El anticomunismo «preventivo» de la burguesía en la Argentina

Uno de los grandes problemas que enfrenta la burguesía en Argentina, es la dificultad para ejercer represión abierta. Es una particularidad nacional, que tiene que ver con la derrota de la última dictadura militar producto de la resistencia obrera primero, y las movilizaciones de masas después. Ya en plena democracia burguesa, el desarme del ejército y los juicios a la Junta Militar no se dieron, como pretenden instalar hoy día mediante la película 1985, producto de la iniciativa parlamentaria, sino del profundo movimiento de masas, con lucha de calles incluida, que enfrentó al gobierno de Alfonsín en el terreno de los DD.HH. Recordemos que los últimos presos políticos de la dictadura fueron liberados recién en 1986 luego de una huelga de hambre. En fin, cosas que la historia oficial a veces “olvida”.

Durante 40 años no les quedó otra que gobernar privilegiando el engaño como forma de dominación, pero esta democracia burguesa ya corroída, avizora un horizonte poco alentador para el poder. En la localidad de La Falda, Córdoba, a las elecciones para intendente asistió solo la mitad del padrón electoral ¿Caso aislado? Veremos. Las próximas elecciones no entusiasman a nadie, ningún candidato puede ofrecer nada, sobre todo pensando en un gobierno que entre 2024 y 2026 entrará técnicamente en default con los vencimientos de deuda privada (bonistas) y del FMI.

En el medio, una crisis financiera y un capitalismo en crisis estructural que intenta vanamente recomponer su tasa de ganancia. La necesidad de continuar bajando salarios, productividad y achicar el  “gasto social” es cada vez más apremiante para el capital.

Frente a este panorama, algo hay que hacer, dice la burguesía. Es así que se ha desplegado un gigantesco dispositivo para instalar ideas anticomunistas y reestablecer la vía represiva como una posibilidad real de gobernanza. Hay que decirlo muy claro: los proyectos políticos que necesita implementar la burguesía, no tienen cabida si no generan una base social que mínimamente acepte la represión.

EL DESPLIEGUE POR “DERECHA”

La propuesta económica de los Milei, Espert, Bullrich y compañía no tienen absolutamente ningún asidero. Medidas como las que proponen estos personajes rápidamente colocarían en contra a su propio electorado, formado principalmente por pequeña burguesía y algunos elementos dispersos del proletariado. La reducción general de ingresos de una reforma laboral golpearía, primero al proletariado, y después a la pequeña burguesía que subsiste gracias a éste. La quita general de planes sociales eliminaría la barrera de contención a la verdadera protesta social. Un gobierno de estas características pierde cualquier tipo de apoyo en muy poco tiempo, tal cual como le sucedió a la gestión de Mauricio Macri.[1]

El verdadero objetivo de estos espacios es otro: instalar un sentimiento anticomunista y abrir espacios para “legitimar” la represión abierta. Ese es el objetivo de declaraciones como las de Espert “cárcel o bala” o del repudiable video en que un grupo de encapuchados amenazan un local de Izquierda Socialista en La Plata, donde también se detienen a hacer símbolos nazis.

En todo esto hay un detalle que no es menor: el “fenómeno” Milei es impulsado principalmente por los medios peronistas. Existe aquí un acuerdo tácito, tanto en términos estratégicos como electorales inmediatos. En lo electoral, debilitar a Juntos por el Cambio; en lo estratégico, la burguesía necesita instalar la represión para tomar las medidas económicas que necesita. Es preciso entonces que aparezca una fuerza “bien hacia la derecha”, que les quite marca personal.

EL DESPLIEGUE POR “IZQUIERDA”

La otra cara del impulso represivo no viene, precisamente, del Pro, que demostró fracasar rotundamente durante el gobierno pasado, sino del peronismo. No es casualidad que el video del grupo neonazi se dé en la ciudad de La Plata, donde se encuentra una de las cinco bases operativas que gendarmería instaló en provincia de Buenos Aires, en un operativo que pretende alentar la intervención de Fuerzas Federales, al igual que sucede en Rosario.

La realidad, no obstante, es que el uso de este tipo de fuerzas no sorprende. Son utilizadas regularmente para reprimir movilizaciones de masas, particularmente, obreras. Recordemos por ejemplo la represión en Panamericana a los trabajadores de la línea 60 de colectivos, y las declaraciones del entonces Secretario de Seguridad de la Nación Sergio Berni y de Aníbal Fernández (entonces Jefe de Gabinete), saliendo a enfrentar abiertamente a los trabajadores en medios de comunicación, durante la última presidencia de Cristina Kirchner.

