Cada conflicto de los trabajadores debemos verlo a través de la incidencia que éste tiene en la lucha entre las clases. En la disputa por los frutos de la producción social que existe entre los productores (proletarios) y los zánganos dueños de los capitales y las riquezas naturales (burguesía monopolista).
Una lucha, por más pequeña que parezca, es una expresión de ese enfrentamiento. Y, en el análisis que hagamos sobre la misma, evaluamos el comportamiento de cada protagonista para ir midiendo avances y retrocesos del permanente enfrentamiento generado por esa contradicción antagónica que sólo se resuelve en forma definitiva con la derrota de la burguesía y, con ella, la desaparición de la división de la sociedad en clases sociales.
Por eso, es indispensable adoptar este punto de vista el cual tiene que difundirse entre el proletariado y procurar que la marcha de ese proceso de enfrentamiento se haga consciente entre los obreros y trabajadores en general. Ésa es una labor indelegable de los revolucionarios.
Veamos ahora algunos puntos del conflicto con base en el puerto de Rosario:
Durante los meses de noviembre y diciembre de 2022, esta pelea ha sido más intensa, pero el problema se hace público en el mes de agosto. Es decir que lleva más de 4 meses.
Los obreros estibadores reclamaban salarios atrasados y aumento de haberes por reapertura de paritarias.
La empresa TPR (Terminal puerto Rosario), se negaba a otorgar lo reclamado.
Por su parte, el sindicato SUPA negociaba. ¡¿Qué negociaba?!
El gobierno que se dice Nacional y Popular, hacía como que miraba para otro lado, mientras con el rabillo del ojo, con desconfianza, clavaba su foco en la “temible” actitud de los trabajadores y le importaba nada la situación de los obreros.
Debido a la falta de solución, el enfrentamiento se fue agudizando y los obreros pasaron a tomar medidas contundentes: paros y cortes de la avenida de circunvalación de la ciudad de Rosario.
Estos obreros son los estibadores. Es decir, quienes manejan las grúas y disponen la situación de los contenedores y de todas las cargas que vienen y van a través de los barcos de alta mar. Desembarcan las mercaderías que vienen desde el exterior, las acondicionan en la plaza del puerto y finalmente las cargan en los vehículos que las distribuyen entre fábricas y comercios que han importado las mismas. A la inversa, reciben los contenedores con las mercaderías con destino hacia el exterior, los acondicionan en las plazas y las embarcan en los buques que las llevan a distintos países.
Con esta descripción queda claro que lo que pasa y pase con estos trabajadores, se afectan muchos sectores productivos y de comercialización que involucra a decenas y cientos de empresas y miles de trabajadores. Es decir que, de lo que pase en el puerto, se afectan grandes sectores de las dos clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.
La firmeza en la lucha de los estibadores, efectivamente produjo ese fenómeno que, obviamente, comenzó a repercutir en esa confrontación social.
A pesar de ello, la burguesía que actúa en el puerto (la empresa TPR, con la ayuda del sindicato), mantenía su posición.
Dada la falta de solución, los obreros abordaron el contexto social para hacer visible públicamente un conflicto que permanecía ahogado por el silencio cómplice de los medios masivos de comunicación, la propia empresa, el sindicato cómplice de la misma y el resto de los sectores burgueses que, a pesar de que se les complicaban los negocios, respetaban y avalaban la actitud de clase de TPR que consistía en no aflojar.
Al salir en manifestación, la bronca desbordaba y los obreros tomaron el Concejo deliberante, reducto del Estado Municipal, siguieron hasta el palacio municipal el que encontraron cerrado y con ausencia de algún interlocutor que los atendiera. Entonces forzaron las puertas del mismo para entrar y lo lograron.
Tanto la empresa como el gobierno, advirtieron que el conflicto se les iba de las manos y, entonces, apuraron las “negociaciones” con el sindicato para atemperar la embestida obrera. Por su parte, la prolongación de la inactividad hizo que el resto de la burguesía afectada presionara en el mismo sentido.
