El jueves por la noche Cristina Kirchner volvió a la televisión ¿Cómo vicepresidenta en ejercicio? No, como panelista de C5N. Más de una hora de “entrevista” en la cual no paró de “dar cátedra” sobre los errores de un gobierno del cual no solo es parte, sino que ella misma armó.
Pero fuera de estos detalles, que ya son costumbre, realizó dos declaraciones que todo trabajador y trabajadora revolucionaria debe tener presente, una herramienta más para desarmar los relatos.
Más de una hora de entrevista se pueden resumir así, desde nuestros intereses de clase, en solo cuatro minutitos donde la vicepresidenta se refiere al problema de la inflación y las vías para su solución.
Primero dijo que uno de los problemas de la inflación son las altas tasas de interés, una burrada económica que llevó a que más de un economista burgués se agarre la cabeza de espanto, ya que justamente tasas por debajo de la inflación son un mecanismo más de subsidio al capital que solo incentiva fuga de divisas en un contexto como este. Esto lo dejamos acá, no nos interesan las soluciones burguesas a las crisis capitalistas, pero tampoco podemos dejar de decirlo.
Luego, cuando el periodista mercenario Pablo Dugan le pregunta cómo salir de la crisis del dólar, la vicepresidenta contesta lo siguiente, y reproducimos el texto entero para que no quede ninguna duda, ya que los medios de comunicación le están cortando una parte muy particular:
– Dugan: Ahora ¿Cómo salimos de todo esto? La falta de dólares la sufrieron todos los gobiernos
– Cristina: No, no. Perdón. Hasta el 10 de diciembre del 2015 los argentinos podían comprar US$2500 por mes, y había quienes podían comprarlos, porque teníamos el mejor salario de América Latina. Ahora, suponte que ahora pudiéramos comprarlos ¿Cuántos los podrían comprar? Muy pocos. Entonces creo que hay que saber diferenciar los distintos problemas que tiene la economía, fundamentalmente el carácter –vos sabes que lo vengo diciendo hace mucho tiempo- el tema de la economía bimonetaria.
Mirá, estaba leyendo unas declaraciones de Ha-Joo Chan, el economista coreano que estuvo acá (…) hoy leía que por ejemplo en Corea del Sur, durante muchos años no se podía viajar al exterior.
– Dugan: Y la gente se enojaba si te veía fumando un cigarrillo importado
– Cristina: Claro. Y no se podía viajar al exterior porque necesitaban juntar dólares ¿cómo juntaron dólares? Bueno, trabajando 17, 18 horas por día. El otro día estaba leyendo que los jóvenes de 19 años hoy se niegan a trabajar más de 14 horas por día. Entonces me parece que…
– Dugan: Pero perdón, y aprovecharon ese momento para…
– Cristina: Para juntar dólares y desarrollarse con tecnología, con líneas productivas que les generaran mucho saldo de exportación a un desarrollo vinculado a la exportación.
¡Clarito como el agua clara! ¡Ahí está el verdadero programa político del que tanto habla para el Frente de Todxs, el peronismo en general, el nuevo pacto social, etc., etc. ¡El verdadero plan de la burguesía es que trabajemos, como en Corea del Sur, 17 o 18 horas diarias por un salario miserable! ¡Y todavía se queja porque reconoce que los jóvenes “no están dispuestos a trabajar más de 14 horas”!
No lo decimos nosotros, los “rojos”, los “perros”, los comunistas, lo dicen ellos: lo único que le puede ofrecer el capitalismo a la humanidad es más explotación, son jornadas de… 17 o 18 horas por día.
Más adelante se refiere a la rentabilidad de las empresas, la “fuga” de divisas y las ganancias del gran capital:
– Cristina: Es que la inflación genera una transferencia de recursos de toda la sociedad a los sectores más concentrados de la economía. A ellos les conviene la inflación. Ellos no pierden márgenes de ganancias que tienen hoy determinadas empresas: alimenticias; bebidas, calzado, vestimenta. Son niveles muy importantes de márgenes. Y además esto impacta porque también al estar el salario tan bajo, la rentabilidad aumenta, se convierte en una rentabilidad extraordinaria, y lo peor es que esto no solo impacta en la gente porque no tiene buen salario, sino que ese excedente el sector empresarial lo utiliza para cambiarlo por dólares.
No digo que este mal porque a lo mejor si yo fuera empresaria y me dedicara únicamente a la mía y no tuviera una vocación política o social haría exactamente lo mismo. El problema es ese, porque además es tal el excedente que tienen, que necesariamente se dan vuelta y entonces se activan sobre los dólares financieros, sobre los dólares del [Banco] Central, haciendo negocios también. Porque vos vas hoy a comprar una cosa importada y te dan el precio; y vos haces el cálculo: ese señor lo trajo a precio del Banco Central, pero te lo está cobrando a precio del Blue, o del Contado con Liqui, o del MEP.
O sea que, efectivamente, como tanto decimos, la inflación no es un fenómeno sobrenatural, una maldición mística, ni un problema monetario, sino un mecanismo para disminuir salarios. Lo afirma la propia vice. Pero a eso le agrega que el salario en Argentina es tan bajo, y tan altas las ganancias que amasa la burguesía, que el problema de los dólares es el giro de utilidades –es decir, reportar las ganancias hacia sus paraísos fiscales, casas matrices, etc.- y que para ejecutar tal giro recurren a mecanismos financieros (el rulo del dólar MEP o la compra-venta de bonos del Estado utilizando información “privilegiada”) o contables (declarar importaciones por encima de su valor para acceder a más dólares oficiales, baratos, y luego exportar producto final a dólares más caros, como el dólar soja, etc.).
Se trata de mecanismos de subsidios, directos o indirectos, de exención impositiva o acceso a dólares subsidiados para importación o exportación; todos mecanismos digitados por el Estado; todos mecanismos aprobados e impulsados por el gobierno y el partido político al cual ella pertenece.
Pero además, cuando afirma que “si yo fuera empresaria (…) haría exactamente lo mismo” reconoce que la tendencia a la disminución salarial y la superexplotación forma parte del mecanismo intrínseco del sistema capitalista, ese sistema que la señora tanto defiende como “el más eficiente de todos”. Con esto, no queda lugar a la posibilidad de capitalismos “buenos”, “humanizados”, a repartos de la riqueza ni derrame de ganancia.
En definitiva, ahí está el único plan que puede proponer la burguesía frente a esta crisis mundial: jornadas laborales de 18 horas diarias, por salarios miserables, y ganancias extraordinarias para el gran capital. Eso sí, que las laburen otros, porque la fortuna de la señora no fue amasada trabajando.
En síntesis, el programa de los liberfachos, de los Espert, del Pro y del Kirchnerismo, se reducen a una misma cuestión: más explotación para la clase obrera. Es momento de construir nuestras propias alternativas desde una posición de clase.