La jornada de ayer terminó con agobio. Cuando el dólar blue tocó los 500 pesos la angustia fue mayúscula. Se sabe que las subas del “verde” pulverizan nuestros salarios. Una nueva expropiación se había consumado.
El «se va a pudrir todo» marca un estado de ánimo muy áspero. Pero lo cierto es que por estas horas ese «se va a pudrir todo» se pone en tercera persona. En ciertos establecimientos industriales se ha politizado la crisis económica, la pregunta que aparece es: ¿cómo se arregla todo esto?
Fuera de los establecimientos fabriles hay estupor, desconcierto, mucha bronca, impotencia ante tanta injusticia. Y, a la vez, el cansancio pesa cuando muchas familias deben tener tres o cuatros trabajos para apenas poder llegar a cubrir lo más básico de la vida cotidiana.
Es muy difícil medir el estado de ánimo cuando el deterioro de las condiciones de vida va en caída libre. En ello las y los revolucionarios tenemos que estar en permanente alerta, los giros bruscos en la lucha de clases no pueden sorprender a las avanzadas de la clase obrera que se vienen fogueando en una resistencia permanente.
Son momentos en donde la clase dominante está en una profunda crisis política. Y en la clase obrera y en el pueblo se siente una profunda debilidad porque la propuesta revolucionaria se encuentra aún en una fase embrionaria en importantes sectores de la sociedad.
Sin embargo, el hecho que se haya politizado la crisis económica en los debates de cada sector de trabajo nos pone en una situación favorable para hacer escuchar nuestras propuestas inmediatas sobre nuestro proyecto de poder. Hay receptividad, hay ganas de escuchar nuevas ideas, lo que no es poco.
Hay condiciones para que se abra el debate con asambleas, del tipo que sean. No importa dónde y cómo se hagan. Hasta una charla en el vestuario se hace necesaria.
Ya hemos precisado la propuesta para este momento pensando en el futuro inmediato. Adecuar en cada lugar el «espíritu» de la misma es tarea de las y los revolucionarios.
Porque cuando la clase obrera aún habla en “tercera persona” nos está diciendo que es el momento de plantear qué hacemos nosotros como clase para avanzar.
No se trata ya de delegar a otros sectores de la sociedad la protesta social. Se trata de cómo la clase generaliza lo que en ciertas avanzadas ya se está haciendo: ponerse a la cabeza de la resistencia.
Este eje en el debate asambleario o en la politización de la crisis económica tiene que estar acompañado con propuestas prácticas de organización independiente de nuestra clase. No importa si se comienza con pocos compañeros y compañeras, pero al debate hay que acompañarlo con una «cabecera de playa» que pueda organizar la resistencia y preparar en cada momento iniciativas que den respuestas a sucesos que se están dando rápidamente.
El sistema capitalista no puede dar respuestas satisfactorias a las necesidades de la clase obrera y el pueblo. En todo caso, dentro del sistema lo que tenemos que hacer es arrancarles lo que nos vienen expropiando, la enorme riqueza que generamos, incluyendo los reclamos económicos y los derechos políticos permanentemente cercenados por la clase dominante.
Este momento de agilizar la preparación de las fuerzas conscientes de las masas obreras. Esto nos permitirá seguir acumulando desde una lucha de clases que seguirá creciendo en virulencia.
Acumulación de fuerzas que deberá estar basada en el comportamiento de clase ante situaciones como las actuales.
Ya no debe primar el «se va a pudrir» sino que -como clase- «la debemos pudrir». Esto lleva un factor consciente en donde las y los revolucionarios debemos extremar fuerzas preparando las bases orgánicas independientes para realizar estas labores.
¿Hay desconcierto? Sí, pero no tanto. La desconfianza hacia todo lo que viene de arriba se multiplica hora por hora. Pero aprendiendo del pasado inmediato tenemos que acentuar nuestro esfuerzo en crear esas «cabeceras de playa» capaces de referenciarse inmediatamente como alternativas para el enfrentamiento que la lucha de clases nos tiene deparado.
En lo inmediato en cada lugar debemos preparar tres o cuatros puntos de reivindicaciones económicas y políticas de unidad de clase y salir al ruedo. Implica sintetizar una consigna unitaria por la vida digna.
Elevar la conciencia de actuar como clase es avanzar en la conciencia revolucionaria.
Y allí hay que profundizar el momento que se vive y simultáneamente (insistimos) «plantar bandera» con una organización básica independiente que se vaya transformando en una opción concreta y real.
Ya no se trata entonces de ¿Qué va a pasar? o ¿Cómo se arregla esto? Porque en gran medida todo eso depende de cómo actúe en un momento como este la clase obrera. Y allí pesa el papel del Partido Revolucionario y de las avanzadas de nuestra clase.