Lo que sí es nuevo y preocupante es la participación de las Fuerzas Armadas. Ya desde el 2020 el gobierno viene promoviendo que salgan a la calle a realizar “tareas de apoyo” como forma de reinstalar su presencia.

Luego el Ejército fue utilizado para urbanizar la toma de Los Hornos, en La Plata en un acuerdo conjunto entre Axel Kicillof y Alberto Fernández. Dos notas de color: el intendente  Julio Garro, de Juntos por el Cambio, estaba en contra de la intervención del Ejército. Podemos decir que se trató de una intervención bien nac&pop. Además, el mismo comando que actuó en La Plata fue luego convocado a Rosario, como parte de las medidas de intervención federal frente a las balaceras narco. En particular, el cuerpo de ingenieros viene interviniendo en tareas “civiles” como la construcción de puentes en Misiones, Villa Carlos Paz, distribución de agua en Mosconi y Tartagal, entre otras cosas.

Este relanzamiento de las FF.AA. no es un análisis nuestro, ni nada por el estilo, está reconocido por el propio Ministro de Defensa de la Nación Jorge Taiana, quien declaró en la Universidad de Defensa Nacional (UNDEF) que no solo existe “un acercamiento mutuo entre la sociedad y las Fuerzas, sino que también con el sector productivo para la defensa”.[2]

La declaración se da en el marco de la rediscusión en las FF.AA. sobre la política de seguridad nacional. Allí, y en la misma línea que el ministro, el rector Jorge Battaglino afirmó:

“Creemos que es un momento muy oportuno para hacerlo, porque la Argentina ya lleva tres años de lo que podría definirse como un giro estratégico de importancia en su política de defensa”

¡De modo que no lo decimos los “rojos conspiranóicos! ¡Tampoco es un discurso de Patricia Bullrich! ¡Es un discurso de funcionarios progresistas, “defensores” de los DD.HH!

Sigamos, que la cosa se pone todavía más turbia.

En el mismo acto, el Jefe del Estado Mayor Conjunto, Juan Martín Paleo, anunció que es necesario redefinir el concepto de frontera, que las fronteras ya no son los límites del territorio nacional, sino el aparato productivo. En ese sentido diseñaron un plan que involucra ocho planes de campaña militar sobre áreas productivas que consideran estratégicas.

Este año pondrían en práctica tres planes de intervención: en Comahue (Vaca Muerta); Bahía Blanca (donde se encuentra el polo petroquímico, y centro de exprotación petrolera); y en el Atlántico.

“Vamos a poner en práctica nuestra capacidad de desplazar medios militares para disuadir y, en el caso necesario, defender nuestros objetivos de valor estratégico”.

En esta reestructuración del plan de defensa, la clase obrera y los movimientos de masas que apunten contra el aparato productivo son los principales enemigos a combatir. De nuevo, no lo decimos nosotros, dejemos al propio jefe del Estado Mayor explayarse en el tema:

“Las fronteras “clásicas” adoptadas por la estrategia militar, basadas en la geografía y los límites entre naciones, deben cambiar a un “concepto ampliado” que sume infraestructura y cadenas de suministro, desde el concepto de la conectografía. Una central nuclear o hidroeléctrica, que es la vía por la que ingresa la energía a nuestro país, es una frontera. Un yacimiento de litio o Vaca Muerta, ¿no es una frontera a través de la cual ingresan al país las divisas que necesita para desarrollarse?”

¡Más claro imposible! Abiertamente están declarando la guerra a la clase obrera, y a todo el proletariado que apunte contra el aparato productivo, que es donde se concentran verdaderamente los intereses del capital: ese es su verdadero enemigo.

Esto no es ninguna casualidad. Como ya desarrollamos en nuestro libro “YPF: La farsa de la soberanía energética”, el movimiento de masas en la Patagonia tiende a bloquear la producción petrolera como forma de elevar el nivel de enfrentamiento. Estas medidas, en la práctica, acercan un puente de unidad con la propia clase obrera petrolera, que pasa a adquirir conciencia de su importancia estratégica. El bloqueo a las rutas de Vaca Muerta ya es una medida de lucha que se va generalizando entre la población neuquina, si hasta para solucionar los cortes de agua en Añelo la población salió a bloquear accesos.[3]

A la luz de estos hechos queda claro que no existe un “enano fascista” como tal, sino que las tres fuerzas electorales planteadas (liberfachos, Juntos por el Cambio y el peronismo en general) levantan una misma política en materia represiva, que es la política que viene impulsando la burguesía a nivel global.

