El nivel de debate en asambleas multitudinarias como las de Abra Pampa (Jujuy) tienen un piso de conciencia de confrontación con el sistema político. Esa asamblea se realizó en las puertas del Consejo Deliberante, a cuyos «representantes» no les quedó otro camino que adherir a la idea de «llevar la voz del pueblo». Abajo la reforma, arriba los salarios.
En esas asambleas expresamente se denuncia a la «política burguesa y a los políticos burgueses» y se proponen ideas y mecanismos que tienen mucho que ver con la experiencia hecha durante estas semanas de democracia directa.
En Humahuaca, Purmamarca, Ledesma, Perico y otros pueblos jujeños se repiten estos mismos escenarios. Cabe recordar que esta juventud jujeña que le está poniendo el cuerpo a la represión es la misma que se expresa dando respuestas concretas a la problemática local de cada pueblo. Los estudiantes están dando ejemplo de lucha y de conciencia.
Son asambleas en donde se debate el tema del agua, la minería, los salarios… Se toman resoluciones que activan la movilización y generan confianza en las propias fuerzas. Se exige la renuncia de Morales y de toda la corte de funcionarios.
Hay dos partes que negocian y dos intereses enfrentados.
La fuerza popular que ha adquirido peso es autoconvocada y su nivel político independiente fundamenta a cada paso su reclamo. Del otro lado de las barricadas las fuerzas burguesas defienden los intereses monopolistas, pero su paso acelerado de mayor explotación y opresión ha sido detenido.
En el abajo se ha condensado la «rabia», la ira, el odio acumulado en varias décadas, pero el pueblo jujeño persiste una y otra vez, en cada día, en cada hora y minuto en su práctica democrática. Infinitos hilos históricos, experiencias acumuladas alimentan organizaciones que detestan lo instituido. Las legislaturas de los pueblos están rodeadas de pueblo sufriente y en estas horas deberán enfrentar la realidad del pueblo movilizado que exige una consigna política: abajo la reforma constitucional.
Experiencia que camina en tierras difíciles de transitar porque lo nuevo, lo que está perdurando es bombardeado con un «idioma» decrépito para las necesidades de cambio de los pueblos.
Juegan a las «elecciones». Unos y otros actores del circo electoral intentan llevar agua a sus molinos, pero la exigencia de reformar el sistema político se profundiza en la idea de la autoconvocatoria. No se trata ya de «reformar para que nada se reforme», hay algo muy profundo que va caminado en esa experiencia.
En la provincia de Salta la esencia es la misma. Ya existe una experiencia acumulada de autoconvocatoria de muchos años y en las horas actuales en pueblo salteño sigue expresando su descontento. No hay jornadas de movilización como las que se vivieron días atrás, pero la movilización obligó al gobierno a negociaciones con un piso ya conquistado. Las condiciones de vida son terribles y eso pesa.
Salieron docentes, padres y madres, mineros, trabajadores y trabajadoras de la salud. Semanas de lucha y movilización no fueron en vano, crearon expectativa en todo el país y fueron (y son) parte de la actual situación de Jujuy. Pero en Salta no hay que olvidar que todo se ha se ha politizado y se ha extendido como reguero de pólvora lo embrionario de democracia directa ya aplicada.
En esa provincia el pueblo ha tomado respiro.
Por otro lado, existe un marco de disputa de fuerzas políticas del sistema que sin mirar el sentir popular (al igual que en Jujuy) quieren sumar migajas a sus fuerzas electorales. La izquierda y la derecha subestiman la autoconvocatoria, la agreden, pisan sus banderas democráticas, entorpecen la confianza que el pueblo salteño logró durante semanas. Pero repetimos: las negociaciones se están haciendo sobre un piso ya conquistado y la autoconvocatoria sigue siendo una “piedra en el zapato”.
Esta experiencia salteña es hija de anteriores experiencias, pero ya no es la misma. En ello se han abierto procesos de unidad y de organización con nuevas prácticas. Muchos núcleos de base están deliberando sobre este proceso a pesar de las aberrantes políticas que la izquierda electoralista intenta llevar.
En Salta y Jujuy “el abajo” quiere ser protagonista y eso la burguesía no lo perdona. Ese protagonismo es independencia política que de hecho se está llevando, con el agravante para ellos que el pueblo persiste y resiste en esa idea.
La moneda sigue en el aire y es tarea de las y los revolucionarios extender esas experiencias a lo largo de todo el país, facilitar los caminos de unidad que atraviesan a todos los sectores de la sociedad oprimida y explotada.
Fortalecer desde abajo los hilos conductores de un nuevo tipo de unidad que se está gestando en cada barricada obrera y popular. Empujar para nacionalizar una conducta política independiente que permita dirigir todos los caudales de acumulación hacia un cambio revolucionario, muy lejos de reformar lo existente.