Los Institutos de Formación Técnica Superior en CABA atraviesan un momento difícil, y la preocupación crece en la comunidad de estudiantes y docentes.
Se han llevado a cabo cambios en los planes de estudio de varias carreras y se proyectan nuevos y, si bien es cierto que los mismos debían ser actualizados y mejorados, esos cambios se hicieron de manera intempestiva, a las apuradas, con instancias de «consulta» formales a las y los docentes.
El resultado no ha sido el mejor: en la mayoría de las carreras se han borrado las materias humanísticas que aportan formación integral, se ha reducido a dos años y medio el plan de estudios (lo cual le resta valor académico al título en cuestión) y la reubicación de las horas cátedra de las y los docentes deja a los suplentes sin cobertura.
Como si eso fuera poco, aún no se han llevado a cabo los trámites administrativos que hagan efectivo el cambio de horas (hay docentes que ya dictaron su nueva materia en el primer cuatrimestre y aún no cobraron). Con lo cual, reina la incertidumbre y el desconcierto generalizados, producto de la mala planificación, la desprolijidad y el apuro de una gestión más preocupada por mostrar resultados que por preocuparse en serio de mejorar la educación pública en la Ciudad.
Claro que esto no es simplemente el resultado de la improvisación: hay antecedentes que demuestran cómo de manera paulatina pero sostenida se viene descuidando la educación de nivel terciario.
De hecho, algunos ya se preguntan si todo esto no será una movida para cerrar carreras y achicar la oferta educativa.
Dicho sea de paso, las inscripciones on line fueron más que desastrosas, tanto por el hecho de que se ha establecido un examen de ingreso que resulta expulsivo, como así también porque se anota una gran cantidad de aspirantes que después, misteriosamente, no aparecen en los listados, o no completaron un trámite, cuestión, son pocas/os quienes realmente llegan a ser alumnas/os que cursan las carreras en los Institutos.
Si a ello le agregamos el estado de descuido en los establecimientos (falta de mantenimiento, infraestructura obsoleta, suciedad) tenemos una situación preocupante para el futuro de los terciarios técnicos.
La situación general de la educación pública en CABA y en todo el país es alarmante, por no decir terminal.
Sabemos también que, salvo notables excepciones que justamente es preciso destacar (docentes autoconvocados en Neuquén, Chaco, Salta y Jujuy, incipientes organizaciones autoconvocadas en Provincia de Buenos Aires) los sectores de trabajadores estatales de la docencia (y algunos otros también) vienen transitando desde hace tiempo por un apatismo y un desgano laboral que propicia el individualismo y el aislamiento.
Es hora de reactivar las asambleas por escuela, por Instituto, y las organizaciones independientes que vuelvan a plantear las discusiones que son necesarias para tomar decisiones que apunten a defender nuestros intereses como trabajadoras y trabajadores y nuestros derechos y libertades políticas.
No dejemos que decidan por nosotras/os. Enfrentemos los planes de reducción y vaciamiento del Gobierno y la complicidad de la burocracia sindical.