Cuando nuestro Partido ha afirmado de como los monopolios se apoderaron del Estado lo hemos hecho con fundamentos durante años de este largo proceso. Pero llegado a este punto el gran capital no puede ocultarse tras máscaras de engaño.
Un “ex” CEO asesor del gobierno “nacional y popular”.
Te preguntarás por que hemos puesto ex CEO entre comillas, ¿no es acaso curioso que este “señor” haya renunciado a este puesto de máxima importancia para sus negocios en América latina en el reciente mes de octubre?.
La noticia nos dice:
El ex CEO de la empresa multinacional Syngenta, Antonio Aracre, oficializó hoy su desembarco en el Gobierno como jefe de asesores del presidente Alberto Fernández, con el objetivo de “acercar el mundo privado al sector público” (INFOBAE 04-01 23).
Los negocios son los negocios y los CEOS deben jugar el papel que deben jugar, Antonio Aracre se dedicará a la política pero parecería ser que no lo hace porque tiene predisposición para ello como lo hacen aparecer, este “buen hombre” debe jugar el papel de CEO dentro de la decisiones políticas del gobierno y ese es su mandato.
Representante de un monopolio eligiendo asesores para el gobierno o sea el zorro en el gallinero. Lo más concentrado de la economía y del capital, resistido incluso por sus pares hace pocas semanas centralizará las políticas de gobierno.
Una transnacional con las bases en Suiza y China afirmando sendos negocios y nuevas asociaciones en un contexto internacional muy incierto. Singenta se quedó con Nidera y concentró más poder económico, sus CEOS deben garantizar el “buen rumbo de los negocios” y el intento de centralización política no es menor.
“Si me llama Alberto o el año que viene Larreta estoy”
El nuevo “líder” político del gobierno no tuvo empacho en declarar lo que declaró, ¿qué importa Alberto o Larreta?, la democracia burguesa, la que estamos transitando nos impone “líderes” que saltan todas las barreras democráticas “pero” con la Constitución en la mano.
Su expresión no se refiere ni siquiera y ni mucho menos a la “unión nacional para salvar a la patria” a la que siempre llamaron los políticos burgueses de toda laya, discurso perimido, desgastado para garantizar el engaño y la dominación. Este “señor”, asesor de asesores del gobierno con su expresión llama a la necesidad de saltar todas la vallas democráticas burguesas e imponer en los hechos una centralización política que pueda aglutinar en un solo puño el poder de fuego de la clase dominante. Dictadura del gran capital.
La lucha de clases pasa factura.
“Serios” intentos de unidad de la clase dominante. Esos deberían ser los titulares de los medios de “desinformación” masivos. Pero la lucha de clases los pone en su lugar y este intento será uno más entre tantos. Alberto y Larreta son solo expresiones de intereses de distintas facciones de la clase dominante que disputan palmo a palmo los grandes negociados que se imparten desde el Estado en la época de la globalización de un sistema capitalista en crisis estructural. Este señor expresa intereses concretos en diversos planos de negocios multinacionales. Esa es una parte de la verdad, pero cuando los asesores se sientan en esas “elegantes mesas de debate”, y cuando las luces de las cámaras se apagan siempre aparece el interés de su clase que advierte que por abajo las cosas no están nada bien, que una cosa es buscar la unidad y centralización política en épocas de calma social y otra muy distinta cuando la clase dominante está erosionada por la presión social en todos los planos.
No hay condiciones por abajo para que a este señor se le permita hacer realidad que la “nueva unidad nacional” pueda implementarse. No podrá hacerse el distraído y decir a los cuatro vientos me da lo mismo Larreta o Alberto, esta desfachatez lanzada tiempo atrás ha cambiado de contexto, la resistencia de abajo persiste y se expresa como puede, sus asesores son sus asesores y actuarán en función de intereses bien focalizados de determinadas transnacionales que disputan en aguas turbulentas provocadas con la persistencia de la clase obrera que amplía su peso específico cuando las “mesas elegantes” tienen que tomar resoluciones políticas.