El valor de una mercancía está determinado por el tiempo de trabajo social invertido en la producción de la misma. Por lo tanto, es el tiempo de trabajo medio que requiere su producción, en un determinado momento histórico, con un grado determinado de desarrollo de las fuerzas productivas. Este tiempo de trabajo medio queda establecido por el trabajo socialmente necesario, es decir, aquel que se realiza como producción destinada al mercado, no como producción individual.
En Chaco, una de las principales provincias algodoneras, se está realizando una experiencia que va a contracorriente de la lógica del capitalismo, que es, generar ganancias a lo que dé lugar.
Campesinos de las comunidades del pueblo qom y criollos cultivan y cosechan algodón agroecológico. Ya están por comenzar la sexta campaña, establecieron convenios con diseñadoras, elaboran prendas, y aclaran: que no envenenan con fumigaciones y que luchan por la soberanía alimentaria.
La comunidad qom de Campo Medina, de Pampa del Indio (Chaco), conoció los agrotóxicos en 2010, cuando sus cultivos comenzaron a quemarse, sus animales a morir y ellos mismos a enfermar, (gran número de niños recién nacidos con cáncer y mal formaciones, los casos excedían la media).
El agrotóxico (los venenos) provenía de su poderoso vecino, la estancia Don Panos, 96.000 hectáreas de la Corporación Unitec Agro, de Eduardo Eurnekian, que además recibe concesiones y un gran manto de impunidad es otorgado por los gobiernos de turno. Sin embargo, el negocio capitalista no tiene corazón, no tiene color político, no tiene preferencias por raza credo o color, su único objetivo es obtener ganancias. En el Chaco, el gobierno solo responde a los intereses del capital.
En Argentina, el primer algodón transgénico, propiedad de la multinacional Monsanto, se aprobó en 1998 (gobierno de Menem). Desde ese momento, al igual que antes con la soja y el maíz, el cultivo modificado genéticamente y el uso de agrotóxicos crecieron sin freno.
La comunidad qom, junto a la Red de Salud Popular Ramón Carrillo, emprendió un camino alternativo, ejemplar, de luchas, marchas, denuncias y cortes de ruta; lograron alejar los agrotóxicos de sus campos.
Es una batalla ganada en esta injusta y desequilibrada guerra, frenaron el avance indiscriminado y violento del capitalismo, aunque la amenaza de estos poderosos y el gobierno es constante. Por lo tanto, esta comunidad con toda la historia a cuesta y las acciones llevadas a adelante recientemente, aprendió por su cuero que la lucha también debe ser constante. Pudieron continuar, a pesar de las dificultades económicas, con sus cultivos de maíz, poroto, sandía y algodón.
En 2017, fue su primera siembra de algodón agroecológico, desde la semilla hasta la prenda terminada. Es una isla en el mar de algodón transgénico, que es el 99% del producido en Argentina.
Las comunidades qom comenzaron a cultivar una semilla criolla en pequeños lotes de Pampa del Indio y Presidencia Roca. Obtuvieron 300 kilos. Eligieron el nombre “No’’Oxonec”, que en idioma qom significa “tejido”, y complementaron con “algodón de frontera”, referida a los límites que le impone la estancia Don Panos, sinónimo de transgénicos, agrotóxicos y muerte.
Con el algodón en bruto encararon las siguientes etapas. El desmote (separar la fibra de la semilla) se realizó en Sáenz Peña. Obtuvieron 130 kilos de fibra y 170 kilos de semillas, para cultivar en la próxima campaña. En la etapa de hilado obtuvieron 80 conos de hilo de más de un kilo cada uno.
En una cooperativa, lograron 69 kilos de tejido. En acuerdo con diseñadores locales avanzaron en el diseño y la confección de prendas.
“Para nosotros es una esperanza, es mostrar que se puede producir sin venenos, junto a otros, y sin dejar de luchar por la tierra y por una vida digna”, “Tenemos manos y fuerza para trabajar, producir alimentos sin venenos, pero nos falta tierra y herramientas”.
Desde la organización reconocieron que existen dificultades, sobre todo porque los procesos productivos (desmote, hilado, tejido) están pensados para una gran escala industrial, para grandes productores, y eso genera contratiempos y mayores costos a las familias campesinas Qom y criollos.
“No’’Oxonec” resume por qué hacen algodón agroecológico: “Trabajamos por una producción sana y saludable para las familias agricultoras y consumidores, cuidando el ambiente, por las generaciones presentes y futuras, por la agroecología y la soberanía alimentaria”.
A pesar de ellos se piensa este producto como una mercancía, que sin dudas es el razonamiento de la lógica capitalista, y por tal es marginada de la escala de competencia del sistema. En este mismo hecho podemos evidenciar el fracaso del sistema, que para ser competitivo debe destruir la existencia, el ser humano y el medio ambiente.
Sin embargo, pensando en un futuro, no todo debe ser mercancía y sí un bien de uso. Es decir, el ser humano deberá luchar contra la lógica del consumo y deberá producir lo que realmente necesite. Es posible y se está haciendo, es una decisión política, una decisión ideológica, y el camino nos lo traza la comunidad Qom de Campo Medina en el Chaco.