El germen de una identidad política distinta


Las luchas del presente año que, podría decirse, “comenzaron” el fin del año pasado (y que incluyen paros, cortes, marchas, y otras manifestaciones) no sólo se caracterizan por haber movilizado en algunos casos a la clase obrera industrial viéndose contagiados otros sectores de trabajadores como empleados públicos y, sobre todo, docentes de distintas provincias (mayormente en Salta y Jujuy, entre otras), sino que presentan otras características que seguidamente exponemos.

Gran parte de estos movimientos también coincidió en las demandas de mejoras salariales y condiciones de trabajo, pero si hay un hecho común que sobresale, es que la fuerza vital de las masas en cada una de ellos ha superado la valla sindical y patronal… Y nos referimos a hechos que rompen el freno que se intenta ejercer, aunque hayan obtenido dispares resultados económicos al final de la lucha inmediata.

Una tendencia que comienza a expresarse entendiendo la autoconvocatoria desde cierta independencia política. Independencia de las bases a tutelas que quieren imponerse desde arriba. Incluso en algunos casos las organizaciones sindicales (obligadas por las circunstancias de haber sido sobrepasadas) se vieron forzadas a ponerse al frente de los hechos.

Si miramos diversas experiencias en el movimiento de masas sentirse “autoconvocado” afluye como el sello que repudia la sujeción (aunque aún se manifieste como algo intuitivo) a dictados emanados desde la institucionalidad o desde cualquier altura que sobresalga de las decisiones tomadas en asamblea mientras se ejecuta el movimiento.

Esto no implica que no haya habido en estos movimientos a los que nos referimos, negociaciones espurias y traiciones ejecutadas por esas instituciones u organizaciones sindicales y/o personajes políticos burgueses de “izquierda” o “derecha”.

Pero, a pesar de ello, el camino que transitan esas luchas es el que conduce a la independencia política y a la democracia directa que la confirma y desarrolla. Y esto le infiere una característica más importante aún que se complementa con la descrita: el carácter político objetivo que van adquiriendo esos movimientos ya que se van enfrentando a la clase dominante, aunque esta se muestre con diferentes distintivos políticos enarbolados para confundir o para identificarse como sector burgués en pugna con otro sector burgués.

Por eso el papel indelegable de nuestro Partido en este presente (iniciado tiempo atrás) debe ser profundizar y generalizar los esfuerzos por el robustecimiento del partido proletario y las organizaciones políticas de masas.

El tránsito del camino independiente y la democracia directa, opuestos a las instituciones burguesas y su democracia representativa, que están haciendo algunos sectores de masas, tiene dos aspectos que, si bien no son separados por una frontera definida ni absoluta, tienen facetas diferentes según el sector social involucrado en las luchas.

En la vanguardia obrera, y en la clase en general, el Partido debe multiplicar sus fuerzas y organización a fin de dar un curso definido a la lucha. No se trata de imponer ningún precepto ni ninguna línea política. Se trata de ensamblar con una línea política el curso histórico natural de la lucha de clases abriendo camino a los intereses del proletariado y organizar dicha lucha hacia el objetivo revolucionario que lo libere definitivamente del yugo del capital.

Aclaremos que esto es fundamental en el proletariado industrial pero no es exclusivo ya que al Partido lo integran e integrarán elementos de otros sectores populares que adopten la política revolucionaria.

También se deberá intensificar el trabajo de organización de masas tanto en las fábricas como en el proletariado en general y en los sectores oprimidos del pueblo.

Es claro que, si aún esas experiencias autoconvocadas están sujetas a negociaciones espurias y a traiciones que las frenan en sus aspiraciones y apuntan a desgastarlas, es porque aún se carece de organizaciones que le den continuidad a los intereses reales que le dieron origen a fin de que puedan proyectarse en el tiempo y atraer a mayores masas para fortalecerlas. Es necesario aportar experiencias e ideas de debate, resoluciones y acción, para ir constituyendo una fuerza nacional que sintetice las aspiraciones mayoritarias de nuestra sociedad, uniendo al proletariado y el pueblo para poner claramente frente a su trinchera a la burguesía dueña del capital y todos sus cómplices.

La falsa “brecha” entre gobierno de turno y oposición que nos ponen delante de nuestras narices a través de discursos y propaganda en medios masivos (la cual se pavonea en el presente mediante el proceso del circo electoral alejado de las necesidades y carencias de las mayorías) está siendo desplazada por la verdadera brecha histórica que hay que profundizar, extender y enarbolar como prenda de conciencia: burguesía contra proletariado y pueblo oprimido.

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