El 40,1% de las personas cayeron por debajo de la línea de pobreza durante el primer semestre del 2023 según el INDEC. Cabe recordar que la medición se produce antes de la devaluación post-PASO, con lo cual los valores actuales, a pesar de los miserables «regalitos” que reparte Sergio Massa, serán todavía más catastróficos.
Como anunció CFK en su último discurso, esta pobreza no se explica por un aumento de la desocupación, sino más bien por la disminución salarial, en un ajuste que trasciende a los últimos tres gobiernos. Pero como si la pobreza asalariada actual no fuera motivo suficiente de malestar y agobio, el panorama que se viene constituye una preocupación mayor para quienes vivimos de nuestro trabajo.
Los niveles inflacionarios, ya de por sí insoportables para la vida doméstica, se van a agudizar, de eso no queda duda: el reparto de beneficios al pueblo trabajador que está haciendo Massa, no tiene sustento en la economía real ¿Por qué? Porque el Estado ha dejado de recaudar muchísimos impuestos a las grandes empresas, como forma de garantizarles altísimas ganancias. Aparte de las denuncias al respecto que venimos realizando desde el PRT, han salido otros estudios que confirman el escenario. Por ejemplo, según un informe de la IARAF, las empresas soportan la menor presión fiscal de los últimos 20 años.[1]
La plata está, no es que no. Pero está en manos del gran capital. Si el Estado continúa disminuyendo la recaudación, para maximizar ganancias empresariales, el reparto de bonos que ejecuta Sergio Massa no tiene sustento real, por lo que atizará todavía más la inflación.
En este contexto el problema salarial aparece como un elemento central en la mesa de las y los trabajadores, pero por otro lado, se presiente que el problema no es netamente económico, no se resuelve solo en paritarias. Hoy salimos a pelear por salario, pero sabemos que el mes que viene ya queda licuado por la inflación. En otras palabras, el problema de fondo es político.
También está claro que ninguno de los candidatos va a resolverlo, por eso la inmensa mayoría de los votos son “no convencidos”. Ya ni siquiera se vota el mal menor, sino la catástrofe más convincente. Está clarísimo que las elecciones no van a resolver nuestros problemas, pero tampoco está claro qué es lo que hay que hacer, por donde pasa la salida.
Ahí es donde nosotros planteamos que la salida política debe ser profundizar la lucha de clases y deslegitimar cualquier alternativa burguesa de poder. Esto, que puede sonar muy abstracto, es bien concreto:
- En lo electoral, no ir a votar es la mejor de las opciones para que cualquier ganador asuma condicionado al saber que no cuenta con el apoyo de la mayor parte de la sociedad. No ir a votar es una forma de enfrentar el plan económico que comparten los tres candidatos, que es un plan de más ajuste, con matices políticos en cuanto a su implementación, pero con un mismo objetivo de profundizar la disminución salarial y la explotación sobre los trabajadores.
- En lo económico, profundizar la rebeldía: luchar contra las horas extra obligatorias, por aumento salarial, etc. La expresión electoral es tan solo un acto, un día, un momento. Pero la lucha de clases se hace todos los días: antes y sobre todo, después de la elección. Por eso, en lugar de descuidar nuestros reclamos por la incertidumbre electoral, es preciso impulsarlos. Sobre todo, considerando la enorme presión que los sindicatos y los partidos del sistema ejercen para garantizar una paz social que permita continuar con los planes de ajuste, mientras “discutimos las elecciones”.
- En lo político, denunciar cada acto de la patronal, del gobierno y de los sindicatos, como parte del programa económico único que sostiene toda la burguesía, y cada uno de sus candidatos.
Esa es la base de porqué como trabajadores no podemos esperar nada de ningún proceso electoral, al contrario, políticamente la burguesía lo está utilizando para continuar bajando nuestro salario.
Por eso, la salida política de fondo viene de la mano de la intervención abierta de la clase obrera en la lucha de clases.
En la medida que generalicemos la construcción de agrupaciones de base, las asambleas por fábrica o inclusive por sección de laburo; en la medida en que nos vayamos plantando frente a las burocracias sindicales y la empresa, conscientes de que en cada uno de esos actos no estamos enfrentando a nuestro patrón individual, sino a la política de toda una clase; a la política de los tres candidatos del ajuste; en esa medida, vamos construyendo la verdadera salida política para el pueblo, que es una salida de clase.
Solo generando una verdadera rebelión obrera y popular es que vamos a encontrar esta salida. Y esto no se limita a “ir al paro y salir a la calle” como lo entiende de manera estrecha el activismo de izquierda. No siempre estamos en condiciones de ello. Pero si estamos hoy en condiciones, en cualquier empresa en nuestro país, de plantarnos contra las horas extra, de presionar por el salario, de organizarnos con nuestros compañeros y compañeras para hacerle la guerra a la patronal, el sindicato y el gobierno, que son tres patas de una misma política.
La construcción colectiva de una alternativa política, no depende de la aparición de ninguna cosa extraña, ni de ningún genio de la lámpara. Depende de cómo aportamos en cada lugar de trabajo un granito de arena hacia esa rebelión, que será el parto de una nueva etapa histórica en nuestro país.
[1] https://www.ambito.com/economia/impuestos-nacionales-la-presion-fiscal-real-es-la-mas-baja-17-anos-n5796310