Fernando, Lucio, Lucia Perez, Walter Bulacio; las narco-balaceras, amenazas y muertes en Rosario, la represión a la protesta social, la coerción a las libertades políticas dentro de las fábricas, el hacinamiento, la inanición, la inseguridad, no llegar con el sueldo ni a mitad de mes… Todo esto es VIOLENCIA.
Ya sea ejercida por el Estado, como parte de los negocios de la burguesía (legales o no) o la enajenación como consecuencia de la locura en la que vivimos.
Pero es violencia al fin, violencias muy distintas entre sí… pero no tan distintas.
Algunos de estos crímenes son perpetrados contra individuos, otros, contra todo el pueblo; algunos han recibido condena, otros quedarán impunes y otros están totalmente naturalizados y son parte de la legalidad del sistema.
Entonces ¿Cómo no vamos a estar sumidos en la violencia si permanentemente este sistema en el que vivimos, desprecia, corrompe y destruye nuestras vidas?
Por eso no es casual que -a medida que se profundizan los niveles de super explotación y empeoran las condiciones de vida- la sociedad se vuelva más y más violenta. La violencia no siempre concluye en muerte.
¿O acaso no es violento una nena de 12 años, violada por un familiar y obligada a parir?
¿O un jubilado que se rompió el alma y el cuerpo trabajando toda la vida y que hoy vive indignamente con pésima atención médica y casi sin tener para comer?
¿O que irrecuperables recursos naturales y poblaciones enteras sean envenenados por la avaricia de los agronegocios?
¿O un trabajador que viaja 3 horas como ganado, labura 12 horas (porque las extras muchas veces son obligatorias) y no puede comprarle a su hijo ni un par de zapatillas?
¿O un pibe que sale con amigos y es cazado, torturado y muchas veces asesinado por quienes deberían cuidarlo?
O… etc, etc.
Y acá no se trata de comparar cuál hecho es más aberrante y doloroso sino de entender cual es la raíz de todo esto y como resolverlo.
La raíz es el sistema y la solución somos nosotros.
Por increíble que parezca, el esclavismo fue legal. Hoy es legal un sistema que ampara y fomenta todo tipo de violencias, «legales» e ilegales. Porque para sostener los fabulosos negocios ilegales de la burguesía, hay que ejercer violencia de todo tipo y depende de los trabajadores y el pueblo, torcer el rumbo de la historia.
El descreimiento a las instituciones es cada vez más profundo en el sentir de los pueblos y está más extendido en cada rincón del mundo y nuestro país no escapa a esta realidad.
Por eso decimos que, si aceptamos que esto no se aguanta más, es necesario que nos organicemos desde las bases, en cada lugar, para enfrentar a la clase dueña de todo que necesita sostener este sistema a costa de nuestra vida.