El presente de la clase obrera y el pueblo explotado y oprimido es dramático.
Los aumentos no paran: el transporte, la luz, el gas, los alquileres.
Quienes tienen trabajo cobran en su mayoría salarios que están por debajo de la línea de pobreza. Según el INDEC, la última EPH (Encuesta Permanente de Hogares) correspondiente al primer semestre del 2022 arrojó la de por sí escalofriante cifra de 50, 9 % de niñas y niños menores de 14 años que son pobres.
Aclarando que el censo adoleció de graves falencias y que los números de la pobreza en general son seguramente más elevados de lo que indican las cifras oficiales, evidentemente manipuladas.
Basta recorrer el conurbano bonaerense para advertir el crecimiento de los bolsones de pobreza y los barrios carenciados. Es cada vez más la gente que recibe ayuda del Estado a través de los llamados planes sociales de lo cual, además y, dicho sea de paso, muchas organizaciones y dirigentes “sociales” se aprovechan para hacer caja.
La inflación, mecanismo de la burguesía para achatar los salarios y, por lo tanto, extraer mayor plusvalía, se siente con rigor en los sectores más desprotegidos de la población ya que resulta mucho más elevada en alimentos.
El gobierno, para aliviar la tensión social y el descontento creciente, inventa artilugios que siempre terminan fracasando como los llamados “Precios Cuidados” o ahora “Precios Justos”.
La situación en el ámbito de la salud pública también es alarmante, y por si faltaba alguna evidencia, quedó al desnudo con la protesta autoconvocada de residentes y concurrentes de CABA y el Conurbano Bonaerense de fines del año pasado: falta de turnos, carencia de insumos básicos y, por supuesto, salarios de miseria.
Es de destacar, y al respecto hemos escrito una nota, que esa lucha que se gestó en el seno de las y los trabajadores de la salud, a través de asambleas autoconvocadas, logró un importante triunfo arrancándole al Estado burgués un importante aumento en el salario de bolsillo.
Si el presente está así de difícil, el futuro es directamente ominoso.
El plan del gobierno, al servicio de la clase dominante, es profundizar el ajuste. Hay que pagar los intereses de la deuda externa (reconocida como fraudulenta por el propio gobierno, pero al fin y al cabo se avaló su pago en el Parlamento) y seguir favoreciendo los jugosos negocios de las empresas monopolistas, que durante 2022 se hicieron un festín en Argentina: como también expresamos en nota del 20 de enero, durante 2022 las empresas Ledesma, Aluar, Molinos y Arcor tuvieron un nivel de facturación 18,5% mayor que en 2021, medido en dólares.
Hagamos un alto en este recorrido por las penurias del pueblo argentino y leamos algunos fragmentos de Mario Roberto Santucho, extraídos del folleto Poder Burgués y Poder Revolucionario, escrito en el año 1974, en un contexto muy diferente al actual ya que se trataba de un período de auge de masas.
“El parlamentarismo es una forma enmascarada de dictadura burguesa. Se basa en la organización de partidos políticos y en el sufragio universal. Aparentemente todo el pueblo elige sus gobernantes. Pero en realidad no es así, porque como todos sabemos las candidaturas son determinadas por el poder del dinero. Como decía Lenin: «Decidir una vez cada tantos años que miembros de las clases dominantes han de reprimir y aplastar al pueblo a través del parlamento; tal es la verdadera esencia del parlamentarismo burgués». La cita de Lenin, a la que se refiere Santucho, es de El Estado y la Revolución, escrito en 1917.
Continuemos: sin negar que en algunas ocasiones (y lo mismo señaló el propio Lenin) la clase obrera puede valerse de las armas del enemigo de clase y utilizarlas a los fines revolucionarios (cosa que está en las antípodas de la traidora izquierda electoral de hoy), señala Santucho con deslumbrante claridad: “Pero un grave error sería creer que a través de elecciones es posible encontrar algún tipo de soluciones a los problemas de fondo de la clase obrera, del pueblo y de nuestra patria. La burguesía pro-imperialista argentina desgraciadamente ha conseguido varias veces despertar esperanzas en nuestro pueblo sobre la posibilidad de producir importantes cambios mediante un proceso electoral.”
Estos fragmentos de un texto fulgurante tienen hoy plena vigencia. Le van como anillo al dedo al contexto socioeconómico y político de hoy, si bien como dijimos, las circunstancias referidas al estado de ánimo de las masas, entre otras cuestiones, son muy diferentes.
Y agregamos para terminar algo fundamental y que le da sentido a todo lo anterior. Así lo expresa Santucho: “La razón fundamental por la que, pese a la enérgica lucha de nuestro pueblo, las clases dominantes no han visto peligrar su dominación política ha sido la ausencia hasta el presente de una opción revolucionaria de poder que ofreciera a las masas una salida política fuera de los marcos del sistema capitalista.”
Entonces: nada se puede esperar del proceso electoral, que es la herramienta más importante con la que cuenta hoy la burguesía (que domina además los medios de comunicación masiva) para engañar a las masas.
Atravesamos un período de resistencia activa por parte de la clase obrera y el pueblo que de manera incipiente pero sostenida va elevando su nivel de descontento y profunda desconfianza hacia las instituciones del sistema.
De hecho, cada vez es menos la gente que concurre a las urnas o anula su voto. Señal cabal del hartazgo para con los supuestos “representantes del pueblo”, más bien representantes y gerentes de los negocios de los grandes grupos económicos apadrinados por el Estado.
Ese descontento a veces se traduce en lucha organizada y autoconvocada, como hemos documentado en nuestra página (vitivinícolas, puerto de Rosario, Pampa Energía) otras veces de manera inconsciente en el desgano laboral, el ausentismo, pero la cuestión es poner en claro las tareas que tenemos por delante: seguir construyendo esa alternativa de poder que es el Partido Revolucionario y las organizaciones de masas que lleven adelante una política independiente para la clase obrera y el pueblo.
Ese es el único camino posible si queremos vivir en una sociedad sin explotadores ni explotados.