Chile: insurgencia y contra insurgencia. ¿Qué hacer?

Presentamos está más que interesante nota de los compañeros chilenos de América Rebelde. En esta editorial, plantean su crítica feroz al sistema capitalista y a la explotación burguesa, tomando como blanco la nueva elección que se llevará a cabo en Chile el 7 de mayo, con el propósito de conformar un «grupo selecto» para redactar la nueva Constitución, luego del amplio rechazo al último intento de establecerla. En el análisis, se destaca cómo a través del actual gobierno y con la complicidad del reformismo, la burguesía recurre a intentos de salida autoritarios, represivos y fascistas. Por supuesto, se plantean también las tareas del momento para las organizaciones revolucionarias.

CHILE. INSURGENCIA Y CONTRA INSURGENCIA. ¿QUÉ HACER?

Para este 7 de mayo está fijada la nueva elección para conformar la nueva instancia que redactará por segunda vez una nueva constitución burguesa-capitalista. Esto después del estrepitoso fracaso de la constitución capitalista que pretendió imponer el progresismo y la cual fuera rechazada por el 66% donde gran parte de ese porcentaje proviene desde la clase trabajadora que no se vio representado en cuestiones esenciales.

Ahora la clase dominante ha impuesto nuevamente una salida autoritaria y anti democrática donde un grupo selecto y cerrado será quien redacte esta constitución previo firma a los «bordes constitucionales» acuerdo político transversal desde el Partido Comunista hasta la derecha fascista y que dice relación los elementos que no puede tener esta constitución y que giran en torno a la defensa y permanencia del actual modelo económico y de los intereses de la clase dominante que se alzan como intocables y que son precisamente aquellos factores que mantienen a la clase trabajadora en la miseria.

El alto rechazo del 92% hacia la clase política no ha disminuido por el contrario esta se ha fortalecido y mantenido ante una clara ineptitud del conjunto para solucionar cuestiones básicas y elementales y que constituyen las demandas centrales de la mayoría para poner una vida diaria llevadera. El espectáculo circense ofrecido por la clase política ante esta nueva elección es por lo menos asqueroso. La propaganda electoral, como siempre, están plagadas de frases para el bronce, promesas de un futuro mejor (que nunca llega), de candidatos con la vista perdida mirando al infinito y de mensajes mesiánicos que intentan convencer a la población que ahora sí la clase política hará los cambios expresados durante el estallido social.

La clase trabajadora sabe perfectamente que los cambios no llegarán y que la nueva constitución será más de lo mismo donde la represión será su centro y núcleo fundamental. Grandes sectores del pueblo saben que esta nueva constitución sólo representará y beneficiará al 1% más rico que controla y se apropia del 33% de las riquezas producidas por la clase. Saben que las condiciones de vida de los explotados no cambiarán y que el neoliberalismo continuará rigiendo bajo otro nombre y nomenclatura y que será sólo un cambio de envoltorio.

Ante esta situación ya es tiempo que los sectores organizados del pueblo y de la clase levanten cabeza y den paso firme hacia la construcción de una real Oposición Anti Capitalista y avanzar a paso firme en la construcción de una Alternativa Revolucionaria. Las condiciones político-sociales, la actual crisis del capitalismo nos dan el fundamento para avanzar en esa dirección y nada justifica la manutención de la actual dispersión que sufre este sector. La situación angustiante del pueblo y de la clase trabajadora puede desembocar en un nuevo estallido social y cualquier elemento o demanda por particular que esta sea puede actuar como la chispa que encienda la pradera para lo cual el sector más consciente del pueblo se debe encontrar preparado para conducir ese nuevo estallido y hacer frente a la nueva ola represiva hoy en marcha.

Para ello, tenemos que barrer con los sectores oportunistas y vacilantes que atornillan la revés y que se encuentran al interior de la clase trabajadora, que han levantado un falso sindicalismo clasista y que es expresión de una nueva burocracia sindical. Tenemos que barrer contra aquellas posiciones al interior de los movimientos sociales que actúan como freno para el desarrollo de la potencialidad organizativa y de lucha desde la autonomía social y desde la independencia de clase. Sin ese combate frontal contra ese oportunismo será muy difícil construir alternativa. Hay que separar aguas y purificar el ambiente de tanto elemento tóxico que sólo confunden a los trabajadores y sólo benefician a la patronal. Tenemos que barrer con aquellos sectores que desde la Opción Apruebo del plebiscito anterior trabajaron para convencer al pueblo de la legitimidad de dicho proceso y que aportaron en la desactivación de la masividad de la protesta aparecida durante el 2019.

