“Mal de muchos, consuelo del tonto”, reza el conocido refrán.
Los funcionarios del Estado y cierto periodismo al servicio de los monopolios pretenden que los trabajadores (en este caso los docentes) se conformen siguiendo la lógica del mencionado refrán.
Así lo afirma el copete de la noticia de un medio masivo de difusión haciéndose eco de lo dicho por el subsecretario de empleo e inclusión laboral de la provincia de Santa Fe, Eduardo Massot: “Si los docentes santafesinos aceptan la oferta del gobierno provincial, un maestro que recién comienza su carrera percibiría en marzo del 2023 $161.000 de sueldo neto, monto muy superior del que perciben los docentes de las provincias de Córdoba y Entre Ríos”.
Lo que no dice la noticia es que el INDEC, reconoce que la canasta básica (ese invento con el que pretenden eliminar de las mentes del proletariado y sectores populares a la CANASTA FAMILIAR), está en $163.539.
O sea que un docente trabaja para no llegar a fin de mes, ya que la mencionada canasta trucha no contempla gastos de alquiler que, hoy, como todo el mundo sabe alcanza los entre $ 60.000 y $ 70.000 para un modesto departamento de un solo dormitorio o, dependiendo de la provincia, un monoambiente.
Por eso los docentes santafesinos decidieron parar y no iniciar el ciclo lectivo.
También en Córdoba, los docentes van al paro. Allí, los sueldos al mes de diciembre pasado eran de $ 114.000. Un sector de docentes cordobeses, en esa pelea, exige que el salario inicial no sea inferior a los $ 200.000
A la ofensiva idea para “consuelo de tontos” debemos agregarle un peor insulto vomitado por la ministra de educación de la provincia de Santa Fe, Adriana Cantero quien dijo: “Los niños merecen que las clases comiencen”.
La cínica funcionaria (como todos los burgueses de toda laya), omite que el gobierno es el responsable de que los niños no tengan clase.
Nadie habla de que el salario docente es insostenible como ocurre con el salario de millones de trabajadores. Pretenden confundirnos con cifras, porcentajes, impuestos a las ganancias (mejor dicho, impuesto al salario), y otras cosas que se inventan para sostener esta política de reducción de ingresos a los trabajadores.
Pero, como está reflejado en la realidad, cada vez hay más rebeldía ante el hambreamiento generalizado que reparten estos señores a nombre de los dueños del capital.
Y aunque estas acciones no sean parejas y aún no se generalicen, van creciendo sostenidamente en forma dispersa, pero auguran que el presente año, la burguesía deberá bailar la melodía que no le gusta: la lucha de clases en contra de su voracidad.