El año que tenemos por delante nos plantea una complejidad importante. Como todo año electoral, la burguesía aprovechará para plantar discurso en cuanto a la salida electoral. Idéntico camino seguirán sus colectoras de izquierda. Con un agravante, eso sí: ninguno de los posibles candidatos genera las más mínima empatía con el pueblo trabajador. Si durante el 2019 la burguesía consiguió sellar una paz social planteando que “al macrismo se lo combate en las urnas”, este 2023 no genera ninguna expectativa en el proceso electoral. Reina el escepticismo, que no favorece a ninguno de los postulados.
Esta situación se agrava, desde ya, por las propias internas partidarias de la burguesía. Tanto lo de Brasil como lo de Perú ilustran cómo la competencia capitalista, agudizada en este período de crisis de superproducción, se traslada al plano de la competencia por controlar los gobiernos. Es que el control del gobierno, para los grupos económicos, es sinónimo directo de mayores ganancias y mejores garantías sobre sus competidores.
A pesar de ser año electoral, el peronismo de la dádiva clientelista se plantea objetivos peligrosos, que ciertamente se alejan de la tradicional fórmula del PJ: se plantea un año de mayores ajustes a la población. No solo comenzamos con tarifazos, cuyas cuentas se harán sentir cuando empiecen a llegar las próximas boletas, sino que ya se ha fijado la pauta salarial oficial: aumento salarial máximo del 60%, contra una inflación estimada para 2023 del 85%. Pensemos que si los aumentos de precios se mantienen en un 5% mensual como ahora, la inflación anual termina en un 79%. Claro, en el índice elaborado actualmente contempla en el promedio al programa “Precios justos”, que como todos sabemos, no tiene una incidencia nacional homogénea, ya que solo corre para las grandes cadenas de supermercados.
Con este simple cálculo, la apuesta política de la actual gestión es muy clarita: paritarias del 60% e inflación entre el 80-85% como mínimo. Esto significaría una caída del salario real del 25%. De manera tal que sí, el proyecto del gobierno es que en un año pierdas ¼ del miserable salario que ya percibís.
La cuenta de la burguesía es clara, mientras no haya explosiones sociales, avanzamos con el ajuste. Es en este mecanismo en el que se sustentan las fabulosas ganancias que amasó la burguesía en Argentina. Y sí, no estamos exagerando, la ganancia bursátil del Merval fue la mayor de todo el planeta, con una tasa del 30,5%. Después hay quienes hablan del “atraso económico”, “país inviable” y otros etcéteras.
¿Qué hacer con este panorama?
En lo político la burguesía intentará dominar a través del circo electoral, un juego al cual los partidos de la izquierda hegemónica se van a sumar, como siempre, como furgón de cola. Pero la crisis política que tienen por arriba es un problema importante para la burguesía, por lo que unas facciones querrán imponerse por sobre las otras, tanto en las primarias como en las generales. Por eso, es un momento político ideal para golpear a la burguesía, organizando la lucha por nuestros reclamos. Porque tienen que salir a “apagar incendios” para continuar en la carrera electoral –que, como dijimos, forma parte de la competencia capitalista-.
Desde lo económico, las fabulosas ganancias que amasa la burguesía en nuestro país, que son públicas y reconocidas por los más diversos medios del propio poder, allanan el camino. Siempre se le pueden arrancar conquistas a la burguesía, porque el salario representa una parte menor del costo de producción –la diferencia es que constituye el único costo “flexible”, puesto que la clase obrera puede ser cada vez más pobre, a la vez que se trata del único costo que genera valor, desde ya-, pero al estar tan expuestos sus niveles de ganancia la bronca en cada empresa puede ser catalizada con más facilidad.
Para aprovechar esta situación es necesario enfrentar el año electoral denunciando éstos, sus verdaderos planes políticos y económicos. La propaganda y agitación revolucionaria cumplen un papel importante en este sentido, porque dentro de los marcos del sistema capitalista, de la democracia burguesa, todos los caminos conducen a Roma. En otras palabras, todos los caminos electorales en el actual contexto conducen a facilitarle el ajuste a la burguesía, porque desvía los esfuerzos del enfrentamiento clase contra clase, para llevarlo al terreno que más le conviene a la burguesía. Por eso la única vía de transformación en ésta situación concreta, es el fortalecimiento de la propaganda revolucionaria y su organización.