…Sin embargo, Georgieva mencionó que hay que observar de cerca las consecuencias que podrían tener los disturbios civiles.
«Lo que vemos a principios de año es que la cohesión social no está garantizada y vemos malestar social por diferentes razones -añadió-. Es solo 12 de enero y tenemos a Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, el Reino Unido… todos por diferentes razones, pero con claras tensiones sociales». Cronista 16-01
Los acontecimientos políticos que se suceden en Brasil, Perú, Bolivia de América Latina tienen varios puntos de contacto con acontecimientos en otros países. China, EEUU, Irán, Túnez, Sudán, Francia, España, Inglaterra, Israel, Corea del Sur etc.
La actual lucha de clases va imponiendo permanentes cambios en las conductas políticas de sus Estados y de los organismos internacionales.
Cuando un componente que se produce en Inglaterra y no llega “justo a tiempo” en Argentina por huelgas en puertos (ver últimas notas de nuestra página del conflicto del puerto de Rosario) de ambos países el peso de esa socialización adquiere cuerpo real. Habilitar los puertos desata profundas desavenencias políticas en la burguesía en uno y otro lado del Atlántico, esto es lucha de clases.
En esa socialización de la producción que planteamos está una parte de la verdad, los acontecimientos se presentan y se expresan de distintas formas en el mundo pero lo que está en debate estructural consciente o inconscientemente es el sistema capitalista que no encaja con las aspiraciones de los pueblos. Crisis de superproducción.
Crisis en su dominación política,. la democracia burguesa, los autoritarismos de viejo y nuevo cuño que aparecen “como pueden” en la vida real pero sujetos a la lucha de clases y a una socialización de la producción que no se detendrá.
En cada país del mundo pesan las experiencias adquiridas por sus propios pueblos, sus luchas, sus intentos por cambiar sus condiciones de vida se renuevan permanentemente, se sabe a grandes rasgos lo que no se quiere, que no es poco, en ello mismo las expresiones manifiestan aspiraciones de cambio.
La salida revolucionaria aún no aparece con la intensidad necesaria.
Los revolucionarios deberemos centrar el problema de hoy en el plano eminentemente político e ideológico de lo que significan las “salidas” propuestas por la clase dominante con sus diferentes intereses en pugna, asimilar que las propuestas “democráticas” y “autoritarias” que recorren el planeta niegan absolutamente una salida revolucionaria que ponga en el centro de la escena la lucha por el poder, la democracia directa o democracia proletaria. El socialismo.
Sea con “democracia representativa y los palos con la Constitución en la mano”, “sea con palos sin hipocresías” de lo que se trata para la burguesía monopolista es la defensa del sistema. La clase obrera no puede ni debe alinearse en alguna de éstas grandes facciones de poder existente. No hay conciliación de clases.
El sistema actual es la dictadura del gran capital..
El gran capital dirige sus dardos contra la clase obrera mundial, allí se atrincheran e intentan sacarse ventajas en medio de una crisis política mundial. Pero a no confundirse, la lucha de clases es dinámica, las clases antagónicas preparan sus huestes y en ello la clase obrera debe fortalecer constantemente su independencia afirmando a cada paso la propuesta, su programa.
Nos hablan de “neoliberalismo”, “de populismo”, “izquierda”, “derecha”, y de otros tantos motes con el solo fin de desclasar los procesos actuales de grandes movimientos de masas que recorren el planeta. El oportunismo que empuja a definirse por uno u otro “bando” burgués que se expresan en guerras, “asaltos” a instituciones, no hacen más que intentar liquidar y traicionar las luchas proletarias y populares que se están dando para ser usadas como furgón de cola de esas facciones de poder. Ha sido la historia de los últimos 40 años en donde grandes gestas, de verdaderas luchas democráticas fueron traicionadas por los “actuales” defensores de la democracia.
Se hace caso omiso al despertar de la clase obrera y de como esa socialización de la producción agudiza las contradicciones del propio poder a nivel mundial. La resistencia que se percibe va creciendo y con ello se empantana la producción mundial. Allí radica la importancia del poder que viene de abajo.
La historia no puede ir hacia atrás, la globalización no se detendrá.
Todos los fenómenos de masas que se expresan “como pueden” están teñidos de la lucha de clases aunque los mismos, en su superficie aparezcan con otra imagen. Lo que la clase dominante está debatiendo y no se ponen de acuerdo es en lo esencial el como frenar la creciente ola huelguista en los principales centros de producción mundial y con ello someter el salario universal a niveles de pobreza estructural.
No hay facción de la burguesía que esté dominando el escenario político mundial para sobreponerse unos a otros, esa es la verdadera crisis. La incomodidad por abajo, de miles de millones está pesando. A la burguesía no se le hace fácil montarse en los descontentos universales. Viejas fórmulas que por repetitivas molestan a la conciencia de la clase obrera pero ya no incomodan, el fracaso del sistema capitalista se “disimula” en la medida que la clase de vanguardia de todo el pueblo no termine de profundizar y masificar su política independiente.
Necesidad de profundizar los partidos Marxistas Leninistas.
Para semejante tarea hay que abocarse de lleno a construir esta herramienta y empezar a garantizar que esta resistencia de la clase obrera y el resto del proletariado a nivel global no sea atraída con nuevos y viejos engaños señalados más arriba. Esta disputa ideológica no puede tener fisuras, firmeza y confianza en esos miles de millones que ya hicieron su camino por lo que la responsabilidad de construir Partido es ineludible. La clase dominante siempre propone engaño o palos para sostener el sistema, no caerá si no se la hace caer y en esta resistencia que muestran los pueblos la debilidad en que se encuentran los Partidos Revolucionarios es la “fortaleza” que aún tiene la burguesía monopolista.