El panorama político en Argentina –y decimos político, porque va más allá de lo electoral- ha profundizado la crisis en toda la estructura de las fuerzas políticas tradicionales, incluida la autodenominada izquierda.
El oportunismo electoral de estos grandes partidos, nucleados principalmente en el FIT-U –aunque no son los únicos- parece no tocar fondo, adquiriendo por estos días niveles realmente vergonzantes al darse a conocer ya todas las posiciones de cara al balotaje.
En este artículo vamos a repasar las posiciones de las principales organizaciones de izquierda que participan de las elecciones, una tarea aburrida, pero necesaria.
La primera fuerza que salió a dar posición fue el PTS. Al otro día de las elecciones generales, su candidata Myriam Bregman se apresuró a declarar en una entrevista radial de Urbana Play FM que “Está claro que no son lo mismo, nadie puede decirlo”. Lo dijo así, sin más, sin destacar siquiera el carácter del proyecto que encarna Sergio Massa.
Días después, el 30 de octubre, se conoce la posición oficial de la Dirección Nacional del PTS. En el extenso artículo se dedican a pegarle a Milei y a Massa, sin embargo, no definen cuál es su propuesta para el 19 de noviembre. Literalmente dicen:
“Desde ya que llamamos a no votar a Milei, sin embargo desde la izquierda no podemos darle ningún tipo de apoyo político ni electoral a Massa.”[1]
Más adelante, varios párrafos más adelante, continúan:
“(…) nuestra fuerza (…) llama a no votar a Milei, no puede avalar a Massa ni darle ningún apoyo en el balotaje, y se prepara para luchar junto a la fuerza de los trabajadores, las mujeres y la juventud contra cada nueva medida de ajuste que quieran imponer (…)”.
¡Qué manera tan sagaz de esquivar el problema! ¡Llaman a “no votar a Milei” pero no llaman a no votar a Massa! En lugar de eso dicen que “nuestra fuerza política no puede avalar a Massa ni darle apoyo en el balotaje”, en otras palabras, es una campaña a favor de Massa, pero de manera implícita, para no quedar pegados. Una campaña que no señala absolutamente ninguna tarea de cara al 19 de noviembre, dejando a la deriva a toda su militancia, adherentes, etc.
Las declaraciones del resto de las otras fuerzas demoraron bastante más, en una clara especulación por ver si Milei se bajaba de las elecciones –algo que sonaba durante la primer semana post-elecciones-.
El 4 de noviembre el PO publica la resolución de su Conferencia Electoral. Allí caracterizan, correctamente a nuestro parecer, que Milei no es una amenaza de fascismo en la Argentina contemporánea[2], sin embargo, en lugar de plantear una fórmula clara y contundente, resuelven la consigna:
“No apoyamos políticamente ni votamos a Milei ni a Massa (…). Ante esta situación el Partido Obrero no apoya políticamente ni vota a ninguno de los candidatos presentes (…). No votamos ni a uno ni a otro.”
¡Perfecto! ¿Y el 19 de noviembre? ¿Qué se hace? ¿Silencio? Hay que reconocerlo, la formulación hecha para evitar hablar de voto en blanco o no ir a votar, es muy buena; “de salón”, como se decía hace unos años.
Capítulo aparte merecen las justificaciones que lanza la declaración respecto a por qué en otros países llamaron a votar por fuerzas burguesas. Por ejemplo, para el caso de Chile justifican su llamado a votar por Boric de la siguiente manera:
“(…) el hecho de que Boric fuera tomado como una referencia de la rebelión popular y canalizara la expectativa de obtener alguno de los reclamos que se derivaban de ésta, como la libertad de los presos políticos, fue un móvil fundamental para el apoyo a su candidatura (aunque su política, como lo revelaron los hechos, fue en la dirección contraria)”
Menos mal que aclaran que su política “fue en dirección contraria”. De lo que no reflexionan ni un ápice es que no hay otra política plausible de ser aplicada, en general, en esta democracia burguesa, y menos que menos por candidatos que representan intereses de la burguesía.
Prosigamos. El 7 de noviembre, ya pasados 21 días desde las elecciones generales, Izquierda Socialista (IS) publica una declaración en la cual llaman a votar a Massa de manera abierta, pero con una formulación que realmente causa risa:
“También desde Izquierda Socialista en el FIT Unidad decimos abiertamente que vamos a acompañar a esa franja de millones que votaron a Massa solo por buscar parar la llegada de Milei al gobierno. Lo hacemos llamando al voto crítico a Massa, que significa votarlo sin darle ningún apoyo político, ni al ministro-candidato Massa ni a su posible gobierno peronista o de unidad nacional.”[3]
¡¿Alguien puede explicar de qué manera llamar a votar a un candidato no constituye justamente brindarle un “apoyo político”?! ¡¿Se puede ser acaso tan, pero tan salvajemente oportunista?!