Es esta misma tendencia reaccionaria la que transmite el peronismo a través de su militancia, y que se visualiza, por ejemplo, en la actitud de las burocracias sindicales de tradición más “democrática” como ATE. Allí, las comisiones internas están siendo incorporadas a puestos jerárquicos en distintos organismos nacionales, pasando a adquirir conductas abiertamente patronales al estilo UPCN. Si bien siempre acordaron con los gobiernos de turno, por ejemplo, para la ejecución de despidos masivos durante 2018, los niveles de autoritarismo, defensa de los funcionarios de turno, justificación de los bajos salarios y negación absoluta a las asambleas, han adquirido niveles muy distintos a los de la “vieja tradición”. En otras palabras: ni siquiera la caretean.

Hay un vuelco hacia conductas verdaderamente reaccionarias por parte de estos sectores, que ciertamente choca de fondo con las aspiraciones democráticas de la clase obrera. Ellos fortalecen la tendencia al autoritarismo y la reacción porque existe otra tendencia, contraria, en la clase obrera industrial, que es a superar las burocracias sindicales, y en algunos casos, superar al propio sindicato, sus estatutos y su legalidad, en el ejercicio de la lucha.[4] Y es esta situación la que los empuja a redoblar sus esfuerzos para volver a normalizar la represión, como no pueden hacerlo desde que el movimiento de masas derrotó a la última dictadura primero y desmanteló a las FF.AA. después.

 PERSECUCIÓN POLÍTICA

En este marco se viene dando una campaña contra la izquierda hegemónica. Al video provocador de los liberfachos en La Plata se le suma la apelación que el propio Estado realizó pidiendo prisión efectiva para César Arakaki y Daniel Ruiz, procesados por el enfrentamiento frente al Congreso en diciembre del 2017, en el marco de la protesta contra la reforma previsional. En el mismo sentido fueron encarcelados Martín Rodríguez y Lorena Torres por “impedir la libre circulación en el marco de protestas”, cuya libertad fue conseguida, aunque continúan procesados.

Pero el problema no radica solo en la iniciativa que toma la clase dominante, sino también en la respuesta que se da “por izquierda”. El crecimiento de grupos reaccionarios no es producto solamente de la campaña mediática que instala la propia burguesía, sino también del vacío político que deja una izquierda que en lugar de enfrentar al sistema capitalista solo le reclama reformas.

Al sistema capitalista hay que enfrentarlo, y eso no se puede hacer pidiendo “que se investigue” a los grupos fascistas en la propia justicia burguesa o coqueteando con el progresismo. En el campo burgués no hay derechas ni izquierdas, no hay ningún Javier Milei que exista sin una Cristina Kirchner, un Sergio Berni o un Alberto Fernández o un Horacio Larreta. Hoy, más que nunca, todos llevan adelante una misma política burguesa tendiente a la reacción, al anticomunismo explícito (liberfachos y Pro) o al anticomunismo camuflado (peronismo). La única respuesta que se puede dar frente a ello es un ataque al capitalismo, a la burguesía, al Estado y a sus instituciones. Las libertades políticas no se conquistan defendiendo ésta “democracia”, se conquistan con lucha de clases.


[1] Para profundizar sobre este aspecto, ver https://www.youtube.com/watch?v=99gOfpZ1NqM&t=246s

[2] Ver referencias completas del acto en https://www.argentina.gob.ar/noticias/taiana-encabezo-la-apertura-del-ciclo-de-debates-para-la-elaboracion-del-libro-blanco-de-la

[3] https://prtarg.com.ar/2021/10/30/vaca-muerta-otra-vez-el-pueblo-sale-a-la-ruta/

[4] Ejemplo de esto son conflictos como los de Algodonera Avellaneda, ArreBeef o vitivinícolas, quienes recientemente desplazaron a la burocracia histórica y tradicional en la seccional Cafayate del SOEVA, mientras que en Maipú la burocracia estuvo muy cerca de perder las elecciones, sacando la Lista Blanca (opositora) el 45% de los votos emitidos. Ejemplo de esta tendencia también es la lucha de los obreros y obreras de Coca-Cola en Córdoba, o de los obreros de Acindar en Villa Constitución.

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