¿Las elecciones han perdido su encanto?


¡Para las y los políticos, NO! Si lo sabremos…

¡Políticos!, «marionetas» rancias que traen feos recuerdos, que asustan detrás de escenarios mal preparados con escenografías vetustas. Y es ese espacio muchas veces reducido (el detrás de la escena) en donde se «enredan los hilos» de quienes deberían convencer con sus actos. Personajes que serán futuros diputados, senadores, presidentes…»representantes». Están todos enredados.

Pero las elecciones han perdido el «encanto» para las mayorías que intentamos vivir la vida dignamente.

Para una inmensa mayoría ha pasado mucha agua bajo el puente electoral. Ejemplo de ello es que a días de haberse consumado el acto electoral el pueblo jujeño ha dicho basta.

Qué importa ya si uno u otro gana o pierde. El hastío del pueblo ha ganado la calle.

Se van derrumbando viejas frases como: «voto a este para que no gane el otro» o «este roba menos». A días de las PASO (y a muy corto tiempo de las elecciones presidenciales) nada de lo que acontece en el escenario electoral llega “al cuerpo” de nuestra sociedad.

Los medios de comunicación ocultan el verdadero escenario de la lucha de clases.

Obreros y obreras, las y los asalariados, el pueblo laborioso, el estudiantado, las y los jubilados, pueblos originarios, afectados y condenados del sistema, caminan por la vereda de enfrente al poder. Poco importan los recientes resultados electorales provinciales si el pueblo siente otra cosa.

En varios artículos recientes nuestro Partido ha tomado posición sobre los acontecimientos que van brotando como hongos por fuera del juego electoral. Brotan luchas, movilizaciones, pero por sobre todas las cosas, brotan nuevas ideas producto de lo mucho que ya se ha hecho en el terreno de la acumulación de fuerzas para cambiar el actual estado de cosas.

Pero parecería ser que de este lado de la barricada «nada alcanza» y que «nada es suficiente» para torcer el brazo a un poder que -a pesar de toda la crisis política que lleva a cuestas- no es cuestionado aún en su mismísimo poder.

Sin embargo, hay nuevos síntomas. Se va ampliando la idea de pensar con «cabeza propia«. Una frase simple que expresa el sentimiento y la idea de independencia política ante todo lo establecido e institucional.

¡Si! Muy simple, es verdad, pero profunda reflexión cuando esa idea camina en la «cabeza propia» de miles y miles que han conmovido al poder en las últimas semanas. ¡Cabeza propia de intereses comunes! Y esos síntomas también son observados en la vereda de enfrente por esas «marionetas retorcidas», por esos «representantes» de los ricos y poderosos que actúan en consecuencia con “la ley en la mano” cual garrote.

Se lucha no sin dificultades, es cierto. Una etapa en donde se entremezclan la independencia política, la «cabeza propia» con los pensamientos y acciones revolucionarias.

Es difícil plantear que no habrá vuelta atrás a tal expresión de hastío. Pero cuando en el abajo se gana en confianza, en la fuerza propia, en unidad, cuando se va amasando una acumulación en prácticas que abundan en ese pensamiento, las expectativas de cambio crecen y eso es muy bueno.

En estas circunstancias las tareas de las y los revolucionarios son ayudar a que este caudal desemboque en una salida revolucionaria. De ninguna manera reemplazar lo que nuestro pueblo está haciendo por sí mismo. Y en ello la tarea de las avanzadas obreras no es menor: se trata de acumular fuerzas elevando la conciencia política de lo que se está haciendo y el para qué de la lucha.

Desde ese piso de experiencia en pleno crecimiento hay que abundar en la autoconvocatoria, en la asamblea, en la fortaleza que ello significa ante la institucionalidad del poder burgués. Debemos prestar atención y ocuparnos de organizar la «cabeza propia» para seguir acumulando en la idea de la lucha por el poder.

A nuestros lectores y lectoras, a quienes están en las avanzadas de las luchas, les planteamos la necesidad de robustecer el Partido Revolucionario, de construirlo para ir ayudando a que lo acumulado hasta el momento no se debilite ante la insuficiente presencia del proyecto y el programa revolucionario.

La lucha revolucionaria requiere un debate frontal contra la desconfianza que ha impuesto la burguesía en las propias filas de la clase obrera y el pueblo en más de cuatro décadas.

Los partidos del sistema han «ayudado» a que todo sea mal visto. Quienes trabajamos en desarrollar y organizar la idea de la confianza en las propias fuerzas del pueblo para revertir el actual estado de cosas, extendemos este debate a esas honestas vanguardias. Hay que ir terminando una etapa opaca de desconfianzas y abrir las puertas a lo nuevo que pretende nacer.

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