La contra insurgencia desde la política anti delincuencial

Ad portas a la nueva elección e inicio de la redacción de la nueva constitución capitalista y en un año donde se conmemoran los 50 años del golpe de estado contra Salvadora Allende, el gobierno de Boric ha asumido como propio todo el discurso represivo y ha avanzado en hacer de la policía militarizada, corrupta y asesina como su principal aliado para recuperar la confianza en los sectores populares desde el «gatillo fácil», anuncian la intervención en 30 comunas de la Región Metropolitana donde se darían las mayores acciones delictuales. Para entender el eufemismo de «intervención» lo debemos traducir a la militarización de los territorios, a poner los recursos del estado al servicio de la represión de los pobladores y trabajadores que ahí viven. Es entender esa «intervención» como un mapeo en terreno de las organizaciones sociales, de las fuerzas vivas que dieron sustento al estallido social, que se oponen al actual sistema y por lo tanto la generación de una amplia red de inteligencia y soplonaje en los territorios. Eso es la intervención que tiene como excusa la lucha contra el crimen organizado, contra la delincuencia.  Es la oportunidad precisa para que el conjunto de la clase política y de la mano del progresismo re-defina, reactualice lo que se entiende por enemigo interno y que esta nueva definición sea traspasada al pueblo en su versión de campaña del terror utilizando para ello los consorcios periodísticos que actúan a su favor.  La contra insurgencia apareció hace rato en el discurso oficial, con el inicio de la transición misma en los 90s, y ahora ha cobrado mayor visibilidad y fuerza.

Lo que este discurso anti delincuencial oculta es que para el Chile sea el tercer país con las mayores exportaciones de cargamentos de coca, que salen de los puertos «vigilados» por la inteligencia militar de la marina, para que el crimen organizado se pasee como pedro por su casa, etc. todo ello es posible con la complicidad de la elite política, del estado y sus aparatos. El crimen organizado mueve milenarias sumas que el mismo sistema capitalista no puede generar en un contexto de legalidad pero que de igual forma, y en alguna medida, pasa a formar parte del circulante, del producto interno bruto lo cual genera a la vez una interdependencia. Que más organización criminal que la clase dominante misma, que la clase política sus primas hermanas es la elite criminal delictual aquella que es usada por la elite política como foco de «ataque». El desarrollo del narcotráfico en Chile no hubiese sido posible sin la participación de los aparatos del estado, sin su complicidad. Entonces, ¿contra quién van dirigidas todas estas políticas anti delincuenciales y contrainsurgentes? El enemigo real del estado capitalista no es el crimen organizado que es consustancial a este, sino que son las organizaciones anti capitalistas, el pueblo organizado, consciente y combativo. Es contra estos sectores contra los cuales se dirige la nueva ola represiva y serán esos los territorios los cuales serán «intervenidos».

¿Qué hacer con la contra insurgencia?

La única alternativa sensata que se puede anteponer a las políticas contra insurgentes es la insurgencia misma. Para que la insurgencia tenga sentido al interior del pueblo y trabajadores como aplicabilidad se debe definir con precisión qué se entiende por insurgencia en el actual contexto, sus formas y expresiones en los diferentes sectores, pero esencialmente definir y publicitar quiénes son los amigos de la contra insurgencia, quienes la sustentan y quienes en definitiva constituyen «los enemigos del pueblo».

Lo anterior lleva a un a cambio de lógica en la construcción de las alternativas político-sociales, del instrumento revolucionario. Supone un cambio ideológico o por lo menos la reactualización ideológica que necesariamente debe mirar y estudiar a los clásicos que entendieron el arte de la insurrección y la construcción de sus fuerzas. Supone enterrar esa ingenuidad popular expresada en «generar una unidad amplia» en torno a las demandas más sentidas. No se puede generar una unidad amplia, por más urgente que sean las demandas, entre contra insurgentes e insurgentes. Eso va contra natura. Ambos son enemigos de clase y en la conciliación de clases el que pierde es precisamente la clase explotada, aquella clase que se debe insurrectar.


Fuente → AMÉRICA REBELDE

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