¿Se sale de la pobreza con trabajo? (2ª nota sobre las mentiras burguesas)


Otra de las grandes mentiras de la parásita burguesía consiste en afirmar que de la pobreza se sale con trabajo.

Ello va acompañado de que son necesarias las inversiones para poder generar puestos de trabajo. La burguesía denomina a las empresas capitalistas fuentes de trabajo.

Lo primero que tenemos que decir es que las empresas no son fuentes de trabajo, sino que el trabajo proletario es fuente de las empresas. Del trabajo obrero salen las ganancias capitalistas y de ellas salen los capitales que forman las empresas.

Debido a que la fuente de ganancias y de reproducción de salarios es la misma, cuanto mayor es la ganancia, menor es el salario y viceversa.

O sea que cuanto más capitales se generen, menores son, proporcionalmente, los salarios.

Es lo que siempre, y más en este momento de crisis capitalista, ocurre en todo el mundo y en nuestro país, circunstancia en la que nos hacen pagar a los asalariados y sectores populares todas las consecuencias de la crisis que ellos mismos generaron ya que los capitalistas, a toda costa, con la ayuda del Estado a su servicio, sostienen sus ganancias a costa de nuestras condiciones de vida.

Vayamos a los números que la propia burguesía y sus instituciones publican desvergonzadamente:

En nuestro país, según datos del INDEC a principios de 2023, la fuerza laboral era de 29,2 millones de personas, de la cual, la económicamente activa era de 13,9 millones de personas. Sólo 7,5 millones era trabajadores registrados y el resto (5,5 millones en 2022), eran trabajadores en negro. Lo notable es que, en meses posteriores, o sea a principios del 2023, hubo incrementos de este segmento por sobre el de los registrados alcanzando la suma total de unos 6,5 millones de personas.

El SMVM (Salario Mínimo Vital y Móvil) actual de nuestro país, alcanza a los $ 152.000 (equivalentes a unos 152 dólares), situándose en el penúltimo escalón en Latinoamérica, arriba de Venezuela.

En números redondos, enunciamos algunos ejemplos publicados el 02-12-23 por el diario Ámbito Financiero, considerando salarios básicos, a cobrar en diciembre del mismo año, sin bonos, adicionales ni antigüedad. Estos ingresos constituyen las bases para el cálculo de indemnizaciones y jubilaciones: metalúrgicos rama 17: $300.000; empleados de comercio: $396.000; trabajadores rurales y estibadores: $260.000; colectiveros: $540.000; bancarios: $585.000; farmacéuticos y bioquímicos: $640.000; maestro de grado de CABA con jornada completa: $583.000; trabajadores azucareros: $170.000.

Por su parte, la mayoría de los jubilados (unos 5.000.000), que a lo larga de sus vidas aportaron, tienen un ingreso básico, sin contar el bono, de $105.800.

La canasta familiar se ubicó, según la medición efectuada por el gremio de aceiteros, a fines de noviembre pasado, en $ 890.000,00.

Cínicamente, el gobierno de turno, informa los valores e índices de la denominada canasta básica publicada por el INDEC, con lo cual pretenden que tomemos como referencia lo que nos ingresa exclusivamente para alimentarnos, sin tener en cuenta la satisfacción de otras necesidades que hacen a la vida humana. Esta se instala actualmente en $390.500 en números redondos.

En síntesis, todos los ingresos que hemos citado como ejemplo son inferiores a la canasta familiar y varios de ellos están por debajo de la canasta básica que nos quieren meter como referencia.

En conclusión, la pobreza no se resuelve con más trabajo, sino con mayores ingresos. Y éste es el nudo de la cuestión.

Como el trabajo de producción de bienes es el generador de valor, de él salen la reproducción del ingreso de los trabajadores (salario) y la ganancia de los capitalistas. Es claro, por tanto, que la merma de salarios implica mayores ganancias para las empresas, sobre todo, las monopolistas que son las que manejan el mercado (tanto el interno como el de las exportaciones). A la inversa, mayores salarios, implica menores ganancias para el burgués. El burgués está permanentemente tratando de obtener mayores ganancias y eso es a costa del salario.

Nos machacan por todos lados que los precios se deben actualizar porque los costos se han elevado por la inflación. Burgueses, periodistas y funcionarios justifican tal cosa, pero resulta que la inflación es el aumento generalizado de los precios.

Pero hay un precio que no actualizan y es el de la mano de obra: el salario e ingresos de trabajadores. Ningún capitalista monopolista baja sus ganancias, pero reducen los ingresos a los trabajadores. Y gobernantes, legisladores, juristas, sindicalista entregador y comunicadores sociales hacen silencio del saqueo.

Además, se adoptan otras medidas de índole político, jurídico y social para asegurar esa bruta disminución salarial y de ingresos populares a favor de las ganancias y la concentración de los capitales monopolistas.

Con ingresos de hambre nos prometen más trabajo para salir de la pobreza. Pero como vemos, la pobreza es la condición para el trabajo presente y futuro. En una palabra, una mayor explotación de la mano de obra que es lo único que tenemos y nos vemos obligados a vender a valores cada vez inferiores para poder vivir. La lucha no es por más trabajo sino en contra de la explotación y la expropiación capitalista de la riqueza que producimos quienes verdaderamente trabajamos y nunca gozamos de los beneficios de lo que creamos.

Con esto se caen todas las caretas y queda claro que como obreros que todo lo producimos, no sólo debemos luchar por mejores ingresos sino también contra todas esas medidas políticas y sociales que toma el gobierno con base en la mentira de que con trabajo se sale de la pobreza.

Por eso nuestra lucha, organización y unidad entre trabajadores y sectores populares es política y nacional. Esta la debemos hacer en forma independiente, enfrentando al partido de la burguesía (tenga una careta u otra que aparezca como diferente) y sus cómplices, robusteciendo el partido del proletariado, desde cada fábrica, cordón industrial, barrios y centros educativos en el convencimiento de que debemos ir creando la fuerza nacional que termine con estas políticas de explotación y miseria que hoy incluyen, además, el DNU y el proyecto de Ley ómnibus.

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