La democracia es otra cosa

Se suele decir, y así se enseña en la escuela primaria y se repite en la secundaria, y luego termina por repetirse en todas partes, que la democracia es el “gobierno del pueblo”, que la democracia es el mejor de los sistemas que podemos tener para vivir en una sociedad, que la democracia…en fin, todo lo que se dice de esta democracia (la representativa, la de la feria electoral, la del reparto de cargos a cambio de favores, la de partidejos de 5 votos que arman listas para sacarle un buen dinerillo al Estado) no se condice en lo más mínimo con lo que sucede en la realidad de los hechos, hoy, en vísperas de las elecciones primarias (las PASO) en Argentina, a las cuales la ciudadanía, de manera compulsiva, es convocada para emitir un voto.

Cosa que a nadie le interesa, cuestión que se encuentra realmente alejada de los problemas que la clase obrera y el pueblo oprimido sufren a diario. Esta “democracia” (sí, la ponemos entre comillas, porque de democracia esta fantochada no tiene nada, o mejor dicho: lo único que la caracteriza es la compulsión a la que es sometida la sociedad para ir a votar) no es la que quiere el pueblo. No es la que quieren las y los obreros y trabajadores en general, en todo el país. ¡Y que no nos corran por izquierda!

Que no salgan a decir que osamos estar en contra de la democracia! No rebajemos el nivel de las discusiones: sólo a un fascista se le ocurriría pensar que el retorno de esta democracia, en 1983, no ha sido un avance, una conquista en realidad de la clase obrera que desalojó a la dictadura militar más sangrienta y feroz de nuestra historia. La vuelta al sistema democrático ha significado un enorme paso en la conquista de las libertades políticas. ¿Quién va a dudar de eso? Pero no es esta la democracia que deseamos.

Porque esta es la democracia que conviene a los intereses de la clase dominante, que se sirve del poder político de los payasos de turno, desesperados y desesperadas por sacar tajada de la torta electoral, que es una torta de dinero para ellas y ellos, los “representantes del pueblo” y una montaña de capital para las empresas monopolistas, verdaderas jefas de Estado, ya que el Estado es su principal herramienta para hacer negocios. Pero resulta que las cosas no son como dijo el famoso Presidente en su discurso de asunción ante la Asamblea Legislativa en 1983, las cosas no son color de rosa para el pueblo que vive en democracia: parece que con esta democracia representativa, burguesa, que no es la de la clase obrera y el pueblo, NO se come, No se educa y NO se cura, NO se tienen derechos políticos en las fábricas y demás lugares de trabajo, todo lo contrario, vivimos bajo la dictadura burguesa del capital, custodiada por los matones a sueldo de los sindicatos y las diversas fuerzas de choque de los aparatos políticos, padeciendo la dura realidad que nos imponen bajo sistemas económicos diseñados para saquear la riqueza del país (la que producimos las y los trabajadores) y explotarnos al punto de dejar a la enorme mayoría de la población viviendo bajo la línea de pobreza, con una educación desmantelada, con salarios achatados por la inflación (que castiga como siempre en especial a los sectores más vulnerables) y que no alcanzan para vivir de manera digna. Mientras tanto, los políticos del régimen, del oficialismo y de la oposición, se disputan las bancas en el Parlamento.

No es esta la democracia que queremos ni la que necesitamos. Por lo tanto, tampoco necesitamos a sus políticos. Esta falsa democracia está diseñada para sostener la explotación y la opresión. Por eso no nos quieren en las calles, solo quieren que vayamos a votar.

Por eso les duele enormemente la lucha autoconvocada de la docencia salteña, acompañada por todo el pueblo, por eso les duele la oleada de indignación y las enormes manifestaciones en Chaco frente a la impunidad del poder (y con el pueblo a gritos diciendo que “el domingo no se vota”), les duele la lucha del pueblo jujeño contra una reforma constitucional que vulnera sus derechos, les duele cada lucha obrera por el salario y la conquista de las libertades políticas. Porque todo eso atenta contra esa democracia que no es la nuestra, sino la de ellos. Tanto es así, que la propia Constitución burguesa (la misma que desconocen cuando se refiere a de los derechos de los trabajadores y el pueblo) lo deja bien en claro en su artículo 23: “el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución.”

Pues bien, si queremos realmente cambiar este estado de cosas y pasar a ser protagonistas de lo que viene, de nuestro destino y de nuestras vidas, justamente, tenemos que empezar a deliberar, a debatir, a organizar las luchas autoconvocadas y a unir esa luchas para golpear allí donde les duele. Sumar acciones de resistencia, pasar a la acción consciente y planificada, construir poder los lugares que compartimos con nuestras compañeras y compañeros. Debemos construir la democracia obrera, desde las bases, desde las organizaciones de masas. Y todo eso lo debe impulsa el Partido Revolucionario. Ya lo dijo Lenin, la democracia representativa es la mejor envoltura política del sistema capitalista de producción. Sistema que se encuentra transitando una crisis terminal, que frena el desarrollo de las fuerzas productivas y el progreso de la historia. Enfrentemos a la clase dominante y a sus políticos de turno. Ir a votar es convalidar esa envoltura que se cae a pedazos, la de una democracia que NO es la de la clase obrera y el pueblo. Hay que disputarles el poder, no queda otra.

Luchemos para elevar el nivel de conciencia de nuestra clase. Porque el futuro nos pertenece. Los usurpadores son ellos.

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