque Techint fabricaba en Brasil los caños del famoso gasoducto, y no en nuestro país. Pues bien, allí están los caños provenientes de ese país y allí está Rocca delineando el horizonte promisorio de la Argentina, junto al elogiado ministro de economía peronista, siempre y cuando se adopten las políticas que su facción impulsa.

Si hubiera que cambiarle el nombre a la humillación y a los sueños mentirosos, no habría mejor elección que definirlos como progresismo, populismo o cualquier nombre que quieran adoptar las políticas que abogan por reformar un capitalismo decrépito y en descomposición.

La lucha por el poder y el socialismo es el único sueño verdadero y realizable que sigue en pie. Y a él nos aferramos y por él trabajamos incansablemente cada día de nuestra militancia para hacerlo realidad.

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