La peor crisis es la que se carga en los hombros de quienes lo producimos todo y no tenemos nada.
Por estos días la clase dominante no puede disimular sus crisis, han pasado solo horas de la explosión de una nueva “burbuja” y ya han echado mano a su “aguijón de escorpión”.
Clavan sus aguijones, los “traiciona” su esencia de clase y las primeras medidas que adoptan apuntan a que miles de millones de almas paguen el jolgorio capitalista. ¿Con qué plata se rescatan a los bancos?
En nuestro país la burguesía no viene de atrás y ha apuntado a la chatura salarial. Lo hace con infinitos mecanismos. Sin embargo, la resistencia a estas políticas sigue creciendo y nada indica que se detendrá. Pero insistimos una y mil veces: de este lado de la barricada el proyecto revolucionario de cambio aún es embrionario. Allí radica nuestra debilidad. Pero nuestro programa político abre un abanico de propuestas producto de la experiencia acumulada de años de lucha de clases.
Nuestra propuesta apunta a un aspecto de acumulación de fuerzas en un sentido revolucionario:
“Para poder dar ese salto hacia la lucha política, consideramos fundamental construir organizaciones obreras amplias, cuya forma de funcionamiento rompa con las estructuras verticalistas impuestas, y avance hacia una democracia revolucionaria donde los sindicatos deben ser una herramienta para la lucha y no una dependencia del departamento de recursos humanos de la empresa, o un apéndice de organizaciones políticas ajenas al conjunto de las amplias mayorías trabajadoras.
Debemos contar con organizaciones independientes de las leyes del Estado Burgués, las reglas impuestas por la empresa o de cualquier reglamentación y/o decisión que se imponga como algo ajeno a nuestra voluntad. Cuanto más amplias sean las organizaciones de base, mayor será el crecimiento en la conciencia política del conjunto de la clase obrera.
Por tal motivo la forma que adquieran estas organizaciones debemos decidirla en forma colectiva, independientemente de la ley del Estado, la empresa y los estatutos gremiales impuestos desde arriba.
Allí radica la esencia de la independencia política que debemos sostener. Una independencia política que no puede ser conquistada mediante reformas en el marco del Estado burgués, sino que debe ser arrancada e impuesta por la masiva lucha de la clase obrera”. (1)
Es un momento de profundizar el reclamo salarial, acompañar el escenario que está ocupando el proletariado internacional. Pero ojo: nuestro Partido no descuida la lucha política y el impulso de lo que nuestro programa ha propuesto está más vigente nunca.
Es tarea de nuestro Partido, pero también alentamos a la nueva camada de obreros y obreras conscientes a ver que el momento que vivimos exige aunar esfuerzos en esta dirección. Las dudas y vacilaciones no son buenas consejeras, la burguesía ha montado durante años el escenario de la desconfianza entre la clase y en ello las fuerzas reformistas y oportunistas han ayudado al daño desgastando y deteriorando el empuje que venía de abajo. Sus fines políticos electorales llevaron muchas luchas a callejones sin salida.
Pero esa experiencia ya está hecha y el pasado no nos debe pisar. La clase obrera es naturalmente solidaria por el papel que ocupa en la producción y desde esa base hay que tomar fuerzas y establecer las organizaciones que se vayan perfilando con nuestra propuesta de proyecto.
Es mucho lo que se hizo y se está resistiendo, pero cuando la lucha se concretó sea triunfante o no, es tarea de los revolucionarios elevar inmediatamente el grado de conciencia y organización.
No importa si ese acto de resistencia es grande o pequeño, pero hay que hacer consciente lo actuado. A modo de ejemplo: en varias fábricas hoy en día las y los obreros de un sector resisten una medida por el bajo salario o porque la empresa exige mayor productividad con el mismo jornal. Los sindicatos empresariales se enfrentan al descontento de abajo y muchas veces ese abajo se organiza independientemente. Es allí en donde -se gane o se pierda- en donde hay que actuar en la conciencia y en la organización independiente como plantea nuestro programa.
El que se haya hecho una lucha de esas características es un paso adelante si a ella se la eleva al plano político. Es decir: hacer consciente la actuación de las y los obreros como una unidad de clase y simultáneamente clavar organización. No es suficiente resistir y ganar sino se eleva al carácter consciente esa lucha.
Debemos persistir, sistemáticamente en el centro político actual que son las necesidades económicas que estamos sufriendo y todo lo que ello implica. Y a la vez, aunar esfuerzos por robustecer políticamente lo que ya se está haciendo en muchas avanzadas de la resistencia.
La clase dominante intenta sacarnos de lo central con las próximas elecciones o con las necesidades de resolver sus problemas. Usarnos para que vayamos como furgón de cola de uno u otro contendiente.
En la medida que multipliquemos la resistencia, hagamos conciencia de lo que significa actuar como clase el proceso de acumulación de fuerzas hacia los profundos cambios que ya no pueden esperar.
(1) Del programa político de nuestro Partido, 17º Congreso.