El sindicato, que se vio obligado a ponerse “al frente” de la manifestación callejera, se sentó obediente con las instituciones de la burguesía a buscar la “solución” del conflicto, motivados todos por el arrinconamiento al que los había llevado la lucha de los trabajadores. Porque ahora no sólo tenían problemas con los obreros sino también con el resto de los intereses fabriles y comerciales de un gran sector de la burguesía, a lo que se sumaba el oleaje social que temían por la repercusión del tema, lo que al gobierno lo ponía en jaque.
El resto sigue tal como se describe en la nota publicada ayer en esta misma página: conciliación obligatoria no acatada por la empresa que pretendía echar a 25 obreros. Y el sufrimiento posterior con la torcida de brazo a la que fue obligada TPR, llevando el salario promedio (según publicó los medios, a $ 330.000), el pago de un porcentaje de los días caídos y la reincorporación de 20 de los despedidos.
Respecto de los 5 trabajadores que quedaban afuera, si bien se mantenían en la posición de despido, tuvieron que acceder a firmar que los indemnizarían como si hubiesen sido despedidos sin causa, y el gobierno se comprometía a una ayuda por un periodo prolongado hasta que encontraran ubicación laboral.
Hasta allí, y a pesar de que esta negociación se hizo a espaldas de los estibadores, ya era evidente el triunfo político del proletariado porque la burguesía y todas sus instituciones (Estado Nacional que debió intervenir con su ministra de trabajo, Estado Provincial y sindicato entregador) habían retrocedido ante la lucha de la clase obrera dejando como enseñanza, una vez más, el poder que anida en la Clase productora cuando ésta se decide a pelear firmemente por sus causas justas. Pero acá no terminaba la cosa, porque los obreros querían a todos adentro trabajando.
La burguesía se mostró deshilachada porque no pudo mantener su posición y el gobierno evidenció una vacilación e inoperancia que sienta un precedente muy importante para las próximas luchas que deberá encarar la clase obrera, sea con este u otro gobierno que sirva a la burguesía.
Encima, debido a que los trabajadores siguen planteando la reincorporación de los 5 estibadores que la empresa pretende desechar, el puerto aún no trabaja porque el acceso a la empresa está vedado por el acampe que llevan adelante los cinco afectados, sus familias, trabajadores portuarios y varias agrupaciones, sectores sindicales y sociales que se solidarizan con la medida.
Esto último obligó al gobierno a hacerse a un lado, diciendo que lo que había que hacer ya lo hizo y que ahora el conflicto sólo se puede resolver por la vía judicial.
Hoy a las 5:30 de la mañana un destacamento de fuerzas de seguridad se hizo presente en el puerto apostándose en el ingreso para dejar pasar a los trabajadores que reiniciarían las actividades. Los 5 obreros, con la gente de apoyo, permanecieron en su lugar.
A eso de las 9:30 de la mañana un funcionario del puerto dijo en un reportaje radial: “Los trabajadores echados por violentos no dejaban entrar al resto de los obreros, pero hoy, a pesar de la presencia de las fuerzas de seguridad, no se presentó nadie a trabajar”.
Manifiesta expresión de derrota política.
Por todo, podemos afirmar sin dudas que, en el marco de la lucha de clases, el conflicto de los estibadores fue un triunfo político que muestra claramente, por un lado, el poder que tiene la clase obrera en una lucha consecuente proveniente de la decisión de las bases, y por otro, que esta clase necesita dar mayores pasos en el desarrollo de un Partido revolucionario que la represente con un plan nacional que oriente y dirija los caminos que se debe dar para enfrentar y derrotar a la burguesía, avanzar en la unidad de clase y con los sectores oprimidos del pueblo, y desarrollar las organizaciones políticas de masas, independientes de la tutela burguesa, que den cabida a la mayor cantidad de obreros y gente del pueblo que encuentre un lugar en la lucha y una tarea concreta para combatir contra esa clase monopolista que impone las actuales condiciones de vida.