Y por último tenemos al MST, que por las dudas no dijo nada hasta que el resto de los partidos del FIT-U se hubieran pronunciado, sacando su comunicado recién el miércoles de esta semana. Pero el tiempo excesivamente prudencial que se tomaron parece que no redundó en una fórmula superior:
“Es por eso que llamamos con fuerza a no votar a Milei y a la vez no llamamos a votar en blanco. Igualmente decimos con toda claridad que no le damos ningún apoyo político a Massa y como partido no lo votamos.”[4]
De nuevo el mismo remanido discurso: llamamos a no votar a Milei, y a no votar en blanco. Ok. Entonces ¿Qué otras opciones caben? Podría ser no ir a votar –que es la posición que sostenemos nosotros y que la izquierda parlamentaria rechaza, porque para ellos hay que participar de la democracia burguesa por principio-, y la otra opción es… ¡votar a Massa!
El rebusque discursivo de estos partidos para apoyar a Massa marca una debacle sin precedentes de la izquierda tradicional, que busca una adaptación total al régimen capitalista, demostrando que en realidad no están trabajando seriamente por un cambio revolucionario de la sociedad, sino simplemente por incorporarse al circo parlamentario. Reformismo puro y duro.
Bajo esa lógica se explica que estén más preocupados por encontrar la manera de no quedar mal frente al electorado peronista, al cual aspiran históricamente a robarle votos, que a preocuparse por la lucha de clases real; por las preocupaciones que tenemos los revolucionarios de encontrar la manera de agudizar el enfrentamiento de clases. Al contrario, en sus aspiraciones electoralistas terminan depositando votos de confianza en la democracia burguesa, y funcionando como furgón de cola del progresismo.
Por eso nosotros somos tajantes, claros y precisos: no ir a votar es la mejor de las opciones. En términos estratégicos, porque tenemos que instalar el discurso de que la democracia burguesa no va a resolver ninguno de nuestros problemas; al contrario, ésta democracia se constituye como la mejor herramienta de dominación que ha encontrado la burguesía para mantener su régimen de explotación.
Y en términos tácticos, esta elección presenta el problema de una manera terriblemente clara: ambos candidatos representan a una misma clase social; ambos candidatos van a hacer lo posible por maximizar las ganancias del capital y flexibilizar las condiciones de trabajo y de vida del pueblo trabajador, en un particular contexto internacional en que la competencia capitalista les exige a ambos que profundicen el ajuste sin miramientos. Por lo tanto, cuantos menos votos reciban, más debilitado asumirá cualquiera de los que resulte ganador, es decir, cualquier variante del ajuste.
No da lo mismo que un candidato gane con el 60% de los votos sobre el padrón electoral, a que lo haga con el 30%. En un caso cuenta con un velo de supuesta legitimidad superior que en el otro. Boicotear las elecciones, hacer del abstencionismo (no votar o votar en blanco) una expresión política consciente de las masas significa aportar elementos concretos a la lucha de clases, dejar mejor plantada a la clase obrera frente a los ajustes que proponen ambos candidatos.
Basta de reformismo y oportunismo electoral. Es momento de construir una alternativa verdaderamente revolucionaria para nuestra clase. La militancia de base de estas organizaciones debe reflexionar seriamente y abandonar el posibilismo y la desconfianza a los cambios revolucionarios que permanentemente plantean estas direcciones. Es hora de robustecer el proyecto revolucionario, no de esconder la cabeza como el avestruz, esperando la próxima elección para ver si se mete uno o dos diputados más en una institución absolutamente devaluada como lo es el parlamento. Es hora de organizar la rebelión de las bases, no de ser rebaño y furgón de cola de ninguna facción de la oligarquía financiera.
[1] https://www.laizquierdadiario.com/Posicion-del-PTS-frente-a-la-situacion-politica-nacional-y-el-balotaje
[2] “(…) es incorrecto definir que en la elección se juega una pelea entre democracia y fascismo.”
[3] https://izquierdasocialista.org.ar/2020/index.php/blog/para-la-web/item/22376-declaracion-de-izquierda-socialista-sobre-el-balotaje-llamamos-a-votar-contra-el-ultraderechista-milei
[4] https://mst.org.ar/2023/11/08/hacia-el-balotaje-y-despues-nuestra-politica-y-tareas/