¿Todos los políticos son iguales?

Larreta se peleó con Macri, Vidal y Bullrich, pero se “amiga” con el radicalismo. En el Frente de Todos hacen honor a su nombre: una lucha de todos contra todos. Bullrich es “amiga” del grupo Malbec  (todos radicales ligados a los monopolios viñateros)y el «señor» Milei (campeón de la anti casta) propone dirimir internas con la reina de la casta…

Que los políticos son todos iguales es una parte de la verdad. En esta época del Capitalismo Monopolista de Estado (CME) la lucha intermonopolista para apoderarse de los resortes fundamentales del Estado es “cruel y es mucha”, como dice el tango.

La burguesía monopolista pone en juego sus diferentes fichas para posicionarse en todos los eslabones institucionales y (no casualmente) esas fichas son “señores y señoras” políticos respaldados o no por sus partidos.

El denominado «círculo rojo» (una parte importante del verdadero poder de los monopolios) se reúne por estas horas en el Hotel Llao Llao de Bariloche para que los políticos «importantes» rindan cuentas de sus propuestas. Cabe aclarar que antes de exponer se sientan en una mesa tras bambalinas para preparar sus discursos con los mismos que horas más tarde harán que los escuchan.

Los empresarios (entre otros) son: Eduardo Elsztain, Marcos Galperin, Marcos Bulgheroni, Carlos Miguens Bemberg, Federico Braun, Martín Migoya, Javier Goñi (Ledesma), Nicolás Szekasy (Kaszek) Agustín Otero Monsegur (San Miguel), Andrés Freire, Karina Román (Grupo Román), Verónica Andreani (Andreani), Guibert Englebienne (Globant), Pierpaolo Barbieri (Ualá), Federico Trucco (Bioceres), Martín Eurnekian (Corporación América), Gustavo Grobocopatel (Los Grobo), Eduardo Bastitta (Plaza Logística), Cristian Fabbri (Gador), Facundo Gómez Minujín (JP Morgan Argentina), Diego Manfio (Sima), Alejandro y Daniel Elsztain (IRSA), Darío Turovelzky (Paramount) y Federico Lauria (Lauria Entertainment).

Un “círculo rojo” entramado con el capital financiero global y con intereses enfrentados si de negociar con postulantes de poca jerarquía se trata.

El actual mosaico de “propuestas” no es menor: las Bullrich, las y los Kirchneristas, los Larretas, los Milei… expresan un circo en donde la puja política entre las diversas facciones de poder se expresa en impresentables y cansadores políticos. No son iguales ni lo pueden ser: detrás de ellos está la guerra de intereses interburgueses que (incluso) trasciende nuestras fronteras.

Con un dólar paralelo que ya llegó a $420 sobran las palabras: una expresión más de la crisis política por arriba.

Pero nos acercamos más a la verdad cuando vemos que estos políticos (que llaman a elecciones para respetar una alicaída democracia a los ojos de la clase obrera y el pueblo) se posicionan todos en defensa de su clase y en defensa del sistema capitalista.

De allí que nace (desde el sentimiento más profundo de nuestro pueblo) la idea de que todos los políticos son iguales. O más “popularmente: son todos “chorros”. Desde esa perspectiva de clase ellos están enfrente de las amplias mayorías, se disfracen de lo que se disfracen. Ellos representan una clase y un sistema: la defensa del Estado burgués es su principal objetivo.

Pero hoy, a sus tradicionales disputas por apoderarse de los resortes del Estado, le aparece con una mayor intensidad la lucha de clases. Y es ella la que va poniendo los casilleros en orden.

La resistencia de la clase obrera se hace sentir a pesar que los medios de desinformación nieguen su ascenso. Paros, huelgas, reclamos de la más diversa variedad no se hacen esperar. Y también existe lo otro: el dolor de la crisis social que se expresa en un empeoramiento abrupto de las condiciones de vida. Ese dolor es una procesión por dentro, no se expresa con toda su magnitud hacia afuera, pero camina infatigablemente.

Desde lo más profundo de la lucha de clases esos políticos burgueses son todos iguales.

Sumado al daño que han hecho los oportunistas y reformistas del sistema cuando buscan denodadamente encontrar el “mal menor” dentro del bloque burgués. Una masa importante de la clase obrera y el pueblo, desde la intuición, desde su propia experiencia sabe que todos son iguales.

Pero es allí en donde “el diablo metió la cola”: aprovechando la volteada se meten a las fuerzas políticas revolucionarias y a las y los políticos revolucionarios en la misma bolsa.

La burguesía se expresa con sus partidos y políticos como lo que son: corrupción, mentiras, lucha por espacios de poder… en fin… lo que vemos cotidianamente.

Pero -a decir verdad- la clase obrera se encuentra en franca debilidad para salir del redil del odio a los políticos burgueses. Y ese es un problema fundamental a resolver: la clase obrera tiene que expresar en un partido político sus intereses de clase, intereses que son antagónicos con los de la clase dominante.

Hay que construir el Partido político de la clase obrera, y nuestro destacamento (el PRT) cuenta con un programa y una táctica que hay que ir robusteciéndola a ritmos cada vez más sostenidos, como sostenida está la resistencia y la lucha de clases.

Hay avanzadas a las cuales nos dirigimos para que rompan lanzas con la desconfianza en su clase y sus fuerzas políticas en plena construcción. La izquierda hegemónica, la que está apegada a los procesos electorales de la burguesía, han abonado esa duda, han erosionado a quienes han entablado luchas importantes de la clase traicionando los objetivos fundamentales de la lucha por el poder. Muchos conflictos los han llevado a la derrota en función de intereses electorales, sean políticos nacionales como sindicales.

Hecha esa experiencia, cuando se afianza la intuición que ese camino es erróneo, las avanzadas que persisten en la resistencia deben entender que mientras el crecimiento del partido político de la clase obrera sea débil, el margen de cambio puede ser importante, pero estará limitado.

El PRT es parte de ese sinuoso camino por la lucha por el poder. Pero las avanzadas de hoy tienen que dar ese paso, emular a su clase que está teniendo comportamientos de clase, gestos de clase cuando las luchas van rompiendo el aislamiento que por más de cuatro décadas predominó en la lucha de clases. Dar ese paso en construir el partido de la revolución es oxigenar los pulmones de la clase obrera.

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