La “propuesta” de la CGT fue más de lo mismo


Sin ninguna intención de menoscabar las instalaciones del club Defensores de Belgrano, que la CGT haga un acto del primero de mayo a “puertas cerradas” es la manifestación más cínica para presentar a las y los trabajadores una “propuesta” de pacto social “en donde los trabajadores ya hemos hecho mucho y seguiremos haciendo en bien del país”. Y no se les cayó la cara de vergüenza.

Un primero de mayo a puertas cerradas que expresa el temor de movilizar, es un miedo aterrador que “la calle” se acostumbre mal y que se produzca un dolor de cabeza adicional a la crisis política de la clase dominante.

Estos empresarios sindicales sienten el aliento en la nunca de lo que está pasando en el abajo y -consecuentes con el poder y sus diversos gobiernos- llaman a la “unidad patriótica”. Y qué mejor si los de abajo garantizamos la “paz social” mientras los monopolios siguen realizando sus buenos negocios.

Nos hablan de “unidad nacional” cuando los CEOS de los sindicatos tienen disputas políticas y están enfrentados. Los Moyanos y los “nuevos” Pacos Manriques disputan palmo a palmo en función de los verdaderos CEOS empresariales. Discursos “casi” de barricada para un primero de mayo que buscó amortiguar lo que se está viviendo en cada empresa. Un sindicalismo totalmente enfrentado pero que defiende a ultranza la conciliación de clases.

Pero todos están teniendo un problema y es por eso que se encierran en un club. Hay pocas pulgas abajo y la resistencia sigue creciendo, lo saben, aunque la prensa del sistema lo oculte.

De hecho, varios conflictos ya mencionados en nuestra página van en un sentido contrario al llamado de ayer de la CGT. No hay conciliación de clase entre el capital y el trabajo. Y las experiencias de lucha se van ordenando con una creciente independencia de quienes siguen entregando su fuerza de trabajo a bajos salarios y soportando una productividad que afecta a la familia trabajadora en toda su dimensión.

La devaluada CGT y los otros no pueden hacer “tronar” ningún escarmiento. Son amantes de la flexibilización laboral, son amantes de sus matones a sueldo, son guardianes del capital más concentrado paseándose por las plantas para controlar la producción. Hace rato que dejaron a un lado el matecito en los sectores, que al menos les daba cierta fachada de “trabajadores”.

Encerrarse entre cuatro paredes no los ayudará, muchachos del Pacto Social. Les tenemos malas noticias: la resistencia está ganando el espíritu de clase que ustedes han bastardeado durante décadas. La base social con la que cuentan recurre a la extorsión. Es cierto que aún pesa el “paraguas del sindicato” que sus aparatos no dudan en accionar. Pero cuando el abajo comienza a actuar como clase ciertas “malas costumbres” se desvanecen, y eso es lo que les están advirtiendo a sus patrones.

“Queremos un puesto en el Frente de Todos, no estamos pintados”, dicen. Un acto para mendigar, fueron a rogar un puesto y evitaron el domingo de misa. Lastimoso para una fuerza de choque de la burguesía. El proyecto de pacto social provocó vergüenza ajena. No se les puede caer una idea porque la crisis política les cae como un rayo.

Señores “sindicalistas”: los pactos sociales de ayer tenían otro calibre, se presentaban en plazas colmadas de trabajadores y trabajadoras, cientos de miles asistían a escuchar “las bondades” de la clase dominante. ¿Han perdido la memoria? Y a pesar de esa movilización aquellos pactos sociales se cayeron uno tras otro, y fue producto de que la lucha de clases no les dio respiro.

Pero en esta miserabilidad que nos presenta la burguesía, a ustedes les toca enfrentar en primera fila el torrente que está viniendo desde abajo. Son la fuerza de choque y quieren disfrazarse de “carmelitas descalzas” cuando en lo cotidiano golpean a la clase amedrentando con los mismos mecanismos despiadados que el sistema capitalista propone.

Y en ese profundo dolor de la clase, ustedes están debatiendo si el edificio de Azopardo se lo venden a Larreta o no se lo venden…

En el planeta hay un reverdecer de la presencia obrera en infinidad de conflictos políticos y económicos que pone en otro marco el carácter de la lucha de clases.

Sigan encerrándose entre cuatro paredes, propongan “pactos sociales”, mendiguen puestos políticos… Sigan ese rumbo anti obrero que la lucha de clases irá ordenando una nueva calidad del enfrentamiento entre el capital y el trabajo.

Las y los revolucionarios sabremos ponernos a la altura. Y para ello hay que trabajar mucho en la confianza en la clase y en los nuevos dirigentes que van emergiendo del enfrentamiento o del dolor en el que nos acorrala el sistema capitalista. No hay ni habrá conciliación de clases.

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